CAPITULO 30

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Aquella noche que la torre se derrumbo,

el dragón también quedo libre...



-¡Mami!- el pequeño de ojos azules entraba corriendo a casa

-Hola querido, ¿Dónde estaban?- beso su frente acomodando su cabello

-Fuimos al Futbol-

-Bien, bien, bueno ahora ve arriba y alístate para dormir ¿bien?- Jolene le besaba la frente mientras la empleada le estiraba la mano para recibirlo

-¿Qué sucede?- Leonardo la miro mientras caminaba hacia la cava del departamento

-Te he llamado toda la maldita tarde, Carlo te ha buscado hasta debajo de las piedras-

-Sabes que nunca enciendo el teléfono cuando estoy con Milo, lo sabes, no creo que sea nada urgente-

-En eso tienes razón, no es algo urgente- se cruzó de brazos mirándolo con una media sonrisa

-No te hagas la graciosa, dime lo que pasa. Finge ser una esposa buena- regreso aquella burla

-Tomas De Luca ha muerto-

-¿Qué dices?-

-Para eso te buscaba Carlo, al parecer...- no pudo terminar la frase cuando lo vio pasarle por el lado.

Desde que le hicieron firmar su renuncia al consorcio de los De Luca jamás volvió a mencionarlos, pero Jolene había aprendido a conocerlo, sabía perfectamente cada paso que daba y la manera en la cual mantenía observado a quien fue su suegro.

Así que esto se salía de sus manos y si algo no toleraba era no tener el control.

Jolene y Leonardo tenían seis años juntos, la maternidad le compro un pase a la paz con quien fuera el padre de su hijo. Era un gran padre, jamás se perdía los eventos de Milo y frente a él, daba un gran ejemplo de lo que era el amor.

Lejos de aquel trato pocas veces le visitaba de manera sincera, aunque siempre la cuidaba, las veces que Juliet se atrevió a pararse en su puerta la llevo de regreso por donde vino; pero jamás negó nada que tuviera que ver con ella.

Al principio de la historia ella juzgo a Maxine, y sintió tanta envidia de no lograr ni la mitad de lo que ella logro en la vida de quien amaba. Muchas veces se consoló a sí misma, diciendo que pronto sanaría su corazón, pero no fue así, pisoteo su orgullo innumerables veces mientras estuvo embarazada y conoció sus bajas paciones, aquellas que pocas mujeres podrían satisfacer y las únicas que jamás busco en Maxine, porque ella, con el simple hecho de existir le llenaba.

Ya no sentía celos, ahora también sentía lastima.

Muchas veces se preguntó ¿Por qué yo no? ¿Por qué Maxine? Estaba cansada, cansada de recordar la manera en la que él la miraba en vida, ¿Por qué ella sí? Desde que lo conoció no hizo nada más que seguirlo y amarlo de manera sincera y aunque su desespero la llevo a querer atarlo a su costado, sus sentimientos no cambiaban. Ella lo dejo, le rompió el corazón, le exigía un amor que no pudo darle, o más bien que no pudo demostrar, pero con ella no tenía que hacer nada, Jolene lo amaba sin que tuviera que hacer nada, jamás hizo nada con ella que saliera de sí mismo, pero cumplió todos sus deseos desde que supo que compartirían un hijo.

"Que feliz debes de sentirte con un hombre así" le decían sus amigas al ver su vida llena de lujos y atenciones; no podrían estar más equivocadas, nada de ello tapaba su soledad, el ver un escándalo tras otro y que ahora ni se preocupara en ocultarlo. Fue hasta que Milo cumplió cuatro años que comenzó a ser discreto, por sus propios motivos egoístas; no quería que su hijo le mirara con desprecio y a eso se le sumaban algunas caricias que le daba con tal de parecer cercanos sin serlo.

VillanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora