ocho

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Lago Negro | Hogwarts


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Al llegar, Ivy sacó su libro de Herbología y lo abrió en la página que tenía marcada. Comenzó a leer en voz alta para que Neville pudiera escucharla:

—Dice aquí que buscamos un alga flourescente...

—babosa que se encuentra usualmente en las orillas de los cuerpos de agua de carácter obscuro.

Ivy frunció el ceño, miró a Neville quien para ese momento ya se había quitado los zapatos y remangado sus pantalones.

—Hannah Abott tenía razón —dijo Ivy mientras cerraba el libro e imitaba a Neville—. Sí que sabes mucho de herbología.

—Me interesa la herbología, por eso leí el capítulo anoche —contestó.

Neville fue el primero en entrar al lago, arrastró sus pies por las piedras del fondo.

—Te ves muy cómodo, ¿ya habías hecho investigación de campo antes?

Luego de quitarse los zapatos, calcetines y tomar el frasco donde pondrían las algas, Ivy acompañó a Neville.

—Sobre algas anquitíferas no, pero me gusta venir aquí.

—¿Por qué? ¿Se encuentra mucha flora por aquí?

Ivy comenzó a tomar piedras del fondo del lago. Las colocó en su frasco. Tomó un poco de tierra y luego llenó con agua hasta la mitad.

Neville mientras seguía arrastrando sus pies buscando el alga. —Sí, las más bonitas siempre crecen en los lugares más escabrosos.

Ella sonrió.

A Neville le llamó la atención el silencio que hubo, normalmente siempre había algo de qué hablar con Ivy.

Entonces la miró, y se dio cuenta cómo ella lo estaba mirando: —¿Qué pasó? —preguntó Neville.

—Disculpa, me quedé en mis pensamientos —respondió Ivy algo sonrojada—. Siento que eres un Hufflepuff perdido.

Neville bajó la mirada: —Eso pienso todos los días. No entiendo cómo terminé en la misma casa que mis padres, los famosos aurores que combatieron a...

Hubo un gran silencio, parecía que Neville intentaba sostener algunas lágrimas.

—Olvídalo —susurró antes de seguir buscando las algas.

Con pena, Ivy se acercó a Neville y acarició su brazo. El chico no se alejó, pero tampoco la miró.

—Sólo diré esto... —comenzó a hablar Ivy con voz suave—. No es un error que estés en Gryffindor, el sombrero seleccionador debió ver algo de tus padres en ti, sólo que tú aún no lo ves. Ahora, enséñame a buscar esas algas, ¿estás arrastrando los pies? ¿O los dejas flotar?

Neville sonrió eventualmente, —No los arrastres, no las queremos aplastar ni rasgar accidentalmente. Sosténte en un pie y deja flotar el otro, lo sabrás cuando las halles, son...

—Babosas —dijo Ivy con una mueca en la cara.

Dentro del agua, algo comenzó a brillar ligeramente. Neville abrió bien los ojos al darse cuenta:

Ceniza de Dragón | Blaise ZabiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora