Aron y adela

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Adela sentía que moriría había sido descubierta espiando a los príncipes en el ensayo de la coronación lo cual estaba prohibido y lo peor fue uno de los mismos quien la encontró ¡que los dioses me ayuden! esta solo pudo ponerse pálida, bajar la cabeza y seguir al príncipe a su despacho personal

al entrar Adela noto que todo era casi perfecto, el orden de los libros, la posición de los adornos, los muebles, todo estaba en perfectas condiciones, quizás el chico tiene una obsesión por eso, el camino a través del salon hasta sentarse detrás de una gran mesa donde había papel en blanco, tinta, artefactos extraños, y papeles con cosas escritas... y el hombre sentado en aquella silla la miraba con intensidad la cual la intimidaba

-mi señor- dijo después de un rato de silencio para que el comunicara lo que deseaba de ella e irse

-cuantos años tienes?- dijo de pronto

-majestad?- se sorprendió ante la pregunta fuera de lugar

-creo que me escuchaste bien- la miro con cinismo la verdad era una muchacha muy bonita, tenia cabello castaño, tez blanca a pesar de ser una sirvienta, y esta tenia algo único, sus ojos era de distinto color, uno era miel y el otro celeste, la hacia una belleza rara

-diecisiete años su majestad-

- y en diecisiete años no te enseñaron a que espiar es de mala educación y si se esta en el palacio real es un delito?- le dijo con un poco de superioridad

-si mi señor, fue un error, le suplico me disculpe, no volverá a ocurrir- dijo haciéndose cada vez mas pequeña

-eso espero-

la chica se apresuro a salir del salon creyendo que ya había terminado

-aun no he dicho que te retires- alzo un poco la voz pues ella tenia la mano en la puerta para abrirla

la chica se volteo y respondió

-en que mas le puedo servir a mi señor- se inclino

- a las 8 estaré dispuesto a dormir, siempre mandan una doncella a ayudar, di que te manden a ti esta noche- dijo pero ya no le estaba prestando atención a ella

-como usted desee majestad-

-Aron-

-disculpe?-

-puedes llamarme aron- la miro de manera intensa

-como desee aron- se inclino y se retiro saliendo del salon con el corazón en la mano jamás pensó que el príncipe, el que tantas veces había mirado y deseado le hablara, le pidiera que lo atendiera personalmente y que lo llamara por su nombre, sonrió, tal vez estaba soñando, pero su fantasía fue interrumpida por otro príncipe, Artemis "el hijo de hércules" le decían por su aspecto grande y musculoso pero en definitiva por su personalidad amable y alma de héroe, se dirigía al salon privado donde su hermano trabajaba el cual noto su buen animo

-vaya! no todos salen del despacho de mi hermano con tan buen semblante- bromeo el rubio

-su alteza- se inclino y sonrió, el amo Artemis siempre estaba de buen humor y solía jugar y tratar a la servidumbre con respeto- gusta que lo anuncie?

-no gracias Adela solo éntrate a buscar unas cosas- sonrió

-alteza- se inclino y se fue caminando no, flotando seria la palabra, Artemis la vio con burla impresa en su rostro y entro donde su hermano mellizo

- el reycito que complace a las damas con su presencia y audiencias privadas, podría, si no es molestia, concederme una a mi?- hizo pestaño varias veces dramaticamente

-si usaras faldas y fueras menos molesto tal vez te la daria- dijo seriamente pero luego sonrió

-lo considerare para la próxima- se sentó en uno de los sillones del gran salon subiendo los pies a la mesita que estaba cerca

-que se te ofrece-

-se me ofrece saber que hacia Adela aquí, no es una de las doncellas que nos atienden-

-no has venido a eso- lo miro con una ceja levantada

-ciertamente no, pero se me hace mas interesante- se inclino de hombros

-la encontré espiando y la estaba amonestando-

-no creo recordar que te molestara eso-

-me molestan el incumplimiento a las normas-

-pero no que te admiren- levantó la ceja

-no soy tan vanidoso-

-bien hermanito, solo venia a que le dijeras a padre que yo seré el que viajara a oriente para el tratado con los hombres de plata-

-los hombres de plata son unos barbaros, padre no estará muy contento- frunció el ceño

-por eso serás tu el que se lo diga- le giño el ojo
con un suspiro siguió haciendo lo suyo mientras escuchaba como su hermano salía del salon
quedando el pelinegro en total soledad, ese rubio ni siquiera era consiente de la responsabilidad que se le venia encima...

aron miro por la ventana, ya era de noche, así que comio algo de la cena que había traído, no tenia ganas de bajar a comer, estaba con unos pantalones de dormir y sin camisa en la puerta del balcón de su habitación terminándose una copa de vino, era luna llena, la observo un momento, era preciosa, pero no tan hermosa como ella...

en eso, tocaron la puerta, el hombre espero a que pasara, ya sabia quien era, así que sin voltearse una voz temerosa le hablo después de unos segundos

-alteza- dijo la joven que usaba un vestido sencillo, pero no era el que normalmente usaban las doncellas, este era un poco mas fino y sus colores celestes y dorados hacían verla como una ninfa

-pensé que no vendrías- dijo aun sin mirarla

-por que no habría de venir si su majestad me lo ordena?-

-una orden deja de ser una orden cuando esta es de nuestro placer- se volteo, y Adela sentía que quedaba sin respiración, el hombre era totalmente perfecto, su cuerpo era como si hubiera sido esculpido a cincel por el mejor de los artesanos, brazos fuertes que dejaban ver algunas venas, su expresión seria con esos ojos hermosos que parecían el cielo mismo, cejas pobladas y un cabello negro que llegaba hasta los hombros, ella se sintió totalmente cautivaba en ese momento, era como si el fuera lo mas hermoso en la tierra en ese momento

-siempre es un placer servir a vuestras majestades-

el se acerco rápidamente caminando firme, que lo hacia para intimidarla un poco hasta ponerse frente a ella

-pues sírveme entonces- en un arrebato la beso apasionadamente, lo cual en unos segundos ella siguió...

el la besaba de una manera que la volvía loca, era tan suave y delicioso que le encendía cada centímetro de la piel, tomaba sus labios, acariciaba si cuello y su cabello, lentamente iba bajando hasta sus senos, quito una de las mangas de uno de los hombros de ella y descubrió uno de sus pechos y luego el otro, aron al sentir su piel, los acaricio uno de sus pezones con el dedo pulgar, haciéndola suspirar, eso le gustaba, que ella expirara deseo por el, y que temblara cuando el la tocaba en su intimidad, le quito por completo el vestido y al tenerla totalmente desnuda se alejo un poco para poder contemplarla..

-ahora eres mía, Adela- dijo en voz ronca, pero igual sonó como una exigencia

y la recostó sobre su cama abriendo sus piernas para colocarse ahí y le hizo el amor de una forma escandalosa y pasional. cuando todo acabo, y los dos estaban recostados en la cama cansados

-vete antes del amanecer, no quiero supongan cosas- dijo con ojos cerrados

-que han de suponer que no sea cierto?- dijo ella un tanto desconcertada por tosca petición

-que sea cierto no quiere decir que sea correcto, haz lo que te digo Adela-

ella solo pudo guardar silencio y velar hasta que se acercara el amanecer para tomar sus ropas y marcharse
justo cuando estaba cerrando la puerta de la habitación del príncipe una voz le hablo y la dejo totalmente helada y pálida

-deseo saber que tan trabajosa es la tarea de llevar te a aron que tienes que salir a estas horas- dijo la reina quien aun estaba en bata, con una expresión de desaprobación...

Los Herederos de sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora