Naranja

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Naranja, como el Sol naranja, como los cielos de las mañanas que he pasado sin ti y casi contigo.

¿Cada cuánto un color se vuelve razón, espacio y vínculo entre caminantes desorientados y confundidos?

Naranja como las naranjas que rezuman fuego y aromas frescos, de descubrimientos simples y pies dormidos.

Naranja como las sombras en los ojos, como las curvas de una sierra que nunca se ha recorrido.

Todo es combinación, luz y espacio, piedras eternas y dados de artificio, como un cigarrillo apenas encendido.

¿Cada cuánto despiertas para ver el Sol del atardecer en una silueta que se niega y se viste de magma encendido?

Naranja fogata, papeles quemados, poemas olvidados, versos nuevos, uñas carcomidas. Naranja de sinos dormidos, de espacios soñados, de bolígrafos de punto fino.

¿Qué nos da? ¿Qué nos quita? ¿Cada cuánto se puede amar un color por el ser en que devino?

La luz de los ojos fijos, la espera de los pacientes. Hay muchas formas de agonizar por las dudas persistentes y los apuntes de lo baldío.

Solo espera quien necesita el freno del momento.

¿Quién necesita freno cuando se vive en un ciclo de lo incierto?

¿Cada cuánto enfrentamos la luz de los bosques infinitos?

No tenemos referentes de los espacios incipientes.

Solo damos cuenta de los silencios.

Solo podemos dar de comer anhelos,

con sabor a juicios y compromisos.

¿Qué nubes dormidas nos describen?

¿Cada cuánto buscamos la obra de los mundos en ebullición de sentidos?

Naranja, como las rutas naranjas, como las luces nocturnas para los caminantes que se abrazan y se comen las bocas en negación de los mañanas.

Naranja en los ojos, en los dedos, en los labios, naranja en los soles, en las lunas, en los vientos, en las soledades y en las búsquedas de esperanzas que nos mantienen en vilo.

Silencios después de encallarWhere stories live. Discover now