II. Encuentros

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Jacaerys observaba en silencio la nieve caer desde la ventana de la habitación que Cregan Stark le había asignado desde el día en que había pisado el norte. Con una copa en mano de un característico líquido que mojaba sus labios.

A pesar de la cantidad de tiempo, aun podía recordar a la perfección el momento en que Vermax aterrizo en Winterfell llevando en su espalda a un destrozado muchacho, sin padres, ni hermanos, sin un hogar al que regresar.

No había sido un recibimiento agradable, las noticias volaban con el viento y el ataque a Dragonstone era algo que todos en Westeros ya conocían.

En contra de la voluntad de gran parte de la gente del norte, Lord Stark le había concedido una audiencia al desdichado príncipe dragón deseoso de saber que pensaba pedirle. ¿Qué podría pedirle aquel que lo había perdido todo?

Fue entonces que lo vio por primera vez, vestido con los colores característicos de su casa, rojo y negro. Cabello castaño y ojos cafés los cuales lucían vacíos y ligeramente rojos.

– Ahora está en la presencia de Cregan Stark, Lord de Winterfell y guardián del norte. El lobo gris.

Jacaerys observo esos ojos grises, fríos como el hielo en él que había crecido.

– Les presento a Jacaerys Velaryon, primero de su nombre y príncipe de Dragonstone.

Quiso reírse en cuanto los escucho nombrarlo de esa forma, Dragonstone ya no existía y el definitivamente ya no era un príncipe.

– Es un honor recibirlo joven príncipe. – Lord Stark habló viéndolo directamente a los ojos. – Pero debo decir que me sorprende verlo aquí.

– Lamento llegar tan repentinamente. – Menciono el príncipe. – Tan solo vengo a pedir su ayuda.

– ¿Nuestra ayuda? ¿En que podríamos ayudarlo nosotros?

– Cuando mi madre fue nombrada heredera la casa Stark le juró lealtad. – Hizo una pausa, tratando de que su voz no se quebrará. – El trono de mi madre fue usurpado por su hermano menor Aegon Targaryen. Quien también planeo el ataque que termino con su vida y la de su familia.

– Lamentamos mucho su perdida joven príncipe. – Cregan lo interrumpió. – El norte recuerda.

Jacaerys trago para deshacer el nudo en su garganta. – Al morir mi madre. – No pudo evitarlo, su voz se había roto. – Antes de morir mi madre me nombro su heredero, así que vengo a pedirle a la casa Stark que sea mi aliada, que respeten su juramento y se unan a mí. Pienso recuperar el derecho que le robaron a la legitima reina de Westeros.

El lobo gris lo observo por unos segundos, pese a que su voz denotaba dolor, sus ojos irradiaban furia y deseos de venganza.

– El norte recuerda joven príncipe. – Repitió. – Sin embargo, ¿Qué razones tenemos nosotros para ir a una guerra? Si reina Aegon o reina usted nos es francamente indiferente.

– ¿Su juramento no es razón suficiente? ¿La lealtad que juraron tener desde el momento en que su rodilla se hinco ante mi madre?

– Su madre está muerta. – Declaró Cregan. – El invierno se acerca príncipe, él norte no tiene motivos para ir a una guerra.

Jacaerys lo observo con furia en los ojos. – Las casas Arryn y Tully recuerdan su juramento y acudirán al llamado en cuanto lo haga. – Hizo una pausa en cuanto sintió las lágrimas acumularse en sus ojos. – Mi madre fue asesinada junto a mis hermanos, junto a mi prometida, junto a mi familia Lord Stark. Mi hermano menor murió a manos de Aemond Targaryen en Bastión de tormentas cumpliendo la última petición de mi reina. La única familia que tengo es mi abuela, la princesa Rhaenys, quien se encuentra en camino hacia acá – Hizo una pausa, reteniendo las lágrimas y forzando su voz a salir atravesó de aquel nudo. – He venido a pedir su ayuda la ayuda del norte, soy el único hijo vivo de Rhaenyra Targaryen, mi cabeza tiene un precio y no tengo a donde ir. – Sus ojos se encontraron con aquellos grises y la primera lagrima rodo por su mejilla. – Vengo a pedirles refugio durante un tiempo y su apoyo para el día que decida recuperar mi derecho de nacimiento. Aquel que me fue robado.

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