~Capítulo 1~

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Albedo

Mondstadt - Una remota calle en la ciudad de la libertad

01:45 AM

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Recuerdo que Aether se hizo muy cercano a uno de los caballeros, Kaeya Alberich, para ser exactos. No me gusta para nada aquella interacción entre los dos.

Lo invitó a tomar una copa en El Obsequio del Ángel. No pasó mucho tiempo después de que descubrí sus intenciones con respecto al trabajo, los compañeros de trabajo, y los "sentimientos". Era obvio que no busca una relación sana, eso es lo que concluí cuando observé sus acciones.

No esperaba que Aether aceptara su invitación e incluso verlo tan cerca de Kaeya...

Más tarde esa noche, decidieron ir juntos a la taberna, pero no sabían que yo estaba mirando, tomando notas de cada movimiento, conversación o detalle que sucedía y observaba.

Pasaron algunas horas, mientras los observaba a lo lejos desde una de las ventanas, vi a Kaeya, ya borracho, poniendo su brazo alrededor de los hombros de Aether, prácticamente abrazándolo mientras cantaba baladas junto al bardo dentro de la taberna.

Mis ojos se abrieron de par en par y uno de mis ojos inconscientemente tembló y rompí uno de mis lápices cuando estaba tomando mis últimas notas. Sentí esta ira, celos, e impulso de no hacer que tocara a nadie y hacerle solamente mío que no podía controlar.

Pobre de él, no sabía lo que le iba a pasar.

13 de marzo, 01:45h. Esa fue la fecha exacta en que no pude soportarlo más.

Teniendo en cuenta que Kaeya tenía que trabajar al día siguiente, decidió salir de la taberna al mismo tiempo que el Viajero y acompañarlo al lugar estratégico donde dejó su "Relajatetera", un regalo único que recibió de una adeptus en Liyue.

Con una cálida sonrisa, se despidió de él como si quisiera que se diera cuenta de sus sentimientos y comenzó a alejarse tan pronto como Aether se teletransportó dentro de ello.

En cuestión de segundos, comencé a seguirlo y acercarme cada vez más a él.

Mi sangre estaba hirviendo y no podía soportar más verlo cerca de él de esa manera. Perdía la cordura lentamente, sin darme cuenta cómo se nublaba mi vista al acercarme cada vez más a su figura.

Este se percató de mi presencia, ya que sintió unos ligeros pasos tras él y se dió la vuelta rápidamente. Una pena y una decepción de mi parte por dejarme descubrir tan rápido.

- Kaeya: "Oh, Albedo. ¿Qué haces por Mondstadt a estas horas? ¿Necesitas ayuda con algo?"

- Albedo: "Buenas noches, Kaeya. En realidad sí, gracias por preguntar. (Sí... Necesito ayuda para acabar contigo para mantener mío a Aether y solo mío...)" dije con una máscara perfecta que ocultaba mis atroces pensamientos y futuras acciones.

Con suerte podía pararse y dejar de tambalearse de lado a lado. ¿Cuántas copas habrá tomado sin yo contarlas mientras tomaba notas?

No tenía certeza de lo rápido que le subía el alcohol a pesar de lo seguido que bebía cada semana.

- Albedo: "Necesito ayuda para probar uno de mis nuevos experimentos, y sabía que tú estarías por la ciudad a estas remotas horas de la noche. Debo de tener suerte al decidir quedarme más tiempo despierto".

- Kaeya: "Jajaja, nuestro noble y querido alquimista, siempre con tus curiosos e inigualables experimentos. Claro, te ayudaré con lo que necesites, sólo si a cambio me das lo que quiero".

Un escalofrío recorrió mi cuerpo, tal que se hizo visible verme temblar por esto mismo, pero no dudé en preguntar qué era lo que deseaba.

Él negaba con la cabeza al mismo tiempo que dijo:

- Kaeya: "No, no. No te voy a decir directamente que deseo. ¡Eso arruinaría toda la diversión!"

Kaeya se acercó a mí hasta casi juntar nuestros cuerpos y levantó mi mentón para ver más claramente mi pálido rostro. Sin, al parecer, consciencia ninguna de dónde se estaba metiendo, se acercó a mi oído y no dudó en susurrarme a este.

- Kaeya: "Eres lo suficientemente inteligente para adivinar lo que quiero de ti, querido..."

Una cara de notable disgusto por la cercanía y la situación se formó en mi de la nada. Sabía a lo que venía perfectamente y no quería perder mucho tiempo ni arriesgar que nadie nos viera por aquella remota calle.

- Albedo: "(Ya sé que siempre vas a por todo para satisfacer cualquier tipo de necesidad que tengas y no te rendirás hasta conseguirlo. Sobre todo cuando se trata de mi presencia en el plato...)"

Eso pensé en ese momento. Tenía muy claro lo que quería de mí y no le iba a satisfacer y darle todo en sus manos como un niño.

Quité su mano de mi mentón y dí unos pasos hacia atrás para separar nuestros cuerpos a una distancia más aceptable.

- Albedo: "De acuerdo, de acuerdo, ya veré que puedo hacer por tu petición. De momento, cumple la mía ya que estás dispuesto a ello".

Lo agarré del brazo fuertemente y lo llevé hasta mi casa, donde tenía allí mi laboratorio personal y todo listo para mi "experimento".

Kaeya no presentó queja alguna de lo fuerte que agarraba su brazo durante todo el camino. Sabía que le dolía, ya que podía notarlo haciendo algún movimiento de desagrado.

Supongo que sabría que ya que había aceptado uno de sus sucios tratos, era mejor que se callase y no dijera nada, porque ya conocía cómo acabaría todo.

En unos minutos llegamos al portal de mi casa, ya que se encontraba a escasos minutos de donde se encontraba la "Relajatetera" de Aether.

Saqué mis llaves de mi bolsillo y abrí la puerta. Inmediatamente llevé a Kaeya hasta mi salón y solté su muñeca de una vez por todas, ya que ya podía afirmar que no tendría escapatoria estando en mi casa.

Tenía que asegurarme al 100% de que no podría salir y cerrar la puerta con llave y cerrojo.

Antes de que pudiera ir hacia la puerta para cerrar del todo, Kaeya de repente hizo que girara mi visión hacia él.

- Kaeya: "Por fin me sueltas. ¡Qué libertad! ¿Tan poco te fias de que vendría contigo y cumplir mi palabra? No esperaba tales maneras de actuar de ti, sabiendo lo tanto que nos conocemos".

- Albedo: "(Tengo mis motivos por haberte agarrado de tal manera de la muñeca, no deberías de sacar conclusiones de mi tan rápido, señor Alberich...)" Pensé y permanecí en silencio unos segundos.

Giré mi vista para luego caminar hacia la puerta, que él no dudó en aprovechar para soltar de nuevo un aviso.

- Kaeya: "Kreideprinz, respóndeme~". Dijo con una sonrisa un cual inquietante para mi ya que no quería responder a tal pregunta.

- Albedo: "Me fío de tí lo justo, como con todo ciudadano de esta nación y cualquier otra. ¿No crees que sería sentido común que no me fiara de cualquier palabra o acción que hicieras estando así, como estás ahora? No me hagas reír por favor. Te agarré de la muñeca también porque sabía que si te soltaba, o uno, te ibas a cualquier otro lado y olvidas lo que dijiste, o dos, te caías por la poca capacidad que tienes ahora de mantenerte en pie con esa subida de alcohol en tu sangre. Creo que me hice lo suficientemente claro al explicar, ¿o no es así, Kaeya?"

Comencé a ir hacia la puerta, mientras Kaeya giró su mirada hacia la ventana más cercana de su posición y observó la vista directa que tenía hacia Espinadragón mientras se mantenía en silencio, intentando procesar lo que le he dicho y no molestar un momento mientras yo terminaba de cerrar. Ese silencio era música para mis oídos.

"Solo estás destinado a ser mío" - Albether (Genshin Impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora