~La Meta~

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Un mes después del ataque pude regresar a Japón con bastante relajo en el aeropuerto, no sólo porque estaba lleno de fans, sino porque mis amigos también estaban ahí; no todos claro, después supe que Bakugou también estuvo en el hospital y le pasaron algunas otras cosas, lo bueno es que los 2 estábamos vivos y listos para seguir siendo héroes. Bueno por ahora él sí... en cambio yo...

- ¿Cómo te fue en tu primera sesión? - Kyoka me recogió en su auto cuando salía del edificio de la terapia pues a los costados del edificio había mucha seguridad por el asunto de mis fans; ni les cuento como estaba la puerta de mi departamento, parecía que me había muerto; habían tantas cosas que simplemente eché todo a la basura sin siquiera verlo; además ahora tenía novia y por respeto a ella, no iba a prestar atención a esas cosas, aunque a las fans les importaba muy poco, lo bueno es que ninguna era grosera con ella. 

- Aburrido. - Dije al subirme al auto; y es que ya no tenía nada, salvo las cicatrices en la piel de donde entraron las balas, todas estaban en mi espalda y eran un total de 3. 

- ¿Y qué hiciste? - 

- Me sujeté a un medidor y usé mi quirk desde el principio. - 

- ¿Y qué tal? - 

- Puedo usarlo bien hasta 200 voltios. - 

- ¡Jejejeje! - 

- No da risa Kyoka, no tengo nada, puedo usar mi quirk perfectamente bien, esto es una exageración. - 

- Obedece Denki, quieren que tu corazón esté bien para cuando trabajes. - Sólo torcí la boca, estaba seguro que no me iba a pasar nada ya que yo usé mi quirk para despertar, pero no sé si eso fue real así que no puedo decirles eso, porque quizás estaba bien drogado con las medicinas. 

- Ya qué... - Dije resignado apoyando el codo en la puerta y mirando por la ventana; ella me veía por los espejos, siempre lo hacía y yo me daba cuenta pero no le decía nada pues la veía sonreír o hacer esa mueca con la boca que no sé qué significaba pero la hacía ver muy tierna. 

Llegó a un semáforo en rojo y puso el freno de mano y yo solté una risita porque sabía que significaba eso... Se quitó el cinturón y se giró conmigo y yo sólo la tomé de las mejillas y me metí en sus labios más que rápido. No había nada que disfrutara más que besarla; comerle la boca cada que podía se había vuelto mi religión y lo hacía cada que podía, prácticamente estábamos así todo el día...

A pesar de las quejas de mis padres regresé a mi departamento y ella se fue conmigo, su mano ya estaba mejor y me ayudaba en lo que podía; aunque en el hospital las enfermeras me ayudaban con todo, ella se encargó en el departamento y fue bastante penoso en un principio pero con el tiempo se me fue quitando el dolor y ya me hacía todo sólo; ella regresó al trabajo y yo estaba en recuperación así que me quedaba en casa haciendo cualquier cosa, pero apenas llegaba estábamos juntos; muy juntos... todavía se bañaba conmigo y siempre me abrazaba por la espalda y ponía el rostro contra mi piel, pasaba la mano por las cicatrices y suspiraba. 

Yo sabía que esto iba a llevar un tiempo en sanar más en la cabeza y en el corazón que en el cuerpo así que  no le decía nada; cada que se paraba en la puerta del baño con un puchero en la boca, sabía que quería que me bañara con ella. Otra cosa era que siempre mantenía la cortina cerrada, como que tenía eso en la cabeza, después  me lo contó; que ella vio al sujeto apuntando con el arma hacia ella pero que no comprendió qué era eso porque estaba demasiado feliz por todo lo que había pasado, como si hubiera olvidado la misión y la razón por la que estábamos ahí con los cabellos de colores; no la culpaba, yo también tenía pesadillas en las que no alcanzaba a pararme de la cama y ella caía desplomada; me despertaba en la mitad de la noche a mirarla dormir, como siempre acurrucada a mi lado, necesitaba verla respirando y bien para volver a dormir.  Ese evento nos hizo más unidos, pero también mas paranoicos y ella lo sabía así que tuvo una idea para salir de ese estado de una vez. 

~Una Noche en París~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora