"Solo estás destinado a ser mío" - Albether (Genshin Impact)

~Capítulo 2~

Kaeya

Mondstadt - Casa de Albedo

02:00 AM

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Después de lo que me dijo, me quedó más que claro que estaba buscando algo de mi, ya sea material o no y que no sería nada sencilla esta tarea.

Aún estando ebrio, conseguía mantener la consciencia, que es lo que buscaba cuando estaba en este estado, por si, en una situación en especial, ocurría algo inesperado de lo que debía estar alerta.

- Kaeya: "(Está claro que tramas algo, y el presentimiento es que no es que tendrá resultado positivo)" pensé.

- Kaeya: "(Tengo que buscar alguna excusa para salir de ahí antes de que llegue a cerrar con llave)".

Justo entonces oí el cerrojo a lo lejos, eso confirmó mis grandes sospechas de su plan y bajó la posibilidad de salir de aquel lugar si ya cerró la puerta con cerrojo. Tendría que actuar lo más natural posible e intentar evitar cualquier objeto o cosas que insistiera en que hiciera que fueran sospechosas.

Justo cuando terminé de sacar conclusiones, vino con dos tazas de té.

- Albedo: "Te vendrá bien un té, disfrútalo".

Me quedé mirando sus manos sujetando las dos tazas para luego dejarlas en la mesa enfrente del sofá. No podía negar que sus gustos en decoración de interiores eran muy buenos y sorprendentes, pero por un momento miré esa taza de porcelana con un miedo interno.

- Kaeya: "No gracias, no me apetece, no puedo ni una gota más de bebida".

Me miró con los ojos un tal abiertos, observando mi silueta de arriba a abajo para luego decir:

- Albedo: "No sé yo si estás diciendo la verdad o si estás siendo cortés y no quieres aceptar tomarlo solo por simplemente ser yo". Dijo interrogándome con una mirada de las suyas.

- Kaeya: "Heh, solo uno descubre las intenciones cuando descubre qué es lo que uno quiere". Dije con una sonrisa e intentando mantener la calma y mi respiración a un nivel estable.

Albedo se sentó a mi lado del sofá y respiró hondo.

- Albedo: "Y bien, ¿no vas a preguntar qué es lo que vamos a hacer en el experimento?" Dijo de pronto.

- Kaeya: "Ah, sí, el experimento. Cuéntame más sobre ello".

- Albedo: "Es un experimento relacionado con el cuerpo humano y sus límites. Necesito hacer algunas pruebas contigo y tomar nota de los resultados de un hombre adulto, por eso te elegí como candidato".

Tomó la taza que tenía enfrente suya y dio un sorbo. Hubo un breve silencio seguidamente.

- Albedo: "Llevo trabajando en esto aproximadamente una semana, y solo obtuve datos de una mujer adulta gracias a Sacarosa. Necesito que colabores con este proyecto y jurar que nada de lo que ocurra en el laboratorio al que te llevaré, salga a la luz al público. Sigo necesitando más voluntariado y no puedo arriesgarme a perderlo".

De repente se levantó para ir a una cajonera que había en el salón y sacó una carpeta a punto de explotar llena de documentos y hojas sueltas. Supuse que eran documentos relacionados con el experimento y cosas de suyas del laboratorio.

Sacó una hoja de compromiso, la puso en la mesa y cogió una pluma con su tinta de una mesa cercana.

- Albedo: "Solo tienes que firmar esto, si no me crees, puedo enseñarte la hoja que firmó ella". Dijo tras dejar todo en mis manos.

Ahora era yo el que tenía que pensar que decir o cómo actuar en aquella situación. Todo podría salir o muy bien o muy mal. Seguía teniendo mis sospechas ante su experimento, pero no dudé en mantenerme firme ante aquella situación.

Cogí la hoja y leí detalladamente cada palabra para que no pareciera muy obvio que no estaba nervioso y estaba centrado como en mi trabajo en la sede de los Caballeros cuando el tema se vuelve serio.

- Kaeya: "(Con que el proyecto iba en serio... ¿No hay ninguna cosa para ver si es realmente verídico todo esto y no me está engañando?)". Pensé al ver que era probable que no esté mintiendo. Solo debía mostrar las pruebas de que sí que obtuvo una voluntaria.

- Kaeya: "¿Puedo ver lo que firmó la mujer que vino? No es que no me fie, de hecho, te ayudaré, pero necesito ver la otra firma". Dije de pronto al subir la mirada para verle desde el sofá.

Albedo de repente abrió los ojos un poco. Parecía no esperar que le pidiera tanto. Cogió la carpeta y la abrió para sacar el documento de la mujer que le ayudó como voluntaria.

- Albedo: "Antes decías que no me fiaba de ti... Mírate ahora a ti, pidiendo los papeles para comprobar si es verídico o no lo que digo. Qué pena... ¿Perdiste confianza conmigo?"

Albedo movió la cabeza de lado a lado con los ojos cerrados mostrando cierta decepción.

- Kaeya: "No lo creas. De hecho, si no confiara en ti, ¿crees que hubiera accedido a esto?" Dije.

Miré el nombre de la persona y su firma, y vi que era Sacarosa, me había mentido en creerme que era otra persona de Mondstadt, pero no podía decir nada, ya que debía que Sacarosa hubiera ayudado antes a Albedo que otra persona.

Lo miré de nuevo y lo vi desviando la mirada a otro lado y soltando una risa suave para que no lo oyera. Rodé mis ojos hacia arriba y volví a examinar esos documentos.

Pasaron unos segundos, y por más que mirara a cualquier lado de esos documentos, no venía nada fuera de lo común, no tenía nada que indicara algo sospechoso de ello. Solo me quedaba una sola cosa para saber si todo esto tenía más que un significado, sus palabras y lenguaje no verbal.

Respiré hondo y cogí la pluma, mojandola con delicadeza en la tinta para poder firmar.

Miré con determinación por saber que querría hacer tanto con esos experimentos que necesitaba ayuda y firmé sin duda alguna.

Aunque me seguía pareciendo raro ese encuentro que tuvimos, podría ser por mera coincidencia o no. Debido al ambiente a mi alrededor no me sentía del todo seguro, pero seguiría investigando el porqué y estando atento a todo.

- Kaeya: "Listo, aquí tienes". Le entregué el papel y lo miró. Una sonrisa se formó en su cara y me miró.

- Albedo: "Gracias, Kaeya. Pensaba que no querrías colaborar por la temática de esto". Cogió mis manos y esbozó una sonrisa en su rostro.

- Kaeya: "No es nada, sabes que me tienes aquí para cualquier cosa que necesites". Respondí devolviendo la sonrisa y soltando mis manos de las suyas.

Albedo recogió todo de la mesa y seguidamente comenzamos a conversar un poco para mantenernos despiertos o por lo menos, intentar no dormirnos por ser altas horas de la mañana.