los mellizos

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Entre tanto 20 años habían pasado desde que el rey Leónidas había decidido que su reino pronto se dividiría, 20 años en que los príncipes habían crecido haciéndose fuertes guerreros, valientes soldados y hábiles en todas las artes que se les enseñó, ademas de hombres de honor, inteligentes y nobles recibiendo ambos por igual la educación que se reservaba para los monarcas.

-padre- Aron entro al salon de consejo donde su padre estaba la mayor parte del tiempo junto a sus consejeros y eruditos, pero en esta ocasión estaba solo, viendo por el balcón, si no se equivocaba hacia el campo de entrenamiento donde los soldados de mas importancia del ejercito dorado entrenaban, y donde los príncipes también lo hacian, su majestad había pedido que el campo estuviera cerca de los balcones para que así pudiera ver a sus hijos entrenar y sentirse mas cerca de ellos

-Aron- lo reconoció sin volverse- acércate- le indico quedándose totalmente en su posición

el chico lo hizo y se paro junto a su padre en total silencio, mientras trataba de encontrar con la vista que era lo que su padre miraba hasta toparse con la imagen de su hermano mellizo Artemis, batiéndose a espada con otro soldado, era impresionante, Artemis siempre había sido un excelente peleador, y realmente extraordinario con la espada, mientras que el, no tanto, era muy bueno era verdad pero su hermano siempre le llevo la delantera

-sabes cual es nuestro propósito Aron?- pregunto el hombre mayor después de un rato de silencio

- cuidar, salvaguardar y dar gloria al reino padre- respondió casi en un tono militar, dejando notar su disciplina

-gloria- repitió en un tono soñador y respiro profundamente- y que es la gloria Aron?- lo miro

-poder y riqueza-

el hombre sonrió

-el poder es solo una ilusión tan frágil como el cristal mas fino hijo mío, y la riqueza tan efímera como el humo-le tomo el hombro mirándolo- pronto serás rey de tu propio reino, no puedes dejar que los cimientos de este sean basados en algo tan vano como el poder y las riquezas.- le dijo firme, y tomo entre sus manos un rubí pequeño que estaba en la baranda de el balcón el cual se había caído de los adornos de su traje, mirando la hermosura de la piedra hablo- crees que somos especiales? que somos distintos a los demás?

-somos exactamente iguales a un campesino o soldado- le dijo después de unos segundos- solo que en diferentes circunstancias, nosotros nos vestimos de telas finas y llevamos coronas y el campesino trabaja por pan pero a fin de cuentas solo somos hombres

-los campesinos trabajan para llevar pan a su mesa y también a la nuestra, pero nosotros le damos seguridad de que ese hombre tendrá paz en su tierra ¿lo ves? es un intercambio. por eso un buen rey siempre siempre vela por su pueblo

-mas que un valor, es un deber- dijo el muchacho

-también es deber de los esposos amar a sus esposas y sin embargo muchos no lo hacen-

-quiere decir que si no quiero no debo hacerlo?- levanto la ceja

-quiere decir que debes hacerlo por las razones correctas- lo miro intensamente con esos ojos azul cielo iguales a los de su hijo- mas que justo debes ser bondadoso, debes ganarte al campesino, por que el ejercito solo es una capa y una espada que protege a su rey, mientras que el pueblo es quien te glorifica, no lo olvides- lo miro duramente

-como digas padre- bajo un poco la cabeza en señal de respeto

-a que haz venido- volvió a la mesa y miro unos papeles

-Azuero solicita que te presentes en el salon de trono padre, asuntos de la coronación-

-ese anciano- dijo fastidiado recostándose en la silla- vamos a terminar rápido con esto-

caminaron por los extensos pasillos del palacio, era un día de primavera, había flores en cada rincón, los jardines estaban mas hermosos que nunca con plantas de todos los colores y aromas, damas de la corte se paseaban galantes, las doncellas y sirvientes hacían sus labores y los soldados se dedicaban a la seguridad del castillo, se respiraba un ambiente de felicidad por la próxima coronación de los príncipes a quienes el pueblo adoraba, las grandes puertas doradas y elegantemente decoradas fueron abiertas por los guardias que los custodiaban y hombres entraron teniendo una presencia imponente.

-su alteza- se inclino uno de los sirvientes mas cercanos del rey- el salon ya casi esta listo para la coronación, mandamos a poner otro trono para que los dos príncipes estén a la misma altura, pero es hora del ensayo, donde su majestad entrega la corona

el hombre asintió -llamen a Artemis- pidió y uno de los guardias se encamino a buscar al príncipe
el salon era majestuoso con cortinas y alfombras rojas decoraciones de oro y candelabros de cristal, en el pedestal del trono donde se sentaba el rey era impresiónate un silla hecha de oro con el escudo del reino en su espalda un sol y una luna unidas.

se creía que antes que el reino existiera, el sol y la luna salían juntas como dos enamorados, pero afrodita la diosa de la belleza envidiosa de su amor y por su mala suerte al estar casada con Hefestos el dios del fuego y de los herreros al que no amaba y era de apariencia fea, maldijo su amor haciendo que nunca se encontraran otra vez, haciendo que el sol saliera en el día y la luna de noche, pero en venganza, el sol, dio a los hombres un niño, quien levantaría un reino, que adoraría al sol y la luna por mil años... y así era que el sol y la luna representaban esas hermosas tierras

los muebles eran de terciopelo rojo y zafiros incrustados en sus molduras
bajo sus escaleras donde estaba el gran trono, estaban dos tronos mas donde seria que se sentarían los príncipes el día del gran acto. pasado un rato se abrieron las puertas dejando ver a ambos hombres perfectamente vestidos

-padre- saludo Artemis

-muy bien, comencemos- dijo el monarca queriendo terminar lo mas pronto posible
-sus altezas caminaran al mismo tiempo hasta llegar a los tronos viendo al rey mientras, su majestad recitada el juramento, colocaran las coronas y se sentaran mientras...- comenzó a explicar el sirviente pero fue interrumpido por uno de los príncipes

-Azuero, creo que conocemos el protocolo- dijo Artemis algo divertido, esas instrucciones las habían escuchado desde que nacieron- solo comencemos-dijo mientras su padre lo miraba reprobatoriamente, Artemis siempre le gustaba saltarse las normas y hacer todo como si fuera un juego

-muy bien alteza- se inclino y se retiro para que todo comenzara

los hombres caminaron a la par por medio del gran salon hasta llegar frente a su padre, se inclinaron como el protocolo lo indicaba y se voltearon al frente, lo que un día fueron dos niños hoy eran dos hombres fuertes, tan diferentes como el día y la noche, aron un hombre joven de facciones finas de apariencia fuerte pero algo delgado de ojos azules cual cielo despejado como su padre pero de cabellos negros como su madre y este gustaba de dejarlo largo como por los hombros, de barba lampiña y mirada seria aunque eso solo lo hacia parecer mas guapo, muchos decían que adonis había reencarnado en el príncipe, un hombre de honor y disciplina, el orgullo del rey

mientras que su hermano Artemis era un joven de facciones finas y corpulento, de músculos formados y con toda la apariencia de un soldado, pero enfundado en aquellas ropas finas parecía una clase de dios, sus ojos verdes claros cual pasto en primavera igual a los de su madre y su cabello rubio  dorado que heredo de su padre así como su barba perfectamente cortados, a diferencia de su hermano el príncipe era un alma alegre, con una sonrisa cálida que brillaba radiante haciendo que el hombre fuera tan apuesto y fuerte como el mismo hércules, su personalidad simpática que encantaba a todo el que lo conocía, este era la alegría de su padre.
ambos viendose imponente, hombres que serian monarcas para dirigir a un pueblo se posaban con coronas sobre sus cabezas mientras el rey recitaba las palabras del juramento

-ppssss Adela- susurro una doncella a otra que estaba espiando el ensayo por una de las puertas

-liana me asustaste- dijo esta poniendo se la mano en el pecho por la sorpresa

- jaja que haces aquí- se rio y la miro extraño, pero ella sabia a que venia esa

-nada solo miraba, tengo curiosidad- dijo distraída la muchacha

-si claro, desde cuando la curiosidad se llama aron kenstark- dijo despreocupadamente

-shhhh-callo Adela tapandole la boca para que nadie la escuchase-que cosas dices, no puedes decir eso de esta forma

-ay ya no se para tanto- dijo quitándose las manos de la otra de encima- ni que fuera un pecado que te guste el príncipe

-si lo es, esta prohibido- la miro mal

-como se...- no termino de hablar cuando miro a quien tenían detrás, abrió los ojos sorprendida y solo pudo jalar a Adela para que pusiera atención, ella la miro mal por todo el jaleo pero se puso blanca como el papel al ver lo que su compañera trataba de decirle

-creo que no es bien visto que las doncellas espíen a sus regentes, eso también esta prohibido-

-su alteza- se inclinaron las dos-no era nuestra intensión

-claro que no- dijo cruzándose de brazos- asi que recuerden que una doncella debe ser discreta- dijo aron

-si mi señor- ambas estaba por marcharse hasta que el hombre hablo de nuevo

-Adela-la detuvo- acompáñame...

Los Herederos de sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora