Capítulo 2

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  Un amor disfrazado de amistad



Si Mingyu tuviese que utilizar una palabra para definir al de gafas redondas, cabello largo y sonrisa angelical que ahora mismo devoraba un paquete de Lay's mientras veía una serie, usaría una palabra que no usaba en su vocabulario muy a menudo:

Perfección.

Wonwoo era el ser más perfecto que tuvo el placer de conocer; algo fuera de lo común y que sacudió su mundo con un simple pestañeo de confusión.

Desde el primer momento en que posó sus ojitos color chocolate en él, Mingyu no pudo evitar despegarse del artista, que le dio un refugio seguro en la tormenta que tenía de vida. Wonwoo era aquel soplo de aire fresco que lo alentaba a ser mejor persona, a sonreír cada mañana y a no mandar al mundo al mismísimo demonio. Ni siquiera sabía en qué momento se convirtió en lo único capaz de sacarlo de la oscuridad y hacerlo sentir como si fuera una persona otra vez.

Tampoco supo cuando se enamoró, pero se sentía de puta madre. Sintió por primera vez, los nervios cada vez que sus dedos se rozaban por casualidad; su corazón latir con verle sonreír, incluso el sudor correr por la espalda en aquella noche en la que su madre los invitó a cenar. Estaba seguro de que sus sentimientos eran sinceros, pero debía mejorar mucho como persona para poder ser una mejor pareja.

De eso hacían ya un tiempo demasiado largo. Quizás se acobardó al ver como el chico maduraba dejando atrás su apariencia tímida y todas las miradas iban en su dirección, cuando cada mañana al regresar de su carrera matutina encontraba ramos de flores dirigidas a él que lo hacían sonrojar... Evitó a toda costa sentir aquella sensación amarga recorrer su garganta, pero le fue inevitable y terminó con la mala reputación que no se había molestado en corregir. Se dijo así mismo que esperaría tanto que pensó que el tren de los sentimientos lo había dejado abandonado en la estación Wonwoo.

Y estaba bien, estaba dispuesto a vivir con aquel amor disfrazado de amistad, sin darse cuenta que ya todo había evolucionado a más.

De solo recordar la forma tan realista que se vio en aquel cuadro colgado en su habitación o la expresión tímida y confundida de su gatito y lo bien que se sintió tocarlo nuevamente. Sonrió ocultando su verdadera expresión una vez más y se preparó para la confesión que finalmente haría. Estaba tan nervioso que, incluso llamó a su madre para que le animase y terminó motivado y con muchas ganas de sonreír.

Lo había planeado todo tan al detalle que olvidó decirle al chico que lo esperase en su departamento. Le mandó un mensaje preguntando su paradero y se dirigió al Roxanne Bar, no sin antes cambiarse el atuendo y enfundarse en mezclilla y cuero.

El sonido de la discoteca era aún más escandaloso por dentro. Las luces neón brillaban y los cuerpos sudados se balanceaban al ritmo de la música sexy de fondo. Mingyu miró hacia la barra y fue directo al gatito que le esperaba vestido de aquella manera extravagante: un crop top colorido acompañado de un pantalón negro ajustado y aquel matador delineado en sus ojos que lo hizo contener la respiración mientras más se acercaba. No sabía la razón de estar exhibiéndose tanto, sin embargo, se aseguró de que al menos bebiera algo agradable.

Mingyu no iba a mentirse: Wonwoo se veía explícitamente follable, y la manera en la que estaba moviéndose al ritmo de la música solo le daba ideas que harían a cualquiera gemir de excitación.

Pero no a Mingyu.

Dado su estatus de jugador, reconocía cada una de las miradas lascivas que aquel pequeño le mandaba; a veces sabía que lo hacía inconsciente, pero Mingyu no podía dar rienda suelta a sus deseos más oscuros esa noche. Sabía que el pequeño lo deseaba por la forma en la que estaba estudiándole con la mirada, pero, el solo no podía meterse en sus pantalones y no salir con el corazón destrozado como sabía era una posibilidad muy grande. Sin embargo, solo por esa noche estaba seguro que, aunque tomara a alguien, tendría ese deseo palpitante a flor de piel de tocar, besar y tomar a  Wonwoo. Quería marcar ese cuerpecito, dejarlo gimiendo e implorando por más y meterse dentro de su piel al punto, de que no necesitase a nadie más que no fuera él.

Egoísta pero así se sentía.

Logró llegar a la barra y tomó una de las bebidas de color rosa que era para él. El alcohol terminó de nublar su mente, y avivó el fuego en su interior que pedía por su mejor amigo.

Wonwoo lo miró con una ceja arqueada y aquella sonrisa ladina, de quien esconde algo salvaje. Por primera vez en mucho tiempo parecía que estaba desinhibido en su totalidad, y por ende su control en su escandalosa líbido pendía de un simple pestañeo. Y Wonwoo lo sabía. El gatito endemoniadamente sexy lo conocía demasiado bien como para saber cuándo debía presionar para conseguir lo que quería y tenerlo alrededor de su meñique.

- ¿Estás bien? – quizás eran imaginaciones suyas pero su voz estaba siendo seductora, y cuando se acercó a su oído, pudo sentir todo su aliento rozar el lóbulo de su oreja - ¿Necesitas ayuda, Mingyu?

El aludido giró la vista suavemente y suspiró fuerte. Al diablo, si se arrepentía más tarde al menos pudo decir que probó los pequeños labios rosados tentadores que entreabiertos esperaban para ser devorados. Se recostó en la barra mirándole con una sonrisa ladeada inclinando la cabeza mientras Wonwoo se inclinó hacia su cuerpo oliendo a vainilla y alcohol. Aprovechó entonces, de rodearlo con su brazo y pegarlo a su cuerpo y deslizar suavemente su nariz por todo el cuello, apretó su cintura y subió su barbilla teniendo la tentación justo delante de su rostro.

Quizás se arrepentiría luego, pero en ese momento solo quería deslizar cada una de sus prendas de ropa y olvidarlas en el suelo de su habitación, y tener a Wonwoo sudado, desnudo y rogando porque se enterrase más profundo dentro suyo.

Solo quería al chico bajo él pidiendo por lo que él estaba más que dispuesto a darle.








¡Holi!.

Lover (Meanie) [Finished]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora