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Huertos | Hogwarts


1/2

Hannah Abott y su compañera de equipo Susan Bones, exponían su proyecto de herbología.

Cada pareja tenía asignada una planta, la cual debían encontrar en la naturaleza, intervenirla y exponer el procedimiento a uso medicinal.

Dependiendo de la dificultad de su tratamiento, era el día de exposición, y a Ivy y Neville les había tocado el último.

—... esta espécimen es de la familia de la Bratus Nubulosa, la que tomamos cuando tenemos dolores fuertes —explicaba Susan.

—Prácticamente nubla los inhibidores del dolor, sólo que esta... —señaló Hannah el frasco donde tenía la planta—. La Diabratus Ambilosa es más fuerte. Usualmente es recetada a pacientes que han sufrido de la maldición cruciatus o incluso a ciertos animales de tallas medianas y pequeñas. Así de fuerte es.

Al escuchar esto, Neville desvió la mirada.

Sabía que la reconocía de alguna parte. Nunca la había visto, pero sí reconocía el olor.

—Tiene un olor bastante peculiar, ¿quieren olerla? —ofreció Hannah.

—No.

—No.

Todas las miradas apuntaron a Ivy y a Neville, pues eran los únicos que habían respondido tan rápido y al mismo tiempo.

—La Diabratus Ambilosa quedará aquí en el huerto, así como todas las plantas que se expongan —intervino la profesora Sprout—. Pondrán pasar a verlas, tocarlas u olerlas en el momento que quieran. Muchas gracias Hannah y Susan, vuelvan a su asiento.

El reloj que avisaba el final de la clase, sonó.

Todos se apresuraron para irse, Ivy tomó sus cosas, quería salir de ahí lo más pronto posible, pero vio a Neville quedarse demasiado quieto.

—¡No olviden checar el calendario de exposiciones! —exclamó la profesora antes de partir.

—¿Neville? ¿No vas a guardar tus cosas? —preguntó Ivy.

Pronto el salón se vació.

Hannah, quien se había retrasado por guardar su planta en los estantes, miró a Ivy con duda.

Ivy se encogió de hombros y le hizo una señal para que se fuera sin ella.

—¿Neville? —intentó Ivy de nuevo.

Después de unos segundos, Neville pareció despertar de un sueño, sacudió su cabeza y se talló los ojos.

Miró a su alrededor y se dio cuenta que ya no había nadie mas que Ivy.

—¿Acabó la clase? —preguntó.

Ella asintió.

—¿Te encuentras bien?

Ivy entendería si Neville decidía no contarle nada, después de todo, ella jamás continuó con su conversación en el lago, pero quería intentarlo.

—Eh, n-nada, yo sólo... me voy. Nos vemos.

El chico recogió sus cosas lo más rápido que pudo y se fue corriendo.

—¿No irás a Adivinación?! —le gritó Ivy, pero ya no obtuvo respuesta.




2/2

Durante las clases de Adivinación, Ivy solía sentarse con Neville, pero para el momento en el que la clase inició, él no había llegado.

Fue entonces que Seamus y Dean le dieron un espacio con ellos, después de todo, antes de que Hermione diera de baja la clase, ella se sentaba en trío con Harry y Ron.

Seamus se había encargado de recoger los materiales y Dean se había puesto a preparar la mezcla, por lo tanto, a Ivy le tocaba probarlo.

—Confíen en sus compañeros —decía la profesora Trelawney ante la posibilidad de que echaran a perder el té—. Lo peor que les puede pasar es que lo regresen de formas poco agradables.

Ivy miraba a Dean con desconfianza. Siempre que en la clase tocaba manejar algún tipo de hierba o planta, se sentía más segura con Neville.

—¿Estás seguro que lleva toda esa cantidad de vidreño? —preguntaba Ivy mientras pasaba de su libro al remedio de Dean.

—Confían en mis habilidades, ¿sí? Va a salir excelente —respondió.

—Me alegra que Neville no haya llegado, yo no le daría eso ni a mi lechuza —comentó Seamus con desagrado.

La profesora pasaba entre las mesas revisando que estuvieran trabajando, pero no precisamente que lo estuvieran haciendo bien.

—¡Este té elevará su espíritu a otro plano de la realidad! —exclamó Trelawney—. Abrirá sus ojos a nuevos entendimientos y formas de intercambio atemporal.

Ivy chilló, —No creo que sea buena idea que me tome eso.

—Que toque lo que toca —dijo Seamus, Ivy frunció el ceño sin entender—. Y te tocó.

Dean les pidió silencio para concentrarse. Estaba triturando las últimas especias en el molcajete.

—Debe ser de derecha a izquierda o tu ojo no se abrirá —se rió Dean.

Ivy apoyó su cabeza en la mesa y se escondió entre sus brazos, —Como sea.

Al terminar, Dean colocó la mezcla en una taza. Se veía viscoza y tenía un olor muy extraño.

—¿No debería ser más líquido? Esto no parece un té.

Ivy tomó la taza y le dio la vuelta, la mezcla era tan espesa y pegajosa que no se caía.

—Se ve desagradable —comentó Seamus—. Eso significa que está bien hecha.

Dean asintió, —Seguí cada paso al pie de la letra.

—¿Debo tomarla toda?

—¡Hasta el fondo!

Con desagrado, Ivy finalmente se llevó la taza a sus labios y absorbió. De inmediato sintió el reflejo de devolverlo.

—¡No lo saborees, trágalo! —le gritó Dean.

Hizo su mayor esfuerzo y lo tragó.

—¡Tenemos nuestra primera valiente! —exclamó Trelawney desde el otro lado del salón.

La garganta le picaba y comenzó a toser. Seamus y Dean pronto le palmearon la espalda para aliviarla.

Para cuando dejó de toser, Trelawney ya estaba frente a ellos y todos los demás alumnos la estaban mirando.

—¿Cómo te sientes, mi niña? —preguntó la profesora.

Ceniza de Dragón | Blaise ZabiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora