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El timbre sonó, de inmediato Gulf fue a avisarle a Mew, que decían había salido de una ducha, sus mejillas se encendieron cuando vio su torso bien trabajado y desnudo.

— Mew, hay alguien en la puerta— dijo, su tono era nervioso, su mirada se clavó en el suelo.

Gulf le tenía pánico a la gente, tenía miedo de hablarle a extraños, miedo de estar frente a alguien desconocido.

También tenía cierto miedo a ver desnudos (por eso le costaba ver a Mew en ese momento), al principio, en su rehabilitación, no podía soportar ni siquiera su propio cuerpo al descubierto, al momento de bañarse se miraba a sí mismo y se decía cosas horribles, a veces se golpeaba o se ponía a llorar, tuvieron que bañarlo con ropa unas cuantas semanas e ir reduciendo la cobertura de las prendas de a poco.

Aun así, por más que ya no entraba en pánico ni se ponía mal, se sentía incapaz de ver, sentía los nervios apretar su estómago y esa sensación no le gustaba.

— Gracias por avisar, Gulf— dijo Mew, ya vestido, dejó una pequeña caricia sobre su cabello, para que se relajara un poco más.

El rubio lo siguió en silencio, y se escondió en el pasillo que iba hacia los dormitorios, espiando desde allí hacia la puerta.

Vio a él castaño recibir una caja color banco, entregarle el dinero a un repartidor y cerrar la puerta, de inmediato fue hacia él dando pequeños saltitos.

— ¿Qué es? ¿Qué es?

Mew rio con ternura, fue hacia la mesa de dos personas, que usaban para comer, para dejar la caja allí y abrirla, mostrando un pequeño pastel, cubierto en crema blanca.

Sonrió con ternura cuando escuchó a Gulf haciendo ruiditos de emoción y preguntando muchas cosas, como de qué sabor era, si podía comerlo, de si cuando lo comerían, si era para él o tenía que compartir.

— Espera, espera, hay que decorarla, ¿No ves que está muy aburrida? — lo interrumpió el castaño, haciendo que Gulf se quedara callado.

Volvió con una bolsa llena de pequeños chocolates, unas cuantas flores de azúcar, chispitas de colores y hasta un par de frutillas, guardadas en una cajita de plástico.

— ¿Cómo lo vas a decorar? ¿Vas a tardar mucho? — Gulf tenía un puchero en sus labios, él quería comer pastel, no jugar a las decoraciones.

— Vamos a decorarlos juntos, lindo— corrigió—. Es para los dos así que lo haremos los dos.

— Pero-

— Nada de peros, te prometo que será divertido— dijo el castaño, Gulf lo miró con ojos de perrito — ¿Podrías decorarlo conmigo? ¿Por mí?

Gulf asintió, si Mew quería que lo decoraran juntos, así sería.

Mew lo mimaba y lo cuidaba mucho, Gulf quería hacer lo mismo por él, porque se sentía bonito recibir su cariño, tan bonito que quería devolverlo.

Pasaron algo de media hora, colocando chocolates, un par de flores, cortaron y acomodaron las frutillas, y finalmente Gulf dejó llover un montón de chispitas de colores sobre el pastel, haciendo que quedara lindo y colorido, como un arcoíris.

Por más que se había quejado al principio, Gulf la había pasado bien, y luego de todos los adornos el pastel se veía mucho más apetitoso.

Mew le sacó una foto de él, posando con el pastel en sus manos con una sonrisa enorme, totalmente adorable, no pudo evitar admirarlo unos cuantos segundos.

— No sé si estás más lindo tú o el pastel, Gulf — dijo, aunque luego de hablar se dio cuenta que quizás no debería haberlo hecho.

Para su sorpresa, Gulf sólo rio y sus mejillas se tiñeron de rojo, haciendo que Mew pudiera respirar con tranquilidad de nuevo.

Mew tenía miedo de decirle cosas lindas, pensando que le recordaría algo de su vida anterior, o que lo haría sentir incómodo. Pero a Gulf le encantaba que el menor le dijera cosas tan dulces, le daba cosquillas, y lo hacía sentir bonito.

Con Mew siempre se sentía muy bonito.

Memories☀🌻 MewGulf (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora