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EDITH

La noche anterior se sintió fugaz. Steven y yo nos habíamos quedado dormidos al aire libre, contando las estrellas y escuchando nuestras historias. Tal vez nos dejamos llevar un poco por el roce de nuestros cuerpos, pero no llegamos a más, ya que no teníamos ningún preservativo.

Afortunadamente, Steven me había despertado a la hora exacta en la que el sol se asomó para poder volver a nuestras habitaciones sin ser descubiertos. Jorge y Sheila no se levantaron hasta horas más tarde, con quienes luego pasé la mañana jugando basquetbol, un deporte que no se me daba nada bien debido a mi baja estatura y mis escasas habilidades en educación física. Por otro lado, los padres de Luis y de Steven disfrutaron de nuestra ausencia en la alberca, a excepción del señor Antonio, cuyo disgusto por el sol era abismal y solo se limitó a revisar unos cuántos libros que acaparaban los estantes en la sala de estar, lejos de nuestro bullicio.

Fue después del almuerzo que paseé por mi cuenta a través de las múltiples habitaciones en busca de Steven para que me acompañase a dar una vuelta por la pradera que rodeaba la casa, la cual estaba salpicada de color con flores hermosas. Estaba muy ansiosa por disfrutar juntos el último día de nuestra estadía; pero durante mi recorrido, a quién encontré fue a Brian sentado sobre un sillón en el balcón del segundo piso.

El sonido de la música fue el que hizo que me acercara sigilosamente. Brian portaba su guitarra entre manos y creaba melodías. Tenía una laptop sobre sus piernas, la cual mostraba algunos acordes. Se veía tan sereno, y seguía con la misma ropa de la noche anterior. Parecía amar demasiado aquel abrigo rojo.

-¿Me estás observando? -preguntó, y lo más curioso, sin haberse volteado a verme-. Te vi desde el reflejo de la pantalla.

-No, no. Lo siento. -Me acerqué más hacia él por la curiosidad -. Solo estaba buscando a Steven y te encontré por aquí.

-Ah, no lo he visto desde el almuerzo, pero no pudo ir lejos.

Asentí desmotivada por su respuesta. Estaba a punto de girar hacia el lado opuesto y seguir con mi búsqueda, pero el dibujo que divisé en su guitarra me llamó la atención. Era un atrapasueños, aunque no estaba perfectamente dibujado.

-¿Te gusta? -preguntó mientras acariciaba los trazos con los dedos.

-Me encanta.

-Lo hizo el tonto de Luis anoche mientras estaba borracho. Me enojaría, pero no puedo.

Brian retomó la canción que estaba tocando. Nunca había escuchado aquella melodía.

-¿Cómo se llama esa canción?

-Aún no lo sé. Está en proceso. Por eso vine aquí para inspirarme -respondió con cierto temor, el cual trató de ocultar adoptando una posición más erguida-. ¿Crees que suena bien?

-¡Es lo mejor que he escuchado! Tienes que avisarme cuando la lances.

Continuamos conversando por un par de minutos sobre su trabajo. Lo seguí en su perfil de Instagram y prometí comprar sus discos cuando tuviese el dinero suficiente, pero mis palabras de halago por su trabajo quedaron atascadas cuando di un vistazo por fuera de la ventana. Divisé a Steven echado bajo un árbol desalojado en el campo. Su camisa blanca tenía unos botones abiertos, quizá por el calor que él poco soportaba, y tenía su brazo cubriéndole la vista hacia el sol.

-Creo que... Sheila me está esperando. -Reí nerviosa y di unos pasos en retroceso para mostrarle que era hora de irme-. Sigue trabajando. Ya quiero escuchar la canción completa -me despedí con un movimiento de manos. Corrí escaleras hacia abajo y luego hacia el jardín.

Abrí la puerta de madera y corrí hacia aquel árbol con flores naranjas entre las hojas.

-Te estuve buscando por todos lados. -Me acomodé sobre el pasto, en frente suyo -. ¿Por qué no me avisaste que vendrías aquí? Te pude haber acompañado.

Juntos hacia el solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora