Exilio

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Rachel

Estoy cansada, hace más calor que en el desierto. Al menos dentro de la  cocina. Limpio mi frente a la vez que dejó las charolas limpias sobre las mesas. Desde hace 2 meses que llegue a vivir a un pueblito de las afueras de Edimburgo, trabajo en un restaurante sobre una de las carreteras más antiguas.

Estoy demasiado cerca del Reino Unido pero a asuntos internos no le importa. Mientras permanezca con un perfil bajo no hay problema. Y quién me compararía con la Teniente Rachel James, a mi, una peliroja, rolliza con Braquets.

Al parecer la persecución a Masherano se a vuelto despiadada por parte de el y les conviene más tenerme a distancia prudente en caso de que algo pase.

Trabajo con una pareja de ancianos, ellos no hicieron preguntas. Me acogieron con calidez y trabajo para ellos como mesera y en la cocina. Mary, la anciana me a enseñado muchas cosas y James su esposo me recuerda tanto a papá.

Es una casa de principios de siglo, remodelada para que toda la planta abajo sirva de restaurant y ellos vivan arriba. Aun lado hay un pequeño cobertizo el cual adapte como casa.

No hay muchos clientes, un par de camioneros al día y uno que otro excursionista paseando.

Hoy atendimos a 5 personas, que es la cantidad de comensales más grande que ha habido juntas desde que llegué.

Ellos ya se habían retirado y estoy por cerrar cuando una camioneta se detiene. Lo más seguro que sean turistas y me emociona ver qué habrá un ingreso extra para mis anfitriones.

Me coloco mis gafas de montura gruesa, solo con ellas y su Mica tornasol me evite el usar lentillas.

Abren la puerta y la campanilla resuena, mientras me giro a los recien llegados con una sonrisa y los menús en la mano. Quedó congelada.

El capitan Patrick Linguini, sosteniendo a un muy ebrio Coronel Morgan. Ambos están de civiles, pero el impacto de la belleza de la bestia que aún no he olvidado se siente como un látigo.

-Bue...buenas noches-recuerdo fingir mi tono nazal para hablar, aún que no encuentro aire en mis pulmones para hacerlo.

Patrick asiente arrastrando a Cristopher a la mesa del rincón.

-Señorita- dice sin dejar de verlo-mi amigo a bebido y yo debo ir al siguiente pueblo...-El coronel hace amago de levantarse y Patrick lo detiene, y lo empuja a sentarse de nuevo.

-Dejame...-Murmura recostando la cabeza en la mesa-me dejo...-escucho un murmuró el cual me estruja.

Patrick se gira hacia mi y veo un segundo de confusión, antes de que niegue con la cabeza-Si se despierta dele cualquier licor-saca un fajo de billetes-y disculpe lo Neandertal que es. Yo máximo en una hora vuelvo por el-

Sale de prisa y yo aún no logro asimilar lo que está pasando.

Frente a mi tengo al hombre por el que desate el infierno. Siento mis pies pegados y no dejo de observar como respira acompasadamente.

Por un segundo quiero correr, pedirle a James y Mary que lo atiendan, pero también se lo bestia que puede ser. Y me da miedo que los llegase a lastimar en un arranque como los que el tiene.

Me siento aun lado de el. Moviendo con cuidado la silla para evitar el ruido. Memorizado sus facciones, tiene un nuevo golpe en el pómulo pero su belleza extraordinaria me deja sin habla.

Me quito con miedo las gafas. Quiero apreciar su belleza sin obstáculos. Mis manos se mueren por tocar su rostro, pero detengo las ganas. No puede despertar y verme. Pero por el aroma que desprende, se debió haber bebido más de 3 botellas de Jack.

Fanfics de Pecados PlacenterosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora