Destrúyeme, pero no te vayas

Ángel oscuro

Por culpa de ese ángel oscuro, que solo abría sus alas para huir.

Ese que hizo un pacto con el cielo por un infinito a mi lado, que acabó siendo sin mi.

Distingo tu silueta entre todo este humo y por un momento realmente pienso que cumpliste tu promesa, pero tan solo es el humo del cuarto cigarro que dejo consumirse entre mis dedos.

Y es que por culpa de tu infierno, ahora me toca a mi salvar todos los rincones de mi cabeza que un día arrasaste.

Cojo un extintor para apagar este corazón en llamas, llamas de odio, pero entre tanto humo solo consigo ver a una niña pequeña temblando, acurrucada en el suelo, aterrada, confusa.

Abrazándola, entre mis brazos, calmando su miedo, me susurra al oído tu nombre, y comprendo que en la batalla del cielo y el infierno en el que convivíamos buscando nuestro infinito, tan solo hubiese bastado con un te amo sincero para ganar.

Pero tu decidiste matar a Cupido.