𝐂𝐚𝐩 3: 𝐒𝐞ñ𝐨𝐫 𝐝𝐞 𝐃𝐫𝐚𝐠𝐨𝐧𝐞𝐬

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—¡Espera, Sero! ¡Ella no estaba haciendo nada malo!

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—¡Espera, Sero! ¡Ella no estaba haciendo nada malo!

     Hanako era arrastrada por los pasillos de la fortaleza de los dragones mientras forcejeaba con el de la raza de los dragones de cabello y ojos negros. La piel expuesta de sus pies rozaba a ratos contra la piedra forjada de la estructura, por lo que raspones y rojeces comenzaban a brotar en la piel de la humana.

     No obstante, aquello no era significativo para la mujer que seguía batallando y largando patadas de forma arisca a pesar de las pesadas esposas que se cernían a sus muñecas.

     Kaminari se movía con los otros dos sujetos de forma angustiada. Trataba de frenar a Sero y de hacerlo entrar en razón, pues sabía que lo que se avecinaba volcaría un mar de eventos desafortunados sobre la fémina.

     Un gran salón fue el destino al que llegaron ambos de la raza de los dragones y la humana. Una estancia de techo inmenso y con solo unas pocas columnas donde muros se podrían alzar, pero que permanecían sin ningún tipo de pared para que hasta el más grande de los dragones tuviera acceso a la sala luego de volar hasta ella.

     Sin previo aviso, el de cabellos negros dejó a Hanako en el piso, cayendo ésta de rodillas y sin poder erguir debidamente su tren superior por el hecho de que el peso de las esposas la obligaba a mantenerse de hombros caídos y los brazos completamente inútiles. Un artículo diseñado para grandes y fuertes bestias por supuesto que se comía a la humana.

—Kaminari, son órdenes de Bakugo —habló serio y lleno de incertidumbre Sero.

     El de cabello negro sabía que un humano jamás podría significar un problema para los dragones, pero era evidente el enojo de su señor con la mera presencia de esa mujer en las tierras.

     El destino de Hanako era un misterio para los tres. Sin embargo, solo los dragones sabían que ella estaba próxima a ser enjuiciada por nada más y por nada menos que por el Señor de Dragones.

     La fémina seguía moviéndose sin éxito alguno de escapar. Sus rodillas estaban clavadas en la piedra y mirar sus brazos prácticamente derrotados no le causaba más que frustración.

     Pensar en algo era lo pertinente. No obstante, pisadas acompañadas de profundos ecos se acercaban desde el otro extremo del gran salón; desde atrás de un imponente trono que se hallaba libre de algún rey que estuviera a la altura de éste.

     La figura que se acercaba dejó de ser iluminada por las antorchas y se terminó bañando con la luz solar de la gran sala cuando se acercó a los presentes en ésta. El mismo rubio cenizo que resultó campeón en el evento lleno de barbarie, se hizo presente y su fiera expresión no fue del agrado para los que ya se encontraban en la sala.

—Bakugo, puedo explicarte todo. Por favor-

     El de ojos dorados, que se adelantó a cualquier temible frase que pudiera lamentar proveniente de Bakugo, se acercó al rubio cenizo anticipando lo que sea que pudiera suceder. Sin embargo, el recién llegado apartó a Denki de un solo empujón que lo hizo tambalear.

𝐓𝐡𝐞 𝐃𝐫𝐚𝐠𝐨𝐧'𝐬 𝐇𝐞𝐚𝐥𝐢𝐧𝐠 [𝗕𝗮𝗸𝘂𝗴𝗼̄ 𝗞𝗮𝘁𝘀𝘂𝗸𝗶 × 𝗢𝗖]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora