La fuerte tormenta no le dejaba dormir.
No tenía planes para esa noche en la que no podía dormir, odiaba vivir solo, le hubiera gustado poder acurrucarse entre los brazos de alguien y dormir en aquellas noches que tanto miedo le producían.
Se escuchó un trueno que hizo que el libro casi se le caiga de las manos, no tardó en comenzar a temblar y luego tragar fuerte, siguió con su lectura nocturna con el corazón latiendole a mil.
Escuchó que alguien daba ligeros y débiles golpes a la puerta, se confundió rápido, ¿Quién podría estar en las calles con esa lluvia tan horrible?, se levantó y camino hacía la puerta, no sin antes agarrar un bate por precaución, sonaron otros tres golpes igual de débiles, decidió abrir y al ver quien era se sorprendió, no por él, si no por su estado y la sangre que caía de ciertas partes de su cuerpo.
──¿¡Shadow!? ── Rápidamente soltó el bate.
El erizo levantó la mirada hacía el zorro y abrió la boca para decir algo, pero en lugar de decir lo que sea que quería decir, se mordió al labio.
──No sabía a dónde más ir.
