—Sabes que no me gusta el olor a cigarro…
—No hay nada más lindo que fumar cuando hace frío —cuenta, dándole una pitada a ese cigarro a medio consumir y acomodándose mejor en el balcón—. Afuera está frío, tu cuerpo se entumece y ya no sientes las manos ni los pies, pero, al momento que das una calada, sientes un lindo calorcito en el interior. Como si estuvieras tomando té.
—No me convence mucho esa explicación, si soy honesto.
—¿No?
—No.
—Entonces déjame mostrarte un par de trucos antes de terminarlo y entrar.
