tres

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Sentados en los colchones del piso, en ronda como si estuvieran en un tipo de picnic. Escuchaban música por el parlante pero a volumen considerable para tener de fondo y no molestar a los viejos de Angie. Se escuchaba apenas la lluvia y un trueno cada tanto se hacía presente, haciendo que la peli-azul se asuste por ello.

En casi ningún momento el ambiente se quedó en silencio; mantenían charlas entretenidas y risas tentadoras. Carre al igual que Rob, eran los que más exaltaban en el grupo contando boludeces de manera divertida, haciendo que el grupo se ría y saque comentarios al respecto. Iván cada tanto podía decir una boludez y contar un anectoda, no era el más hablador, le gustaba escuchar lo que decían los demás; pero algo que había notado era que cada vez que se posaba una enorme sonrisa junto con esa risa contagiosa de Carre, este posaba inmediatamente su vista en Iván.
Siempre, siempre que sonreía o reía lo miraba. Era el primero en ver por cortos segundos.

El corazón de Iván no podía evitar llenarse por aquello.

De un momento a otro se los vió a los protagonistas muy juntos; Rodri no sabe en que momento su cuerpo se había acercado para recostarse en el hombro ajeno, cosa la cual Iván no reclamó y se dejó llevar por el tacto y el aroma de su cabello.
Quería, enserio quería, subir una de sus manos para acariciarle el pelo; meter los dedos entre esa cabellera hermosamente castaña y rizada. Pero no, bloqueó esa necesidad de su mente por simple vergüenza. Solo sentía como su corazón latía con rapidez. No quería que Rodri se aleje. Y este no tenía la necesidad de hacerlo.

Eran casi las dos de la madrugada y el grupo parecía apagarse de a poco. Estaban cansados y era entendible ya que esta mañana habían ido a la escuela.

— mañana no se despierten tarde porque hay que seguir con el trabajo ese.— recordó Angie, juntando los envoltorios de comida que habían desparramados. Los chicos asintieron al mismo tiempo, y luego de acomodar un poco se acostaron cada uno en su lugar.

La luz fue apagada y luego de decirse las típicas "buenas noches", se vino de repente un abrumador silencio.

Carre estaba literalmente, como quien diría, duro en su lugar mirando el techo, o bueno, intentando mirar el techo. No sabía si moverse o no, o simplemente no podía porque tenía Iván al lado aunque este no esté literalmente pegado a él. Había una distancia considerable pero aún así su cabeza le prohibía moverse.
Cerró los ojos para intentar llegar a dormirse, aunque hace mas o menos media hora lo estaba intentando y no podía. Tenía siempre esa costumbre los viernes a la noche quedarse viciando con su celular hasta muy tarde, pero no podía ya que su celular había muerto y no habían cargadores libres, y como no tenía planeado quedarse no se le cruzó por la cabeza traer el suyo.

Sentía que se le hacía eterno poder llegar al sueño y que habían pasado más de dos horas pero en realidad no había llegado ni a una. Se sentó en su lugar y se pasó las manos por la cara, apretando sus ojos cerrados con brusquedad. Odiaba no poder dormirse.

Suspiró pesado y se levantó para dirigirse a la cocina a tomar agua; su mente estaba demasiada cansada como para pensar algo coherente. Al cabo de unos minutos volvió a la pieza, cuando se asomó se cagó todo al ver una corta figura en la cama y por reflejo prendió la luz al toque, viendo a Iván sentado re duro mirando la puerta.

— ay, boludo, la concha de tu vieja. Me hiciste cagar todo.— volvió a apagar la luz para no despertar a los otros, para después dirigirse con cuidado al colchón.— ¿no te podés dormir?— preguntó murmurando.

— no.

A Rodri le dió un escalofrío al escucharlo con esa voz adormilada.

— yo tampoco.— iba a volverse a tapar, pero Iván lo detuvo. Lo miró confundido.

sentimientos | rodrivan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora