sentimientos | rodrivan

cinco

La lluvia cada vez subía de intensidad y muy pocas veces se escuchaba leve. Cada tanto se escuchaban fuertes estruendos y parecía que en cualquier momento iría a llover granizo.
Eran las casi cinco de la tarde e Iván estaba un toque ansioso; quería que pare de llover así se podía ir a su casa y dejar de sentirse una molestia en lo de su amiga; aunque pensaba que lo único bueno de todo esto es que sus amigos estaban avanzando una banda con el trabajo. Estaban más tranquilos y hablaban menos de boludeces, sólo se centraban en lo suyo. También, muy en el fondo, le gustaba que esté Rodri en este encierro en una casa ajena, haciéndole compañía.

Lastimosamente los protagonistas no estaban sentados juntos como hoy cuando estaban desayunando, pero Iván no podía evitar ver a Rodri mientras este estaba distraído y viceversa, llegando a ponerse ambos nerviosos cuando al mismo tiempo se miraban; haciéndolos pensar en lo bien que les hacía sentir que uno se centraba en el otro cada tanto.

Decidieron tomarse un pequeño descanso, obviamente los mates no pudieron faltar. Cada uno estaba muy metido en su mambo, disfrutando el sonido de la lluvia chocar contra el techo. Pero Iván comenzó a ponerse ansioso, otra vez, quizá por el hecho de que no para de llover y sentía que debía irse a su casa para no seguir "molestando", según él, o porque necesita contarle a alguien lo que había pasado anoche. Él era un pibe muy cerrado pero en situaciones como esta necesitaba descargarse, como venía haciendo con su amigo Nicolás en las noches de insomnio cuando le agarraba un pánico gay.

Optó por Angie, clavando una intensa mirada en esta para que la chica se de cuenta de lo que quiere, cosa que no funcionó.

Angie levantó la vista, mirándolo confundida.— ¿qué?— solo movió los labios. Iván movió con rapidez su cabeza hacia un costado, indicándole de ir a otro lugar. La chica frunció el ceño y negó confusa.

— ¿que tanto se hacen los misteriosos ustedes?— Tomás había visto todo, tan disimulados no eran. Llamó la atención de los otros pibes que estaban re perdidos mirando la mesa.

— Angie, ¿me acompañas?— ahora sí se decidió a hablar, era una boludez irse en silencio.

— bueno.

Se levantaron casi al mismo tiempo, dirigiéndose a la cocina que estaba un poco lejos de la sala de estar. Rodrigo los miró, pero no les tomó mucha importancia y decidió seguir mirando la mesa y pensar en sus cosas.

Ya estaban ahí, la chica cruzó sus brazos.— dale, decime.

— anoche, Rodrigo y yo...

— ¿cogieron?— interrumpió.

— no, tarada.

— que lástima.

Iván giró los ojos.— Rodrigo y yo hablamos, me dijo que gusta de mí.

Angie no pudo evitar sonreír. Obviamente sabía los sentimientos del pibe hacia Iván, pero se emocionó igual.

—... y entonces, le dije que yo también gustaba de él, pero que no sabía muy bien.

La sonrisa de Angie desapareció.

— ¿el qué no sabías muy bien, tarado? Se re nota que te lo querés comer y anoche tuviste la oportunidad.

En las mejillas de Iván aparecieron un color carmesí, porque anoche esa idea se le había cruzado por la cabeza y posta quería hacerlo.

— es que, boluda, no sé. Estoy muy confundido, no se sí me siento listo para una relación.

— hace un año, creo, estuviste en una relación casi seria con esa tarada, ¿vos lo decís por que Rodri es un pibe?

Iván se quedó un ratito en silencio, pensando. Sí, lo tenía claro, tenía miedo. Pero cuando está con él todo se desvanece y solo son ellos dos contra el mundo; ellos dos y su burbuja de dos boludos enamorados. Pero tenía miedo al no saber cómo actuar, si tendría que actuár diferente al estar con él como novios; miedo a lastimarlo sin darse cuenta, ya que eran dos pibes muy diferentes; Iván con su dificultad para expresarse y demostrar cariño, mientras Rodrigo todo lo contrario a eso. 
El hecho de que tenía que tomarse un tiempo para pensarlo bien porque sentíria que iría todo muy de golpe. Rodrigo era su mejor amigo, desde hace banda, e Iván lo sentía como... "raro" si al otro día se estarían besando, pero su mente y sus ganas lo contradecían mucho.