una mañana hermosa se alzaba ante todos, los rayos del sol entraban en las ventanas del palacio con la alegría de saber coronados a los príncipes ese día, todos gozaban de buen animo, excepto la reina, quien había visto a una de las doncellas salir de las habitaciones del uno de los jóvenes príncipes muy tarde el día anterior, las doncellas eran una especie noble que se dedicaban a servir a sus patrones la vida entera, en algunas ocasiones "servían" en todo aspecto, pero eso era muy mal visto que alguien de alta cuna se mezclara con un sirviente y mas siendo un futuro rey, era totalmente inconcebible
la reina Anna camino firme por los pasillos en dirección a las habitaciones de su hijo y abrió la puerta de par en par, llevándose la vista de que el muchacho aun no se despertaba siquiera a pesar de tener las ventanas abiertas, así que como buena madre al fin, se acerco y le quito la sabana de encima descubriendo su cuerpo por completo
-ah? que diablos???- se exalto aron al verse despertado de forma tal abrupta, y cuando miro a su madre se calmo un poco- madre, que haces?- estaba confundido
-despertar al príncipe, claro esta, bien podia hacerlo una doncella pero ya veo que tienes cierto gusto por ellas- dijo totalmente seria mirándolo de arriba a abajo
el simplemente la miro avergonzado, ella lo sabia, "más pronto de lo que se esperaba" pensó
-Aron Robert kenstark- comenzó- esto es una desfachatez! quiero que esa muchachita este fuera del palacio hoy mismo, y tu- lo apunto con un dedo acusador- no quiero tener percances de esta índole nuevamente. has escuchado bien?- pregunto al ver que el no le hacia mucho caso
-si madre- se levanto y comenzó a vestirse
La reina lo miro recelosamente y hablo
-vístete, hoy es la coronación, un rey jamás…- empezó a decir
-un rey jamás debe ser juzgado por su pueblo- termino aron, interrumpiendo a su madre- lo se mama, me lo enseñaste desde que nací-
-pues pareces olvidarlo- lo miro desafiante unos segundos para luego suavizar su rostro al recordar que su hijo, su pequeño niño, ya era un hombre y pronto gobernaria ese reino- baja en pronto, tengo que encontrar a tu hermano…-
Así que salió de la esa habitación para ir en busca de otro joven menos atrabancado pero igual de revoltoso
El príncipe Artemis, un hombre alegre, simpático, cálido y fuerte, a el no le importaba ser rey, es mas ni siquiera lo quería, solo deseaba encontrar a una mujer hermosa con la cual casarse, beber vino, ir al pueblo, divertirse y tener hijos que se parecieran a el
El en verdad era un alma libre, alguien que gustaba de cosas sencillas, solía romantizar los momentos mas simples, también era un hombre sabio a quien pedirías consejo cuando te sientes acorralado o destruido y el siempre sonría de manera que iluminaba una noche oscura, siempre había sido un hombre aventurero y amable, tenia algo que lo hacia especial además de su ojos extremadamente verdes…
-Adela? Que haces ahí?- se intereso el siempre buen hombre- estas llorando?- trato de acercarse a ella pero se volteo para que no viera su cara
-oh- dijo dandole la espalda a pesar que estoy era una seria falta de respeto- no sucede nada su excelencia, le puedo ayudar en algo?- le dijo con cabeza gacha tratando de ocultar las lagrimas y el rojo de sus ojos y nariz
-puedes ayudar diciéndome que te pasa- le toco el hombro haciéndola volver un poco
-su majestad no debe preocuparse por lo que pase con una sirvienta- lo miro a los ojos
-pues me preocupo por quienes me sirven- la miro tranquilizadoramente tomándola de los hombros
-su majestad…- ella comenzó a hablar para explicarle todo, pero otra vez esa voz conocida la interrumpió
-Artemis- llamo la reina, con semblante serio al ver a la doncella junto al otro príncipe, esto debía ser una buena broma o una desagradable casualidad
-madre- saludo, sin entender a que iba tanta seriedad, su madre no era muy dada a eso- pasa algo?
-no- miro a la muchacha- acompáñame- le dijo a el
-muy bien- dijo el rubio- hablaremos después- le dijo a Adela para comenzar a caminar hacia su madre
-que haces hablando con una doncella?- le dijo cuando estuvieron dentro de uno de los salones del castillo
-ehh… preguntándole como estaba- dijo como si nada, extrañado por la pregunta
-se prudente y no hables mucho con los sirvientes-
-tu misma nos enseñaste a hacerlo- la miro extrañado- … ¿Por qué ahora parece molestarte?- dijo mientras se sentaba en una de las sillas dispuestas en el salon y mirándola detenidamente desde esa altura
-cuando eres demasiado bueno, pueden aprovecharse- lo miro fijamente- ahora, espero que estés listo para hoy- dijo antes de salir
EL se extraño verdaderamente por esa actitud tan inusual en su madre, debía haber una razón, algo tenia que ver con Adela, así que el príncipe mas curioso fue en busca de la joven para descubrir que era lo que pasaba
Adela estaba en su habitación, uno de los cuartos para la servidumbre, un lugar pequeño pero cómodo con las cosas necesarias para una persona con una ventana que dejaba entrar la bella luz del sol, pero lo realmente triste era la chica sobre la cama, la cual lloraba desconsoladamente al saberse usada y desechada por un hombre al que amaba profundamente, ella en su corazón creía que el seria diferente a todos los demás, el qué siempre era serio y realmente compasivo con todos, supremamente inteligente y con una valentía que ella jamás había visto, era todo una farsa y ella había sido tan idiota como para caer en esa red, lloraba, por que su corazón anhelaba que esos ojos azules como el cielo que siempre admiraba la miraran a ella y solo a ella, que se quemara de deseo y que la amara con el corazón así como ella lo hacia, pero no era así, y jamás lo seria por el era un príncipe, y ella, solo una sirvienta que tubo mucha suerte en que el la llamara y pasara la noche con ella. El desazón y la amargura que sentía en su corazón y su alma eran realmente indescriptibles, quería llorar, gritar, vomitar pero sobre todo estar a su lado, lo ansiaba
Entre tanto la puerta sonó, llamando la atención de la chica, quien no quería ver a nadie así que fingió no estar, para su sorpresa, la puerta se abrió y era quien ella menos pensaba
-ALTEZA- se sorprendió y se levanto rápidamente- dígame que es lo que desea- se inclino
-bueno… creo que dejamos una conversación a mitad- trato de sonreír pero la mirada apagada de la muchacha solo lo convirtió en preocupación
-no es nada de lo que su majestad deba preocuparse- le repitió, la verdad era demasiada molestia para el ir hasta ahí por ella
El la miro detenidamente
-puedo?- apunto hacia la cama
-claro que si alteza- ella acomodo todo para que el se sentara y ella quedarse de pie para lo que el necesitara
-ven, siéntate, no te preocupes, solo soy yo- sonrió cándidamente
-usted, es mi futuro rey. No seria correcto- dijo negándose
-bueno, antes de tener la corona en mi cabeza, solo soy un simple hombre- le hizo lugar en la estrecha cama
-jamás será un simple hombre- trato de sonreír y se sentó junto a de manera que no lo incomodara o de tocaran
El mantenía una mirada intensa hacia ella, el siempre la considero especialmente bella y ahora que algo parecía ocurrirle no podia evitar tratar de consolarla, era una chica dulce, amable y callada, bueno eso debía ser una doncella, pero ella no lo era por deber, si no por que esa era su escancia, al ver eso ojos bi color no pudo mas que quedar hipnotizado, se acerco a ella quedando muy cerca de su cara
-cuéntame Adela, que te aflige?- dijo en susurro cerca de su cara, mirando sus labios, y luego sus ojos que parecían un tanto asustados pero a la vez deseosos
Ella parecía que iba a explotar, Artemis era un hombre que volvería loca a cualquiera, era tan guapo casi tanto como su hermano, pero este era diferente, siempre tan atento, tan bueno, tan alegre, que pensándolo bien el y aron eran personas opuestas a pensar de ser gemelos. Y ahí volvió a recordar…
-Aron…- dijo en un suspiro nerviosa por la cercanía y el delicioso olor de aquel hombre
-Aron?- se alejo un poco de ella para mirarla extrañado ¿que tenia que ver el ahí?
Justo ahí, se abrió la puerta mostrando la cara de dos guardias tratando de buscar algo… y al parecer lo habían encontrado, los hombres se inclinaron
-majestad, ya es hora- dijo uno de ellos, dandole a entender que el acto estaba apunto de comenzar
-muy bien- los despidio con la mirada
A ella le dirigió una mirada extraña, Aron no era un santo, pero era demasiado honorable como para meterse con una doncella. Eso lo averiguaría después… ahora, a el circo.
Artemis llego junto a su hermano quien traía un traje ajustado a su cuerpo, de cuero negro con detalles de plata, lo que resaltaba sus ojos, con una prenda exterior como chaleco del mismo material, dejando ver su torso enfundado, el traje aunque era de un cuero grueso se moldeaba bien a su cuerpo, cabello recogido en una coleta que dejaba ver su rostro definido, el SI era un futuro rey, con temple, inteligente y noble.
El en cambio tenia un traje parecido, solo que el de el, era blanco con detalles en oro, con su cabello y barba cortados perfectamente, anillos reales en manos de cada uno representando su posición como príncipes y que dentro de pocos minutos, serian cambiados por anillos con el emblema completo del reino, dejando ver su posición como nuevos reyes.
Las puertas doradas que llegaban hasta el techo se abrieron, las trompetas y tambores tocando una melodía que representaba solemnidad y fuerza, el rey entrando primero, su padre era querido por todos sus súbditos quienes siempre lo ambiraron y se inclinaban ante el en son de respeto y virtud, cuando hubo llegado al trono y sentado en el, gritaron ¡larga vida al rey! Se respiraba un ambiente de emoción y virilidad, ese día ambos hermanos serian coronados.
Sin darse cuenta llego su momento de caminar por el gran salon, ambos, caminaron viendo detenidamente cada rostro presente hasta llegar a su madre, quien se veía orgullosa y algo angustiada pues era una gran responsabilidad la que venia sobre ellos, al ver a su padre, fue una sensación extraña y agradable, el siempre había sido el modelo, el molde, el camino, ahora ellos lo serian… sus oídos se taparon cuando todos los reverenciaban, un pueblo a sus pies, miraron al frente mirada firme, demostrando fuerza, cuando Dan el presidente del consejo real comenzó a recitar el juramento de los reyes del sol
-con estas coronas los honramos en virtud del poder que representan, que la sabiduría de atenea este con ustedes, que ares los favorezca en las guerras que combatan, que apolo los bendiga con sol que brille todos los dias de su vida, que Hermes los acompañe, que Artemisa siempre guarde el reino y que Zeus os mire siempre con favor- hablo aquel hombre- en juramento, guardaran los deseos de su pueblo, resguardaran al pobre, darán gloria al hombre y respetaran a la mujer
-Lo juro- dijeron ambos al mismo tiempo
-que la paz siempre este con ustedes- dio la señal para que acercaran las coronas y los muchachos de arrodillaran para recibirlas- en nombre de la fría nieve, de la luna llena que ilumina el gran bosque del norte. El rey Aron “el rey magnifico”- y coloco sobre su cabeza una corona he de oro blanco detalles en plata y zafiros, el hombre se levanto con aires renovados y ojos brillantes
-En nombre del radiante y los grandes valles del sur. El rey Artemis “el rey de todos los hombres”- le colocaron una corona hecha completa de oro tradicional con gemas de rubi, este se levanto y junto a su hermano se sentaron en los tronos, sabiéndose reyes, la multitud gritaba eufórica ¡larga vida al rey Aron! ¡larga vida al rey Artemis! ¡que vivan!
Se sentían aclamados y adorados, por un minuto voltearon a verse ambos hermanos, y por un momento se sintieron solo ellos, como cuando eran unos muchachos que jugaban y se molestaban constantemente, tendrían que estar unidos si querían enfrentar lo que vendrían pronto.
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Los Herederos de sangre
Historical FictionDos reyes hermanos ambos como el dia y la noche cada uno recibe una parte del reino para gobernar, pero desafortunadamente un pequeño error les cuesta su reino, el amor de sus esposas y casi la vida de sus hijos una mujer dolida por el amor que nun...