Capitulo II - Cerecita

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Brooklyn le estaba contando todo lo que había pasado en el club (todo sobre el rubio) a Dawnesha, quien solo oía y comía el pastel que el chico del que la pelirroja no paraba de hablar había horneado.

-¿¡Porque no dices nada!? ¡Te estoy contando que este tipo tiene algún tipo de imán que me atrae y tu solo devoras su pastel! - Brooklyn estaba un poco alterada, nunca había sentido un interés tan inexplicable por alguien que acababa de conocer y la persona en la que buscaba apoyo se estaba atragantando con una torta de chocolate.

-Yo digo que lo seduzcas para seguir comiendo estas delicias, ¿Te imaginas comer un plato de restaurante gourmet diario? ¡Seria un sueño! - Decía la afroamericana con la boca aun llena del dulce.

-No me estas ayudando en absoluto, solo estas pensando con el estómago, ¿y si es un patán que seduce con sus increíbles poderes culinarios?

-Si lo llega a ser al menos habrás disfrutado sus delicias por un tiempo, creo que vale la pena el riesgo. Además, sería por lejos lo más interesante del año, ¿o crees que pasará algo más divertido en esta cárcel?

La morena tenía un punto, después de todo los alumnos pasaban meses enteros en esa escuela, los más afortunados pasaban vacaciones con sus familias. Después de todo era una escuela para esos niños y adolescentes descendientes de familias demasiado ricas y ocupadas para recordar que tienen hijos. Prácticamente vivían en la escuela, todos los alumnos tenían sus dormitorios, y nadie podía salir del recinto escolar los fines de semana. Las diferencias a una cárcel no eran muchas.

-Mi vida no es una novela Nesha. - Siguió Brooklyn. - Talvez después de un tiempo dejé simplemente de interesarme, solo dejaré que pase lo que tenga que pasar.

-♡-

Estaba terminando de almorzar, de nuevo, a unos minutos de coincidir con el rubio después de no verlo por más de un día, estaba emocionada, llegó a la conclusión de que su interés era porque Alexander era atractivo, nadie lo podía negar, era normal sentirse atraída por alguien lindo además, había demostrado saber bastante de repostería, definitivamente aprendería mucho con el a su lado.

-Bueno yo ya me voy con mis libros, nos vemos luego. - Dawnesha ya se había levantado de la mesa donde almorzaban, impaciente como siempre para irse a leer.

Una tercera persona comenzó a reír, era Miriam una chica que comía con ellas de vez en cuando, no era exactamente su amiga pero era una tipa agradable aunque en ese exacto momento actuaba como si se hubiera contado un chiste súper divertido a ella misma, Brooklyn solo la miro confundida y ella hablo.

-Es solo que… ustedes son muy diferentes, ¿Cómo pueden llevarse tan bien? - Decía Miriam aún entre risas, Dawnesha ya se había ido pero Brooklyn se quedó en silencio un rato, pensando.

La verdad es que si eran muy diferentes, Dawnesha era morena, ojos oscuros, cabellos rizados hasta la cintura del mismo tono, pasaba horas cuidando su rostro y su cabello, escogía su ropa con semanas de antelación y adoraba meterse en libros, talvez más que maquillarse. Brooklyn por el contrario se teñía de rojo cada semana, la morena siempre quería matarla por joderse tanto el cabello, tenia un corte por capas hasta los hombros y apenas se peinaba, ojos marrones cansados, ojerosos, piel tan clara que preocupa y algunas pecas claras esparcidas por sus mejillas, tampoco poseía un estilo muy trabajado, se basaba en Jeans y camisas cómodas.

-Bueno… A los dulces se le suele echar un poco de sal para potencia el sabor, supongo que también aplica para nosotras. - Por alguna razón Brooklyn había recordado la enseñanza que le había dejado el rubio, pero tiene sentido, los opuestos siempre se llevan mejor.

-♡-

De nuevo en el club, esta vez estaban aprendiendo a hacer crema chantilly para decorar un pastel de vainilla, el pastel ya se había horneado, esta vez no se le había quemado a Brooklyn (le hizo caso a Alexander) y intentaba batir las claras para tener una crema blanca de lo más simple pero como que no le estaba saliendo ya que Alexander la miraba con una cara de profunda decepción.

-No es así como se hace… - Alexander se coloco detrás de Brooklyn para que esta dejara de bailar con la mezcladora, posteriormente el rubio coloco sus manos sobre las de la chica, inclinando el tazón con las claras y el azúcar ligeramente y moviendo la batidora hacia un rincón del tazón. - Al inicio tienes que mezclar las claras en un solo rincón, cuando ya se allá formado la crema blanca puedes mover la batidora a voluntad hasta que puedas darle vuelta al tazón sin que la crema caiga.

Brooklyn intentaba prestarle atención a la explicación del chico pero no era trabajo fácil… Las manos cálidas del rubio sobre las suyas le daban un toque seductor al ambiente y sentir la respiración de este detrás de su oreja no ayudaba a bajar el ardor de sus mejillas pero el hablaba de manera tan… profesional que se sentía fuera de lugar por estar avergonzada de la situación.

Justo después de que Alexander terminará su explicación se movió un poco hacia un lado para poder ver a Brooklyn a la cara sin mover de lugar sus manos que, a comparación de las de Brooklyn eran más grandes y elegantes, casi tan elegantes como el, y le sonrió como si de un niño contándole algo que aprendió en la escuela a su madre se tratase, sus dientes eran tan perfectos como las delicias que hacía y las pequeñas arrugas de sus ojos le daban un toque adorable… ¡Maldito rubio!

-Creo que ya entendí ¿Podrías devolverme mi espacio personal? - Fue lo único que Brooklyn pudo decir para conservar un poco de su dignidad.

El chico se alejo aún sonriendo, por más que Brooklyn intentará ocultar sus nervios el tono de sus mejillas la delataba, por suerte Alexander no mencionó nada al respecto, talvez no lo hubiera notado ya que comenzó a decorar su pastel mientras veía de vez en cuando que Brooklyn no la cagara.

Para cuando Alexander ya prácticamente habia terminado de decorar su pastel como si fuera una obra de arte, Brooklyn apenas había hecho un remolino con la crema que más que eso parecía un mojón blanco… Cuando Alexander levantó la vista para observar como iba Brooklyn no pudo evitar reírse, se giro hacia otro lado y se tapo la boca con una mano para que la chica no notará su burla pero fue en vano.

-¡Lo estoy intentando! - Replicó la pelirroja a sus risitas con un toque de molestia.

-Lo se, lo se, pero no puede ser posible que te deje 5 minutos sin supervisión y hagas eso. - Decía el rubio aun entre risas, cuando por fin pudo controlarse agarro la manga pastelera y llamó la atención de Brooklyn. - Te enseñaré como se hace, presta atención, ¿si? – Y comenzó a hacer lentamente una gran espiral en el centro de su pastel para mostrarle a la chica el movimiento que debía hacer. – Te toca.

Brooklyn agarro su propia manga y intento hacer lo que Alexander le había mostrado de manera un poco torpe. Esta vez si parecía más un remolino aunque no se comparaba con el de Alexander, estaba mucho más decente que el “mojón blanco”, cuando Alexander le sonrió con satisfacción siguió repitiendo el movimiento por toda la cima del postre y finalizó su decorado colocando pequeñas bolitas de chocolate junto a cada remolino, Alexander hizo algo parecido para terminar, coloco una cereza sobre el gran remolino localizado en el centro de su pastel.

Aunque el pastel del rubio se viera mil veces más profesional, Brooklyn estaba muy orgullosa de su trabajo, había mejorado muchísimo desde la última vez que estuvo en el club, y termino justo a tiempo ya que faltaban pocos minutos para terminar.

Uno de los encargados del club se acercó a Alexander con la intención de llevarse el pastel que hizo el para venderlo el lunes en la cafetería, el acepto sin problema, al parecer no era la primera vez que hacía eso ya que el encargado reconocía lo bien que cocinaba el rubio, Brooklyn solo comía un pedazo de su pastel (que había quedado muy bueno) mientras esperaba que pasará el tiempo.

Cuando sonó el timbre tanto Alexander como Brooklyn arreglaron sus cosas para ya irse, aunque el chico estaba listo primero porque el no tenía un pastel que llevar…

-Nos vemos el lunes, cerecita. - Dijo el rubio levantándose de la silla y alejándose con una sonrisa, dejando a Brooklyn confundida.

-¿Como que cerecita? – El rubio estaba lo suficientemente cerca para oírla pero no se giro para responderte.

-Me das vibras de eso. – Dijo levantando los hombros para restarle importancia y solo desapareció por la puerta…

Cocinando nuestro amor (Titulo temporal) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora