chp. OO1 | 𝐁𝐀𝐍𝐐𝐔𝐄𝐓𝐄

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EL ALEGRE RITMO DE la música flotaba por el lujoso salón de baile

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EL ALEGRE RITMO DE la música flotaba por el lujoso salón de baile. Dentro de este, chicos y chicas nobles de toda la capital habían sido invitados para este especial momento en sus vidas.

El banquete debut era una celebración especial que solo se hacía una vez al año dentro del imperio.

Un día especial en donde a tanto jovenes y señoritas se les habrían la puerta a la sociedad, dándoles la oportunidad de convivir y crear lazos en un ambiente más maduro.

Las señoritas se aglomeraban en grupos pequeños susurrando entre sí. Mientras los jóvenes entablaban conversaciones entre tartamudeos y sonrojos con algunas.

El primer baile estaba a unos minutos de comenzar, y la princesa Ariana observaba a las señoritas a su alrededor con una sonrisa.

Estas no se cansaban de adular su peinado y vestido esta noche, para ser sincera, Ariana estaba comenzando a sentirse mareada por tantos cumplidos, pero debía seguir sonriendo como le enseñó su madre.

Aún con todo, Ariana se sentía bien. Fue una suerte que su cumpleaños cayera el día del banquete, pero no podía estar más extasiada por esto.

El vestido que portaba se aferraba hermosamente a su recién maduro cuerpo golpeado por la pubertad. Un vestido color índigo con volantes en diferentes tonos de celeste y blanco. Un sorprendente escote de corazón con varios lazos y joyas incrustados en él.

Observó a su padre, el emperador, desde donde estaba sentado en su trono.

Un trono que algún día sería suyo.

Su presencia se sentía por todo el salón, llamando la atención de los jóvenes y la de los demás invitados aquí para vigilar con ojo de halcón a sus hijos.

Ariana sonrío con suficiencia. Sí, esta era su noche.

Y entonces, rompiendo el mundo de Ariana, las enormes puertas del salón principal del palacio se abrieron. Todas las miradas de los nobles se dirigieron a ellas.

Por ahí, como sentencia de muerte para la única princesa del imperio, pasó lo inimaginable.

De la mano del hijo mayor del ducado Krytiel, había una chica. Preciosos cabellos dorados fluían por su espalda, ojos verdes brillantes cual esmeralda y una suave sonrisa posada en sus belfos rosado.

El hermoso vestido blanco que portaba le daba un aire angelical, sin ninguna joya a la vista más que un recatado collar de perlas y otras que adornaban su peinado.

Parados frente al emperador, las palabras pronunciadas por el joven duque volvieron a la nobleza de Arbezela y el continente un caos.

—Su majestad, sol del imperio, estoy aquí hoy frente a usted, para presentarle a Aurora De Secramise; su primera hija.— el joven duque bajó su cabeza en señal de respeto al hombre que se encontraba en el trono frente a él.

𝐄𝐍𝐂𝐀𝐍𝐓𝐀𝐃𝐎𝐑𝐀 | las joyas de la princesa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora