Silencios después de encallar

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A menos de cinco metros de distancia los espacios crecen

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A menos de cinco metros de distancia los espacios crecen. Las manos se buscan, los ojos se desvían, entre música disonante y conversaciones de entropía.

Espacio, supernovas, explosiones, rupturas nuevas en los filamentos del universo.

La extinción de las posibilidades es la única forma de reunir las partes en conflicto.

¿Queremos eso? ¿Queremos resolución y poner acotaciones a lo posible?

Hay problemas en lo real incierto.Hay amor en lo cierto irreal, pero extenso como las fibras del ruido primigenio.

¿Cada cuánto nos desdoblamos en las costas de una cintura ajena para hacer mapas de nuestras propias ansias?

De vez en cuando encallamos en unos labios para encontrarnos como realmente somos: torpes caminantes hacia historias nuevas, confundidos y esperanzados, aunque las palabras griten el vacío.

Tenemos sombras, tenemos brotes, fantasmas de lámparas irredentas, solicitudes de luz, solicitudes de la oscuridad más negra.

¿Cuándo dejar de pensar en las certezas incrustadas? ¿Cómo encontrar nuestros nuevos sustantivos?

Y desbaratamos los días, desdoblamos nuestros párpados para que puedan ver, sentir, roer los muros de los límites autoimpuestos.

A veces las distancias son diálogos en pausa, diques para las palabras que buscan cauces en la piedra.

O tal vez sean la respuesta definitiva a una felicidad esquiva.

Silencios después de encallarWhere stories live. Discover now