Capítulo cuatro

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La vida sin Gulf les estaba resultando un tanto extraña para Jimmy, Tommy, Mild y por raro que pareciese, también para Mew, aunque no lo demostrara.

Este descubrió que echaba mucho de menos pelearse con el moreno y que además, le era imposible olvidarse de la noche que habían pasado juntos.

No tener ninguna noticia de él, tenía a los chicos muy desconcertados y tristes pues su amigo había dejado un gran vacío en el grupo.

Pasar el verano ya fue una tortura pero empezar el Instituto sin el quinto componente del grupo, fue de lo más frustrante para todos, ya que habían estado juntos desde el jardín de infancia.

Con el tiempo, para Jimmy y Tommy todo se fue asentando pues jugaban con ventaja al ser pareja, ya que los dos se consolaban mutuamente, a la par que su relación se iba formalizando.

Para Mild fue más difícil pues vivió como alma en pena pues el amor que sentía por Gulf, pasó de ser platónico, a ser una auténtica agonía.

No poder verle, ni tocarle y tampoco saber nada ya era muy duro pero el tener que obligar a su corazón a dejar de amar, no fue tarea nada fácil.

Mew por el contrario, combatió su pesar de forma muy diferente pues cuanto más Gulf vino a su mente, este con más chicos se acostó.

Con el pasar de los meses, este fue engrosando una larga lista de cadáveres sentimentales, los cuales tenía tras sus espaldas y aunque no habían conseguido saciar su apetito sexual, ni tampoco habían hecho que se olvidara de la noche de la fiesta.

Tan solo hubo un chico, el cual consiguió que finalmente se estabilizara y ese fue Art, un chico al que conoció una loca noche de copas.

Tanto fue así que tras pocas semanas saliendo juntos, Mew decidió que ya no picaría más de flor en flor pues para él, ese chico era su alma gemela.

Lo cierto, era que si pudiera ser en el terreno de la compatibilidad pues tenían muchas cosas en común y se llevaban genial pero no hizo que el recuerdo de Gulf desapareciese totalmente de su mente, tan solo permaneció dormido.

Mientras tanto en Corea, el moreno ya con una prominente barriga, debía quitarse a los pretendientes de encima pues sin esperarlo, despertó sensación por donde quisiera que fuese.

Él no quería saber nada de hombres pues ya su vida era bastante complicada, como para añadir el tener que explicar su pasado a terceros, descubriendo que iba a tener un hijo de su enemigo.

El matrimonio con el que vivía desde que sus padres lo habían alejado de todo lo que amaba, no solo tenía una casa preciosa y eran una pareja encantadora, sino que además tenían dos hijas guapísimas y muy amables que le recordaban a su hermana Janis.

Todos lo trataban muy bien y esperaban con gran alegría la llegada del bebé y aunque Gulf estaba feliz por eso, le entristecía enormemente que su familia real no fuese así.

Faltaban algo menos de dos meses para que diese a luz y ya tenía todo comprado, Karen, que así se llamaba la amiga de su madre y sus hijas Lyn y May, le habían ayudado a elegir todo.

Lo que más había comprado era ropita de color blanco pues el moreno no había querido saber el sexo de su bebé, ya que quería llevarse la sorpresa en el momento del alumbramiento.

La verdad era que no reparaba en gastos pues a parte de que no quería que a su bebé le faltase de nada, este creía que si sus padres medían su amor por el a través de sus cheques pues que pagasen de lo mejor del mercado.

En el tiempo que había pasado, estos tan solo había recibido de ellos dos llamadas cada mes, en las que nunca le preguntaban nada con referencia al embarazo y como lo llevaba.

La única que preguntaba alguna cosa era Janis, su hermana, la cual rápidamente cambiaba de tema pues sus padres no les permitían hablar por mucho tiempo.

La niña echaba mucho de menos a su hermano y le daba mucha pena y miedo lo que sus padres le estaban haciendo a este pero ella no podía hacer nada pues tan solo era una impresionable y tímida niña de ocho años de edad.

Tenía prohibido hablar con nadie acerca de Gulf y del embarazo, ya que la tenían amenazada con mandarla a un internado de señoritas en Suiza, si se iba de la lengua.

Por ello, cuando la niña veía acercarse a alguno de los chicos, echaba a correr como alma que llevaba el diablo para que no la siguiesen atosigando con sus preguntas.

El moreno también evitaba hablarle y preguntarle mucho para que ésta no fuese descubierta por sus padres pero siempre esperaba con ansias ese instante al teléfono con ella pues lo poco que conseguía saber, lo alentaba.

Extrañaba mucho a sus amigos también pero debía contentarse con tan solo saber lo mínimo, aunque conservaba los recuerdos; como sus charlas en el parque y las gradas del campo de fútbol, sus risas juntos, los juegos de cuando eran más pequeños e incluso también, las múltiples peleas que había tenido con Mew.

Tener a su bebé con él era lo más importante por lo que tuvo que contener y soportar su pena como pudo y tan solo soñar con una buena y feliz vida que le esperaría, luego de que pasase todo.

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29. Tengo una hija con mi enemigo- MewGulf - TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora