Podía sentir la tensión que sus palabras habían provocado en aquel lugar, las miradas incrédulas que el rey y sus allegados le daban lo confundían, pero no era el momento para hacer preguntas, había invertido demasiado oro y tiempo en ese plan y no podía arruinarlo solo por su curiosidad e imprudencia.
Le había costado encontrar y convencer a Jayse de ayudarlo de esa forma, pese a haberle pagado una cantidad considerable de oro, el miedo a perder la cabeza si Valyx perdía su vida era latente y los asechaba al igual que una sombra.
Convencer a los testigos había sido fácil, tan solo había necesitado lo que restaba del oro que el gusano blanco le había dejado y tres asesinatos más. Una víctima por testigo. La persona que desearan abandonaría aquel mundo.
Sus manos estaban bañadas en toda la sangre que había tenido que derramar. Todas aquellas vidas con las que tuvo que terminar. Poco le importaba ahora, tenía un solo objetivo que cumplir, y no permitiría que nada le impidiera cumplirlo.
De reojo observo a Jaehaera, quien lo veía con confusión e intriga, evito ver a Aemond, podía imaginar la expresión que su rostro debía tener y no se sentía listo para enfrentarlo, el recuerdo de sus labios sobre los suyos aún permanecía en su cabeza, pese a haber pasado tres días desde su encuentro.
– Si el acusado está de acuerdo en nombrarte su campeón el rey no se opondrá. – Podía notar cierta confusión en la voz de Aegon Targaryen pese que intentaba transmitir seguridad.
– No es como que el acusado tenga de donde elegir su alteza. – Las palabras abandonaron su boca y quiso atravesarse con su propia espada mientras escuchaba los jadeos y una que otra riza de la multitud. Se levantó y su mirada se dirigió a Jayse, esperando una respuesta.
El pelinegro le sonrió. – El caballero tiene razón majestad, le agradezco la oportunidad de permitir que mi destino sea dejado en manos de los dioses.
Aegon se aclaró la garganta y por inercia pellizco su propia mano, necesitaba asegurarse de que no estaba en un sueño de nuevo. El fantasma frente a él era real, de carne y hueso. – Tomaremos un descanso de una hora, cuando regresemos ambos caballeros se enfrentarán. Guardias. – Llamó. – Escolten al acusado a su celda y consíganle una armadura a su campeón.
– No será necesario su alteza, me encuentro más cómodo luchando si todo ese metal estorbando, pero agradezco el gesto. – Dijo haciendo una reverencia, mientras esperaba por una indicación.
Pese a tener las facciones de su hermana, el chico tenía un acento que no reconocía pero que no era propio de la región. – ¿De dónde es Valyx? – La pregunta salió de sus labios.
– Pentos alteza. – Mintió con fluidez.
El rey observo como el pelinegro era regresado a su celda antes de levantarse intentando no demostrar lo confundido que se encontraba. – El juicio se reanudará en una hora, pueden retirarse si así lo desean.
Abandono la sala del trono a pasos veloces, antes de ser seguido por sus dos guardias, su abuelo y su madre. Jaehaerys había intentado seguirlos, pero la mano del rey le ordenó volver a su habitación.
Valyx intento regresar al lugar donde estaba sentado cuando sintió su brazo ser jalado con brusquedad, por inercia tomo el mango de su espada, pero se tranquilizó al ver que se trataba de Aemond, dejo que lo arrastrará hasta que se ocultaron detrás de una de las columnas.
En su mirada había incredulidad y enojo, casi podía sentir las navajas que le tiraba por su ojo y no pudo evitar sonreír de forma inocente mientras sus ojos bajaban a sus labios.
Un ligero sonrojo se hizo presente en sus mejillas y movió ligeramente su cabeza, apartando aquellos pensamientos de su mente. Debía enfocarse.
– ¿Se puede saber que carajos estás haciendo? – Pese a haberle susurrado se sentía como si le estuviese gritando. –¿En que estabas pensando?
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Ghost memories
FanfictionAu: Después de que Rhaenyra enviara a sus hijos con mensajes para sus aliados, Dragonstone es atacada por el bando de los verdes, masacrando por completo al bando de los negros. Se cree que después de la muerte de Lucerys a manos de Aemond, todos lo...