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— ¿Cómo que no están?
— Lo que escuchaste, no hay nadie.
Esa llamada fue hace días. En ese tiempo, no tardó en notar la guerra que se gestaba entre la Port Mafia, Guild y la Agencia de Detectives Armados. Supuso que se escondieron, dado que llevaban la desventaja en número y habilidades.
Violet caminaba tranquila por la estación del tren, pero no se sentía así. Tal y como le dijo a Ryu, mandó a Ronin por él a la Agencia, pero no había nadie cuando llegó.
Maldijo a Dazai y a toda la Agencia. Ella era cruel, pero no hipócrita. Y solo los verdaderamente malos usarían a un niño como moneda de cambio, ella lo haría.
No le tomo mucho averiguar dónde se encontraba Dazai, mucho menos le costó ir a afrontarlo. Le daría una golpiza, y no necesitaba poderes para hacerlo.
Se quedó quieta, observando a un joven con partes de tigre atacar a dos niñas, pero Dazai no estaba por ningún lado. Aunque el éxtasis le llegó a notar a un niño de cabello bicolor y espantosa muñeca.
— Veo que Mori aún no te mata— habló acercándose, aún así mantuvo la distancia.
— Escuché que estabas viva. Con gusto te mataré dolorosamente.
— No siento dolor— dijo con una sonrisa.
— Entonces, no eres humana.
Su mano crispo al mismo tiempo que el joven tigre se quedaba inmóvil, con una mueca de dolor plasmada en sus facciones.
— ¿No te habían encerrado?— pregunta con una sonrisa—. Luego de lo que hiciste, cualquiera creería que aprendieron la lección.
— Me ordenaron atacar a los detectives, pero no dijeron que no podía dañarte a ti— Q intentó acercarse, pero ella lo impidió.
No era dolor, pero su cuerpo estaba inmóvil, no respondía a sus pensamientos. No, respondía a la voluntad de Violet.
— No te sientas mal, nadie es inmune a mi habilidad— habla acercándose a las niñas—. Todos sienten dolor, esa es mi ventaja.
