3. Meddle about

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El deseo de querer algo o a alguien, mueve todo lo que representa ser un ser humano. El deseo de lograr un sueño, de tener algo costoso, de tener poder. El poder no es nada si no va de la mano con el deseo, eso es algo que las personas del otro lado de la vida tienen claro, del lado oscuro, del lugar donde matar por algo es mil veces mejor que ser un esclavo. A los diez años no lo entendía, veía como las personas se sacrificaban por trabajarle a alguien con más poder, con más dinero, con suficientes contactos. A los quince años volví a divagar sobre lo mismo, aunque para ese entonces fue diferente.

Mamá ya no estaba y papá ya tenía el poder necesario como para saber que tanto podía hundir uno de sus dedos bajo la delgada línea de lo ilegal. Y yo sabía lo que se necesitaba para sobrevivir en ese lado, lo hice, sobreviví con el deseo de poder.

Luego de la disputa con el señor Maslov terminamos aceptando a sus soldados bajo el mismo techo que nosotros. Día y noche se pasaban por la puerta y la entrada del apartamento, aunque no contaban con cuidar la única entrada que nadie conocía. Ser la hija de un multimillonario en Corea y tener contactos en el bajo mundo me servía para eliminar o solicitar lo que se me antojaba, incluyendo los planos de un edificio lujoso en la ciudad de Los Angeles.

Dos días llevábamos aguantando a los tres Boyevik que el condenado mafioso, Pakhan de la mafia roja nos había puesto como solución. Estaba harta de seguir siguiendo sus órdenes cuando claramente el problema estaba con mi familia en Corea, pero a él no le importaba, según su mente obsesiva yo era la que necesitaba protección.

-Estoy harta, señor Chen. Esta noche me doy a la fuga.

El guardaespaldas me miró consternado y luego soltó a reírse como si le hubiera dicho el mejor chiste de su vida.

-Claro, señorita. Se puede saber, ¿cómo piensa pasar por arriba de tres soldados rusos con entrenamiento militar y muchas ganas de mantener sus vidas a costa de cuidarla? ¿Piensa que el Pakhan los dejará vivir luego de dejarla escapar? Harán lo posible para que usted no salga sin ellos.- aseguró confiado de lo que decía.

Eso ya lo veríamos, en la adolescencia fui una experta en salir de casa sin que el montón de guardias de mi padre se dieran cuenta. Podía con el trío de soldados, nada más apagar las luces del lugar, encontrar el estacionamiento subterráneo y salir en un auto que tenía bajo un nombre ficticio, todo con la ayuda de Chen, esa noche saldríamos sin importar nada.

La segunda sesión con el mafioso no se había cancelado, él lo necesitaba tanto que insistió a los guardias que me llevaron al trabajo al menos por las horas necesarias en las que asistía. Nada memorable que recordar, en la tercera sesión sabría un poco más sobre los deseos que en realidad motivaban al ruso, que lo encendía tanto como para necesitar a una persona tan potente como él. Por lo que, la noche del viernes metí mi cuerpo en lencería de encaje negro, un vestido de cuero del mismo color con un cierre delantero y un par de tacones rojos al igual que mis labios.

Tomé las llaves del auto que estrenaría y dándole instrucciones a Chen, pudimos bordear a los guardias, ocultarnos en el ascensor de servicio y llegar al subterráneo sin problema. Como le había dicho al guardaespaldas, nada que hace años no hubiera hecho.

-Estás en problemas.- dijo a la vez que subía al lado del copiloto. El audi negro era lo suficientemente discreto como para no llamar la atención en el sereno de la noche.

-¿Qué hará? ¿Matarme?.


-Ya tendría que haberlo hecho si así lo quisiera. Creo que hay cosas peores que la muerte.- Lo último lo susurró para si mismo.

Y tenía razón. Mi pequeña época de rebeldía me dió el golpe que necesitaba para valorar lo que ahora tenía, las noches de gritos y golpes quedaban en el pasado, aunque a veces por las noches se reproducían una por una.

Los Deseos del Mafioso (PGP2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora