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Una vez más se encontraba llorando sentada en el sillón de su ventana, se arrepentía de haber aceptado, ahora entendía todo, entendía el porqué no le habían dicho, entendía el que la hayan querido proteger después de todo era lo que siempre hacían se protegían entre ellos.

—Yo sola me condene ¿no es así?— hablaba para sí misma sin esperar respuesta, esperaba que aquello se quedara como una de sus muchas charlas con sigo misma.

—Dicen que la curiosidad mató al gato ¿fue tú caso?— el llanto se atoro en su garganta, casi se había atragantado con su propia saliva al escuchar esa voz, la chica de cabello negro volteo hacia la puerta de su cuarto, no había nada en su puerta blanca, escaneo su cuarto el cual se encontraba iluminado por una tenue luz cálida de unas pequeñas lámparas en forma de vela que hacia un tiempo había comprado, sin encontrar nada regreso su vista hacia la ventana que se encontraba abierta.

Una vez más se encontraba hablando con aquella criatura que una vez le ofreció un poder pero que hoy era más que una maldición pues ella no sabía cómo ayudar con eso —¿Contigo mi decisión es relativa o tiene un veredicto?— preguntó la criatura desde el alféizar de la ventana.

—¿Disculpa?— contestó confundida —No te en... —

—Así que esa es tu respuesta, correcto— la chica lucía el doble de confundida de lo que ya estaba, la cabeza le empezaba a doler de tanto llorar que su humor no estaba para lidiar con aquella criatura o cosa, se recargo sobre la pared para poder mejorar su postura sentada y bajar sus piernas que se encontraban dobladas hacia su pecho —¿Qué carajo?... Demonios háblame claro, no estoy para juegos— gritó la pelinegra

—¿Juegos?... ¡Juegos! Hace tiempo que no juego— la emoción de aquella criatura ante la mención de los juegos la habían alterado, tanto que había pegado un brinco fuera del sillón —Escúchame si quieres que todo pare deberás hacerme un favor— el cuadrúpedo camino sobre el alféizar hasta la orilla, Elira dudaba sobre aquello no era como si todo hubiera salido mal la primera vez pero tampoco podía llamar a aquello un éxito, se enteró de la peor manera de todo y ahora parecía estar de cabeza, un segundo trato era la mejor opción que tenía si quería que Daniel estuviera bien —Esta bien ¿Cuál es el favor?— hablo resignada, pues mientras más lo pensaba se daba cuenta que lo único que le quedaba era hacer un trato otra vez con aquello que una noche encontró en su ventana.

—Es sencillo, tienes que buscar el nombre... No uno sino EL nombre— dijo la criatura que ya se encontraba dentro de su cuarto, al oírlo volteo a verlo con el ceño fruncido.

—Un nombre...— se quedó callada un momento y soltó un suspiro de frustración —¡Claro eso es tan sencillo!— ironizó Elira quien jalaba sus cabellos con cierto estrés, su cabeza ya estaba punzando y esto sólo empeoraba.

—Te dije que no estoy para juegos ¡Quiero respuestas!— grito al borde de las lágrimas, estaba desesperada y no tenía tiempo ni opciones, necesitaba respuestas, necesitaba soluciones.

—Escucha, las respuestas están afuera, no conmigo, no con lo que no te cuentan, no con los demás— la criatura la rodeo —hay cuentos y leyendas que nacieron de las estrellas, Elira, ahí debes de buscar, en las estrellas—.

¿Estrellas? a pesar de estar llorando escucho todas y cada una de las palabras de aquel ser, recordaba todos los cuentos y leyendas que le contaban a ella y a todos los niños del lugar, su cabeza dolía con mayor fuerza, quería acabar con la charla y aceptó, volvió a aceptar sin pensar dejándose guiar por lo que sentía de momento.

—Es sólo un nombre, no es tan difícil— pensó en voz alta, grave error.

—Es más que eso, deberás buscar más que eso, pero quiero jugar— se pudo ver una sonrisa en aquella criatura de ojos cambiantes.

—Sabía que era un truco— se reprochaba la pelinegra, pero no había vuelta atrás, no había opciones ni tiempo, sólo le quedaba aquello.

—Yo puedo jugar los trucos que yo quiera, ¿Cerramos el trato?— le tendió su mano y Elira lo aceptó, el trato quedó sellado con un apretón de manos del cual salió un lazo de luz que enredó sus extremos en ambos brazos, como la última vez. —Esto es un muy hermoso deja vu, ¿No lo crees?— sonrió cínico y se alejó hasta una de las paredes del cuarto beige con azul, mientras aquello inspeccionaba el cuarto Elira miraba su brazo y pensaba en como había vuelto a cometer el mismo error otra vez, no creía que le sobraran lágrimas para derramar, había dejado de llorar cuando aquello se le presentó y volvió a llorar cuando le pidió el favor, sentía que su cabeza iba a estallar, necesitaba una pastilla saldría de su cuarto como la última vez iría por la pastilla y cuando regresara ya no estaría aquello, si eso era, sería como la última vez. Camino hasta la puerta de color blanco lista para salir, tomo la botella de agua que se encontraba en el mueblo color miel, sin decir nada y sin hacer ruido tomo el pica porte y salió de su cuarto, la cabeza le mataba y sus pensamientos planeaban no dejarla en paz, pero todo sería como la ultima vez.

—Tardaste, no fuiste tan rápida como la última vez— brinco al escuchar la voz de aquello una vez que cerró la puerta, perfecto el dolor de cabeza había vuelto, volteo hacia la venta, la criatura siempre estaba ahí pero no la vio, miró a todos lados hasta que su vista topó con la pared que estaba junto al tocador, de esta relucía una luz azul muy intensa la cual provenía de dibujos de estrellas, líneas, círculos y de algunas que otras figuras, era como tener un pedazo del cielo.

—Cuando sepas que es lo que debes buscar para el nombre encontrar, unirás las constelaciones, un mapa serán que te guiarán por mundos que jamás has de imaginar, dibuja la unión entre ellos para el verdadero nombre encontrar y de un sueño despertar, será tu manera de viajar y de quien te quiera acompañar—

Constellations FarewellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora