Prologo.

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Amaba la naturaleza.

Amaba el silencio.

Amaba el orden.

Amaba el atardecer que aparecía a las 7:00 Pm en punto.

Aunque también amaba el ruido que hacían sus amigos.

Amaba cuando sus amigos movían cielo y mar para encontrar alguna cosa perdida.

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Sentado en la sala de estar, en la casa de su mejor amigo y lo que alguna vez fue, su leal siervo, Frankenstein, tomando una taza de té junto a sus amigos de la preparatoria.

Los cuales reían y recordaban anécdotas desde su adolescencia, las cuales alguna vez participó y en otras no tenía algún conocimiento en que alguna vez ocurrió.

Veía como M reía a carcajadas ante algún suceso vergonzoso que pasó con su pareja, Regis, el cual estaba sonrojado hasta el cuello, al recordar aquel día.

Sonrio contento al verlos felices, al verlos reunidos todos en perfecto estado.

El sonido de la porcelana siendo hecha en trozos, hizo que todos guardaran silencio.

Vieron como el azabache se inclinó hacia enfrente, mientras se sostenía por los antebrazos de aquel sillón blanco que constantemente acudía en aquella casa.

Respiraba entrecortadamente mientras sentía su marca palpitar.

Un amargo sabor se instaló en su boca, sintiendo como un golpe de amargura se instalaba en su pecho.

—¿Amo? —La voz de Frankenstein se hizo presente, con aquel característico tono formal con aquel llamado que le pidió muchas veces en dejar, pero en ciertas ocasiones era olvidado.— ¿Se encuentra bien?

—Frankenstein.. —Hizo lo mejor posible para que su voz no saliera entrecortada y temblorosa, logrando aquello— Estoy bien, solo fue un mareo —Levantó la vista, mientras veía como todos tenían un rostro preocupado, solo sonrió mientras se levantaba del único sillón individual de aquella casa.— Necesito pasar al baño, si me lo permites.

—Claro, adelante, amm…  Rai. —Rápidamente corrigió su hablar, disculpándose silenciosamente por el nombrado, quien sonrío levemente, empezando su rumbo hacia dicha habitación.

__________

Se sostuvo rápidamente del lavabo una vez cerró la puerta con seguro.

Empezó a temblar incondicionalmente tratando de calmar su respiración, lágrimas se acumulaban por sus hermosos ojos carmesíes, mientras el sabor amargo se mantenía en su boca.

Su marca, aquella marca que lo enlazaba con su alfa, con su destinado, era dolorosamente punzante.

Aunque ahora un ardor difícil de explicar lo acompañaba, era como si cortaran su marca de mil maneras.

Y dolía..

Dolía mucho...

Dolía porque sabía lo que significaría.

Y aunque lo tratara de negar, era la cruel realidad.

Su marca, la cual lo enlazaba con su Alfa, acaba de romperse.

Su lazo se rompió.

Soltó un ligero sollozo al pensar en eso.

Su... Aquel chico, quien le prometió serle fiel y amarlo, rompió su promesa.

Lo sabía perfectamente y en consecuencia de aquello, él las iba a sufrir.

Las primeras lágrimas cayeron, cayendo contra la porcelana del lavabo, se incorporó nuevamente, dirigiendo su mano izquierda a su boca tratando de silenciar sus gimoteos y sollozos.

Rápidamente abrió el grifo dejando que el agua corra fluidamente, tratando de que ninguno de sus amigos lo escuche.

Trató de eliminar sus lágrimas, para tratar de salir rápidamente, para que ninguno de los chicos se preocupara más, fue suficiente preocuparlos después de tirar la taza de Frankenstein, se debería de disculpar por ello.

Cerró el grifo una vez se aseguró de eliminar cualquier rastro de lágrimas, incluyendo de evitar que sus ojos estuvieran rojos.

Dio un leve suspiro, tomó la perilla después de quitarle el seguro, pero antes de salir y volver a la sala con sus amigos, tocó por última vez su marca en buen estado, antes de que pasara lo que lastimosamente tuviera que pasar, quería sentir cómo era su marca en buen estado.

Después de todo, en ningún momento busco verla en el espejo, no quería verla.

Le dio vuelta a la perilla dejando ver a sus amigos detrás de ella, todos con la mirada preocupada, mientras buscaban alguna herida encima de él.

Sus labios pasaron de una línea recta a una media sonrisa.

—Al parecer el ramen de Tao, me recordó al de la cooperativa de la escuela. —Soltó, escuchando bufidos por parte de los demás, mientras el mencionado soltaba una queja ante su cocina.

—Lamento decepcionarte, pero mi ramen es mucho mejor que el de la señora Kim. —Dijo indignado mientras recibía leves palmadas por su espalda por su Alfa.

—Dilo mientras todos no estén frente a la puerta del baño, al parecer esperando su turno. —Aquello sorprendió a todos, ya que no recordaban a Raizel tan... ¿Hablador?, ¿rebelde?, ¿contestón?

—¡Oiga!, que su estómago sea delicado no significa que el de todos si lo sea, recuerde cuando el jefe salió vomitando por un dumpling lleno de ajo, eso sí es no tener estómago delicado. —El sarcasmo en su voz era evidente, haciendo que todos rieran, incluso el mencionado quien mostraba vergüenza y un gran sonrojo en sus mejillas al recordar aquel suceso, pero al ver a todos riendo, lo dejó pasar solo por el momento.

Una vez todos se aseguraron de que Raizel estuviera bien, regresaron a la sala.

Donde las risas, anécdotas y desorden, fue lo que se llevó toda la tarde.

Hasta que se tuvo que despedir de sus amigos.

Siendo guiado a la salida por su antiguo siervo.

—Rai, ¿Seguro estás bien? —Aún con los años, no se acostumbraba hablarle de manera informal al azabache.

—Si, lo estoy. —Contestó sin dudarlo.

—....Pero...

—Frankenstein, lamento lo de la taza, no era mi intención romperla

—No, ya se, solo que... —La duda era clara en su voz, no sabía cómo preguntar sin incomodar al de ojos carmesíes.

—Lo de hace rato, juro que fue un mareo. —Dijo intentando sonar creíble— Él doctor dijo que eran síntomas normales por las pastillas. Mi celo sigue siendo irregular y las pastillas solo hacen que no sea constante.

—Así que era eso... ¿Cuándo fuiste al doctor?

—He estado yendo desde hace dos meses, mis feromonas siguen alteradas pero ya no como antes.

—Comprendo, me alegra que solo sea eso —Sonrió, mientras veían como un auto negro se estacionaba frente a su casa.

—Ya vinieron por mí. —Dijo, para después despedirse del menor, hasta subirse por la parte trasera del auto.

Frankenstein se quedó afuera de su hogar hasta finalmente perder el automóvil de su vista.

Sonrió mientras regresaba a su hogar, recibiendo los ligeros aromas de todos sus amigos.

_________

Veía como su chofer mantenía la vista en la carretera, mientras el silencio dominaba dentro del auto.

—Señor Choi. ¿Él ya regresó a casa? —Preguntó mientras mantenía su mirada en la ventana, mientras veía como la gente caminaba tranquilamente por las calles.

—Él señor Kim comunicó regresar mañana a primera hora. —Contestó viendo por el espejo retrovisor a su jefe, sonriendo triste y a la vez sorprendido al ver la marca de este.

—Ya veo...

El camino volvió a ser silencioso.

Aquel Omega [Noblesse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora