El mejor hombre (sequel) - Julian Alvarez.

3K 63 8
                                    

Perspectiva de Julián.

2 semanas. 2 semanas desde que ví a la que pensé sería la mujer de mi vida en un futuro, con su ex. Con el mismo ex que la destruyó. Del que la ayudé, o al menos lo intenté, a recuperarse.

Tres años enamorado de ella, tirados a la basura. Solía quererla por todas sus virtudes. Su inteligencia, su nobleza, sobretodo su lealtad. Ahora veo que estaba equivocado.

Me maldigo a mi mismo cuando me encuentro pensando en ella otra vez. Por más que pasen los minutos, las horas y los días; su recuerdo me vuelve a atrapar. Necesito escapar de su agarre, pero no hallo la manera.

Quizás ahora la entiendo un poco en todo este temita de Rodrigo. Él fue su gran amor, ella el mío. Pero de nuevo, yo soy un buen novio. Una buena persona. Él es todo lo contrario a eso.

Me levanto del sofá, buscando el control remoto. Quiero apagar el televisor para irme a dormir y dejar de pensar en Rodrigo cogiendose a mi novia, pero no puedo. Ni dejar de pensar en eso, ni encontrar el control.

Me frustro y termino tirando uno de los cojines al piso con rabia. Me desplomo en el mueble, e inevitablemente las lágrimas empiezan a descender por mis mejillas.

— ¿Qué te hice, boluda? Solo amarte. — susurré para mi mismo. Todavía no lograba entender. Lo único que hice fue amarla, respetarla y esperarla.

Luego de la fiesta, mis amigos me encontraron y me consolaron. Me dijeron que lo mejor es que las cosas quedaran así, que yo no merecía estar al lado de alguien que no supiera aprovechar al hombre que tenía para ella.

Y era verdad, me hirió como si yo no valiera nada. Y ahora eso siempre me perseguiría a todas partes. Cada intento de relación, ahí estaría ella en el fondo de mi cabeza recordándome qué tal vez no soy merecedor de un amor fiel y correcto.

Me dirigí al baño, con ansias de tomar una ducha caliente. Necesitaba encontrar algo que me relajara los músculos y me distrajera de mis penas.

No pude ir a entrenar hoy. No di para levantarme de la cama. Generalmente cuando me pasa algo, solo me descargo jugando. En los entrenamientos doy alguna que otra patada, en el gimnasio entreno box y listo; quedo como nuevo.

Pero con esto es diferente. Ni siquiera di para levantarme de la cama hoy. Mandé un mensaje por el grupo del equipo, excusándome por haber faltado. Mentí y dije que aparentemente me había agarrado una infección bárbara. Lo único que me agarró fueron los tremendos cuernos que me encajaba mi novia.

Cuando entré al baño, lo primero que hice fue encender la luz. Me miré al espejo, luego miré al espacio que solía usar ella cuando se quedaba acá. Aún estaba su cepillo y su crema ahí. No había agarrado el valor para tirarlos.

Acto seguido, me quede unos segundos mirándome al espejo. Tenía ojeras, la cara hinchada de tanto llorar, y los ojos de un color rojo intenso. Pasé mi mano por mi cabello y me miré con cansancio y decepción.

Ahí estaba yo, Julián, viéndome al espejo a las cuatro y media de la mañana, recitando una y otra vez "sabés porqué le terminaste." y "ella tiene la culpa.".

Entré a la ducha y dejé que el agua corriera por mis extremidades. Me restregué fuerte con el jabón en ellas. Todavía podía percibir su olor en mi. Su tacto. Lo único que hice en estos últimos 15 días fue extrañarla y desear con todas mis fuerzas que se quisiera quedar con el mejor hombre.

Después de unos minutos, salí de ahí. Envolví una toalla en mi cintura y fui a mi cuarto. Buscando conciliar el sueño, me acosté a ver el celular un rato. Pasé por todas mis redes, viendo mensajes de mis fans. Un poco si me levantaban el ánimo. Estaba tan desocupado, que me puse a responder varios. Casi nunca tengo tiempo de hacerlo, así que decidí mostrar cuán agradecido estaba. Y luego de media hora, por fin me dormí.

One Shots - Scaloneta. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora