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El silencio fue abrumador después de que ese Lionel dijera aquello, Guillermo lo veía sorprendido y con un rojizo decorando bajo sus ojos, ya que solo sintió como este se encontraba en silencio, encima de sus piernas, y como lentamente fue frotándose encimado de su miembro el cual, aun seguía dormido, no respondía a los toques, pero igual, con ello se apreciaba sus ojos conectados, ambos marrones sin desviar ni un centímetro alguno de ese ambiente que se había puesto, extraño.

—¿Quieres jugar un juego? —con cinismo lo dijo, en esa tranquilidad alguna, viendo como Guillermo en sus manos temblaban, se sentía extrañado de la fricción suave que le brindaba el argentino, viendo como con ese mismo nervio desvíaba su rostro, tembloroso de su labio inferior.

Disfrutaba que ni siquiera habían comenzado algo más candente, y este ya se encontraba en un punto nervioso.

—n-no, esto no está bien, eres mi esposo, pero... n-no lo eres, se enojará y, y-y esto es tan, extraño —estaba entrando en desesperación el chico de hermosos rulos, solo viendo como Lionel por fin detenía su movimiento ritmico, como si fingiera embestidas encima suyo, aunque esta vez, fue la curiosidad e incertidumbre del porque se detuvo.

—este será el juego... Están todos dormiditos, ¿Débiles, no? Si emites algún gemido que los despiertes, tu pierdes, si no lo haces, ganas... Tan sencillo, y te dejaré en paz —su voz era la única calmada.

Guillermo apenas iba a negarse, pero no supo ni en qué momento el contrario lo sostuvo de sus manos y lo inmovilizo en el sofá, tirando el libro que estaba leyendo a la lejania, a Lionel tranquilo no le interesaba eso, lo único que tenía ojos en ese momento era sin dudas a Guillermo, ver ese rostro dócil y como torcia sus cejas por lo que estaba haciendo, le parecía sorprendente que con solo unos toques este ya se encontraba sumiso ante el.

Su boca ladeo en una media sonrisa, sintiendo esos inútiles forcejeos en sus brazos, puede parecer alguien escuálido, pero la fuerza que poseia era sin dudas una enorme, tan grande que ni siquiera él podía tumbarlo.

Se encontraba en problemas.

Aunque, ahora Lionel aún se mantenia encima suyo, no quería que tratara de levantarse, para ser un pequeño hombre, sus piernas eran las más poderosas en ese caso, y lo mantenía estable en el sofá.

Guillermo vio como se acercó para besarlo, y al momento de sentir sus labios chocar en los suyos, una fuerte corriente pasó por todo su ser, al momento de sentirlo, un jadeo placentero paso por la cobertura de sus comisuras, un beso que no tenía nada de tranquilo, ritmico, teniendo ese sazón de fervor, la ansia de querer ir más hacia allá, y aunque quería sentirse incómodo... No, no se sentía incómodo.

Aunque algo exaltó a Ochoa, fue sentir que una mano del Lionel pasó por su regazo, volviendo a tantear su pecho— ¡N-hn! —trato de separarse de ese beso pero no lo logró, está se mantuvo allí, una mano de Messi lo mantenia atado, mientras la contraria ya estaba iniciando alzar su camisón, no fue fácil en el momento de alzarlo, este era de lo más sencillo para hacerlo.

Sus manos eran frías, estás pasaban juguetonamente parte de su abdomen, bajando travieso hacia su vientre, hacia esos movimientos que ponían los pelos de punta para Guillermo, eran escalofríos placenteros, no le incomodaba, pero esta vez, estando con su rostro caliente, sintió el camino de esa mano a su pecho, era como si brazas fueran puestas en su piel tan cerca, hirviendo, como si se contrajera, cerro sus ojos en lo que sintió ahora como Messi mordía su labio inferior, obligandole a suspirar por el picor que le causo aquello.

¿Amores? [MESSI'S X OCHOA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora