Desaparecido

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Kenny paseaba por los pasillos del supermercado intentando centrar su mente; había leído la palabra "cereales" en la lista trece veces y aún seguía mirando la estantería de enlatados.

Llevaba días con la cabeza en otra parte. Mas concretamente en la repentina desaparición de su acérrimo rival.

Tras su triste intento de volver a ponerlo en ridículo, ha Anthony LaRusso parecía habérselo tragado la tierra.

Tampoco es que Kenny lo buscara, la verdad se a dicha, pero compartían casi todas sus clases y era complicado no notar la ausencia del moreno.

Después, el tiempo fue pasando y todo empezó a parecerle muy extraño.

¿Por qué presentarse el primer día para no entrar a clases y no volver en semanas? ¿Le pasaría algo? ¿Estaría enfermo? ¿Sería por la discusión que tuvieron en los baños?

Un momento, ¿Por qué se preocupaba? ¡Que se vaya a la mierda! Ese niñato lo jodio a base de bien cuando llegó nuevo al colegio, ¿Qué eran un par de palabras en comparación? Nada, no eran nada.

Se puso furioso consigo mismo una vez más, tenía que parar de pensar en Anthony y hacer su compra de una vez.

_ Deja de llenar el carrito con porquerías - oyó una voz familiar no muy lejos -. Llevamos dulces y patatas para un mes.

_ Tenemos cuatro adolescentes en casa, Daniel – con disimulo Kenny se acercó viendo al padre de Robby y al señor LaRusso -. Eso no nos durara ni una semana.

No tenía idea de que los adultos fuesen tan buenos amigos. Según su antiguo sensei, a pesar de tener sus Dojos fusionados, esos dos no paraban de chocar. Silver decía que no se llevaban bien, que no se respetaban y que su unión no llegaría a nada.

Se fijo mejor en ellos notando, como una vez más, ese hombre de pelo cano se había equivocado. Los adultos parecían muy compenetrados; era graciosa la forma tonta en la que discutían, las caras que ponían y como el señor LaRusso rodaba los ojos ante los argumentos del rubio para llevarse toda esa comida poco sana a casa.

_ Anda venga, acabemos con esto rápido. Así puedo invitarte a almorzar en ese restaurante de sushi que han abierto hace nada cerca de aquí.

_ Odias el sushi – le recordó un extrañado Daniel.

_ Sacrificios que uno hace por amor, LaRusso. Yo como pescado crudo y tú, haces la vista gorda con las chuches. ¿Hay trato? - le preguntó tendiéndole la mano.

<<¿Por amor?>> pensó Kenny confuso.

_ Por culpa de tus tratos vamos a acabar todos con el colesterol por las nubes y las arterias taponadas.

_ ¿Eso es un sí?

_ Si – dijo suspirando con resignación el de ojos oscuros estrechado su mano.

El más alto sonrió tirando del otro hombre, le rodeó los hombros con un brazo y le dio tres cortos besos haciéndolo sonreír.

Si su cabeza estaba echa un lio antes, ahora, no sabe que pensar con respecto a nada.

******

La frase: "uno recoge lo que siembra", había tomado más sentido que nunca para el joven Payne.

Pensó que en el instituto empezaría de cero. Obviamente, estaba equivocado.

Lo sucedido con Anthony durante el verano había llegado a oídos de todos. Eso fue lo peor que le pudo pasar.

La gente le tenía miedo. Lo esquivaban en los pasillos, apenas le hablaban, no querían sentarse en la misma mesa que él a comer y podía ver el terror en sus ojos si chocaba con alguien por accidente o algo similar. Como si esperasen que explotara por cualquier tontería.

InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora