CAPITULO 35

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A quien le importa?
A quien le importa?
La tristeza del diablo
No, yo no soy
Aquel que les hacen creer...


La vida era una hija de puta, lo era, y sobre todo cuando de Leonardo se trataba. Cuando subió al auto después de ver nuevamente a Máxine, el mundo entero se le rompió en la espalda, era inútil cuestionarse si podía o no creerlo, porque aquello era toda una puta verdad y ya no tenía dudas. No podía preguntarse si fue o no llevada a la fuerza, la verdad le escupía en la cara una y otra vez.

Mientras la noche le daba en el rostro de pie en aquel puente  repasaba mentalmente cada uno de sus errores. Enamorarse de ella fue el principal, y para un fin coherente también el único error que cometió en su vida. Envenenarse con su piel y elevarla al mismo nivel de dios, eso fue avasallador, y al mismo tiempo terriblemente cruel.

Mientras esa noche pasaba, un deseo infantil nacía en su pecho, nunca jamás deseo ser nadie más que él, nunca pensó en la remota posibilidad de cambiar su vida por la de alguien más, pero mientras miraba a ese par de la mano... de verdad deseo ser Kemal.

Ese hombre tomo todo lo que un día fue suyo y lo hizo brillar. Jamás pudo hacer eso, porque incluso él no era más que oscuridad. Miro sus manos aun con aquel anillo de matrimonio y recordó aquellos diminutos anillos en la mano de Máxine, eran tan delgados y sencillos, pero significaban más que esa gran argolla con gravado ostentoso.

Las voces ajenas le dieron luz de una vida que solo podía imaginarse, Seher Demir se casó en una hermosa boda intima en el jardín donde ahora corrían sus hijos. La vida los bendijo con prosperidad, y esa chica paso de trabajar en diversos restaurantes en Turquía a tener un lugar, uno de verdad, donde la gente reservaba con meses de anticipación para comer, tenía un par de cafeterías también, estas regalo de su familia política.

Era una chica sin nada que conquisto a Kemal, y que creció por si sola. Esa era una historia enternecedora, más si el la completaba con lo que sabía. Era una mujer que lo tuvo todo, grandes fiestas, una boda enorme, pero que nunca estuvo completa, incluso cuando amo, cuando de rodillas juraba que solo amaría a una persona en toda su vida. Que mentirosa pudo ser, porque al primer esfuerzo de alguien más por ofrecerle una nueva vida ella salto sin dudarlo.

Salto...

Ella salto...

Después de todo si lo hizo...

Salto hacia una vida que él jamás podía llegar a darle, hacia un amor que era mucho más entero que aquel que le carcomía el alma. ¿Por qué ahora era feliz? No era justo, si ella murió debió quedarse muerta, era verdad que miles de veces deseo que aquello fuera una mentira, porque la culpa no le dejaba en paz por las noches y la vida frente a sus ojos parecía partida, pero ahora mismo, no podía desear nada más que su muerte... porque verla enamorada de alguien más, de la mano de alguien más, con hijos de alguien más... era aterrador, era vaciar sus pulmones cada vez que pensara en ella, esperando que todo fuera una pesadilla.

¿De verdad fui tan bastardo?

Se preguntaba golpeando sus puños sobre el puente. Claro que lo fue, y lo sabía, él era la parte de Seher que jamás sanaría, esa herida podrida y sin cura que tendría que ocultar toda su vida. nunca tuvo más miedo que a su lado, nunca se sintió más poca cosa que con él, no importaba cuanto la amara, el ardor que le profesara, ella ahora sería una parte de él que jamás podría ser suya y el la herida que cargaría en su piel hasta que muriera.

Se pertenecían en el dolor, y esa era la peor pertenencia que podrían tener en toda su existencia.

-¿Qué haces aquí?- Jolene bajo las escaleras corriendo al verlo desplomarse en su entrada-¿Dios que te paso?- lo miro llorando como un niño y con los puños destrozados

VillanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora