La vida y sus giros

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Kenny sabía que la vida daba muchas vueltas, pero nunca pensó que la suya girara tanto en tan poco tiempo.

Han pasado ya meses desde esa primera salida casi forzada que tuvo con Anthony, para su total asombro, el curso está por acabar.

Consiguió convencer al moreno de no abandonar el instituto y fue divertidísimo ver las caras de todos cuando los vieron saludarse con familiaridad, charlar por los pasillos, sentarse juntos en clase y comer en la misma mesa.

Resetear con LaRusso no fue tarea fácil, se habían hecho muchas putadas y los primeros días tuvieron sus ratos incomodos.

Sin embargo, una vez lograron relajarse y no estar en guardia esperando un golpe que no llegaba, descubrieron la cantidad de cosas que tenían en común y lo bien que encajaban sus personalidades.

Pasar casi todo su tiempo juntos, acabó trayendo unas consecuencias completamente inesperadas para Kenny.

Fue en una de las múltiples noches en las que su madre invitó a cenar a su amigo, encandilada por lo amable que era Anthony, que lo supo.

Estaban sentados en el salón, para su vergüenza, viendo fotos suyas de pequeño a petición del moreno que no paraba de reír ante las anécdotas que su madre le contaba. Cuando destapó su cara, Anthony lo miraba con una sonrisa que su mente solo pudo catalogar como "preciosa".  Su estómago dio tal vuelco que lo dejó descolocado.

Con el pasar de los días, se fue dando cuenta de que, si, efectivamente, Anthony le gustaba muchísimo; era inteligente, divertido, un poco picajoso cuando juagaban video juegos, parlanchín, cariñoso y una completa monada.

Quiso autoconvencerse de que se le pasaría, no quería joderla ahora que se llevaban tan bien, pero tuvo que aceptar que estaba coladito por su amigo, coladito de verdad.

Lo tenía tan fascinado, que cuando dormían juntos, Kenny podía pasarse horas observando al moreno como si fuera la mayor maravilla del mundo.

<<Son camas grandes, ¿Qué más da? Así es más divertido>> le soltaba Anthony cada vez que intentaba dormir en otra parte que no fuese con él.

<<Me encantas, idiota. Me muero por volver a besarte y tenerte tan cerca sin poder tocarte es una tortura>> gritaba en su mente mientras que con una tensa sonrisa le decía: <<Tienes razón>>

Y allí estaba precisamente, tumbado en el gigantesco colchón de su amigo esperando que este saliese del baño.

Había llegado hace un rato, lo recibió un muy frustrado Johnny porque no era capaz de poner en marcha la nueva cafetera táctil que había comprado su pareja. Encontrar al padre de Robby peleando con cualquier aparato tecnológico era ya algo cotidiano para Kenny, por ello, una vez más, se apiado del rubio y lo ayudó a prepararle un café a "su hombre".

El señor LaRusso apareció poco después recibiendo la taza que le tendia Johnny con una enorme sonrisa, besando al más alto con cariño dándole las gracias y diciéndole a él que Anthony estaba duchándose porque habían estado entrenando un poco, que podía esperarlo arriba.

Entró en la más que conocida habitación, soltó sus cosas en el escritorio, se sentó en la cama dejándose caer hacia atrás y cerró los ojos dispuesto a relajarse un poco.

_ Arriba, bombón - dijo Anthony dándole golpecitos en la pierna cuando entró -. Si te duermes estarás tontorrón un buen rato.
_ Tienes que dejar de llamarme así - le ordenó señalándolo con un dedo.
_ ¿Tontorrón?
_ Bombón - lo corrigió sintiendo su cara arder -. No tiene gracia.

Hace un tiempo, una chica en el instituto empezó a coquetear con él importándole poco quien estuviese delante. La palabra dulce siempre aparecía y, cada vez que esto pasaba, el moreno sonreía de esa manera que le ponía los pelos de punta.

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⏰ Última actualización: Aug 15 ⏰

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