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Ya hacia unas semanas habría llegado una estudiante de intercambio. La jóven era británica, por lo cual le avergonzaba hablar por su acento, ya que había visto como molestaban a un niño rubio por la misma situación.

Aunque también lo vió como opción para formar una amistad. Acercándose al niño en el primer descanso.

— Hola.- La niña se sentó a un costado del rubio, el cual estaba en una mesa vacía alejada de los demás grupos de amigos.

El rubio se notó sorprendido un momento, sin embargo, sus modales eran prioridad.

— Hola. Soy Philip.- El niño le dió una sonrisa a la niña.

— Creo que tu también eres británico. ¿Me equivoco?- Sonreirias con curiosidad.

— Ah, si ¿Cómo lo supiste?- Diría por lo común que era que los demás pensaran que era francés.

— También lo soy, reconocer el acento es un poco fácil.- Dijiste sacando tu almuerzo. Una bolsa de manzanas picadas junto a un jugo.— ¿Quieres?- Dijiste extendiendole la bolsa de manzanas.

El rubio asintió a la vez que agradecía. Girando a ver a un pelinegro acercarse.

— Ah, el es mi... No sé bien cómo presentarlo. Se llama Damien.- El rubio sonreiria apuntando al mencionado, el cual se sentó en la misma mesa.

Ambos niños se saludaron, sin desviar su vista directa a los ojos del contrario.

— Un gusto Damien.- Le extendiste la mano al niño, el cual la ignoró, al igual que el saludo.

— Pip ¿Y esta niña?- El pelinegro le habló al rubio pretendiendo que la mencionada no estaba.

El rubio se mostró incómodo, dándole una mirada a la jóven que se podría entender como una disculpa.

— Es... Ah, no me dijiste tu nombre.- Giró a verte avergonzado.

— Soy _______. Y me parece realmente grosero que pretendas que no estoy. Que no sepas controlar el contacto femenino no es excusa.- Miraste de forma burlesca al pelinegro.

Este se mostró ofendido, ocultandolo con una sonrisa.

— Simplemente no hablo con gente que no sabe hablar decentemente.- Sonrió girando a ver a su amigo.

— ¡Tengo el mismo acento que tu amigo!- Te cruzaste de brazos suspirando.- Si no sabes hablar con niñas simplemente dilo, te podría ayudar si fueses amable.- Soltaste una risa.

El pelinegro se quedó serio durante un momento, soltando una risa junto a la niña.
El rubio sentiría como la tensión bajaba de la situación, sintiéndose más cómodo.

[...]

Aún después de la divertida situación, la niña no volvió a hablar con el niño rubio, por lo cual tampoco con el pelinegro.

Calma [Damien Thorn x Reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora