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| Draco Malfoy |

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| Draco Malfoy |

Definitivamente la estadia de Draco con Scorpius en Francia se habían alargado más de lo esperado.

La razón era clara, Scorpius había estado tan emocionado por conocer todo que Draco estuvo días para animarse a decirle que tenían que volver. Aunque él tampoco quería hacerlo.

Durante el viaje, su hijo parecía otro, tal vez fue porque le prohibió que llevara más de dos libros y no le quedó otra que hablar, o tal vez había sido la única vez después de un largo tiempo que estuvieron solo los dos. Sin embargo, esa última opción era la que menos quería que fuera.

Cuando despertó esa mañana del lunes, lo primero que pensó fue que debía ir a la Colonia de Scorpius y averiguar la información de contacto de su amigo, Eros Bernard.

Scorpius le había dicho que el niño era Francés, por lo que Draco esperó con todo su corazón que el motivo por el cual había dejado de ir a la Colonia era porque se encontraba en su país y no por lo que su hijo temía, que era que Eros haya decidido no ser más su amigo.

Era temprano cuando bajó al comedor, por lo que se sorprendió al ver a Scorpius allí sentado. Luego recordó que esa misma mañana comenzarían sus clases de Francés con el hijo de la señora Dubois, su antigua profesora.

- ¿Y estás tan emocionado que te levantaste a las 7 de la mañana? - le había preguntado mientras le robaba un sorbo de su bebida, asqueandose al ver lo dulce que estaba.

- No. - contestó el niño, aún cansado. - Me levanté porque la clase es... - miró su reloj en su muñeca. - ... En 20 minutos.

Draco no recordaba hacer aceptado ese horario, pero justo cuando estaba por decir algo, su madre llegó por red Flu.

- ¿No podías coordinar en otro horario? - le preguntó.

- Buenos días. - Narcissa lo ignoró completamente mientras caminaba hacia ellos. - Contestando a tu pregunta, no. Era el único horario disponible que tenía.

Draco maldijo internamente, quería estar presente, pero sabía que no había manera de faltar a la oficina esa mañana. Así que después de compartir unos minutos más con su madre y su hijo, se fue a trabajar con el peor humor que poseía.

Un humor que empeoró al llegar a la oficina. Sabía que cada día que pasaba en Francia, era una carpeta más en su escritorio, por lo que no tendría que haberse sorprendido de la cantidad de papeleo que tenía en él.

- Señor Malfoy. - escuchó la nerviosa voz de su secretaria. El rubio ni siquiera quitó los ojos de lo que estaba leyendo. - El señor Potter quiere que usted mismo le lleve los papeles de la habilitación. Fue en ese momento que decidió alzar la mirada, sin decir nada para pesar de su secretaria. - Los papeles de habilitación de...

- ¿Dijo por qué? - la interrumpió. Si algo podía hacer que ese lunes empeore, era aquello. - ¿Esos papeles no tendrían que haber sido entregados en diciembre?

LYRA | dmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora