Rostros: entramados de líneas, trazos con crayones de recuerdos y la persistencia de la voluntad desnuda.
Hay rostros boceto, rostros grafiti, rostros más tenaces que el carboncillo sobre un papel desprevenido.
Y en un momento de estallido originario, se presenta un rostro campo que se tatúa en el corazón arbóreo con savias tintas, destellos verdes y titubeos.
Fuertes sombreados, tallados con voces profundas y sincopadas. Contornos vibrantes, dibujados de lejos con las yemas de los dedos, perspectivas fallidas, encuentros y desencuentros.
En un rostro campo se ven caminos, vestigios de ríos salados, voladeros, cielos con nubes aborregadas, zonas desérticas y cultivos.
Se les busca en la memoria, en las otras memorias, en los mensajes antiguos, en los sueños y en la previsión de escenarios posibles. Se les busca, se les busca.
¿Cada cuánto hay que mirar el entramado de un rostro para prefigurar un mapa, la pintura del paisaje o la imagen sutil para la añoranza?
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Silencios después de encallar
PoetrySentir después de llegar a una playa distinta a la que se creía conocida.