Capítulo II

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Narra Helena

El taxi tardó cinco minutos en llegar aproximadamente, habían cientos de coches fuera del aeropuerto, me costó algo encontrar el que seria mi vehículo de transporte hasta llegar a mi destino. Por suerte el conductor, muy joven y muy amable, se dió cuenta de mi profunda desesperación buscando mi uber con la mirada. El piloto salió del coche saludandome con su mano derecha, mi persona sintió alivio, le respondí con una simpática sonrisa.

- Helena: Que desesperación, encontrar un vehículo a tu disposición en un sitio como el aeropuerto de una de las ciudades más grandes de España
- extendí mi mano -.
Por cierto, me llamo Helena - sonreí -.

- X: - extendió su mano, aceptandome el saludo -.
Encantado, soy Hugo. - sonrió -.

Nuestras miradas se quedaron conectando por unos instantes, para mí era un chico muy agradable de ver, físicamente tenía los rasgos perfectos. No era muy alto pero me sacaba dos cabezas tranquilamente, no estaba muy fuerte pero para mí, era ideal, ya que no me gustan nada los tíos croissant. Su pelo color oscuro y rizado combinaba perfectamente con sus ojos verdes esmeralda, y aun que tenían un color marrón, contenían un brillo radiante. Su nariz, perfecta, y su sonrisa blanca como la nieve. Sentí un golpe de suerte al haberme cruzado con él en éste comienzo del viaje. Creo que estoy teniendo mucha suerte últimamente.

- Hugo: - mirándome a los ojos - Déjame que te ayude con las maletas. - dijo con un tono cálido -.

Momentos más tarde ya me encontraba en uno de los asientos del coche, el de copiloto. Durante el viaje Hugo y yo hicimos buenas migas, me comentó que vivía en Madrid, y me dió su número por si algún día tenía una urgencia. La ruta fué interesante pero por casualidades de la vida ya me encontraba situada en la Ciudad Deportiva de las Rozas.

- Muchas gracias por todo Hugo, ha sido un placer conocerte -sonrío, y extiendo mi mano para pagarle el viaje -.

- ¡Oh! No es nada Helena - negó el dinero - Disfruta de tu viaje, cualquier cosa me das un toque, y sinó lo haces, espero volver a verte algún día - giñó su ojo derecho -.

Segundos después de que saliera del coche, Hugo se retiró dedicándome un último saludo como si no nos fuéramos a ver más, cosa que espero que sí.

Desesperada palpé los bolsillos en busca de mi teléfono, entré en pánico pero revisé mi mochila, y Eureka!, mi corazón dejó de latir a mil por hora. Con el ya en la mano, procedí a llamar a mi cuñado, Álvaro.

Llamada entrante...

- Helena: ¿Álvaro? - pregunté entusiasmada -

- X: Oh... No eres Alice, bién, no sé quién eres pero te pasaré con él. Álvaro! - grita - Una chica quiere hablar contigo - sigue hablando con la voz alzada - ahora se pone, adiós desconcida - ríe-

No sabía de la existencia de ése chico, y todavía sigo sin saber sobre él, pero parecía majo.

- Álvaro: ¡Helena! - dice emocionado - (ahora sí que éra él) ¿ya estás en las instalaciones?

- Helena: Efectivamente, y no sé dónde ir, por éso te llamo, Morata - digo un tanto vacilona -.

- Álvaro: No me gusta nada cuando me vacilas, Petarda. - dice con voz de venganza, él sabe que odio que me llamen así - Te veo en la entrada enana.

Después de que me llamara enana, enrabietada intenté devolverle el apodo pero la señal se contó, o mejor dicho, colgó. Tiene mil y una ideas para hacerme rabiar, aún que sin embargo, acabaré devolviéndoselas de alguna manera u otra.

Amor Incondicional [Pedri González]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora