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1793, 4 de marzo.

Carlisle salió del hospital, estuvo dos días ahí. Aunque no podía cansarse, algo le decía que debía irse. Empezó a caminar por el bosque al sentir un aroma, un aroma peculiar.

Escuchó unos pasos un poco lejos por lo que, a su velocidad se dirigió al lugar. Era un acantilado, y en la cima había una mujer, con un sombrero y vestido extravagante. Su vestido y su cabello se movían salvajemente debido al fuerte viento que había.

El vampiro escuchó un sollozo, era la mujer, también sintió el olor a la sangre mucho más fuerte, pero el aroma no le molestó, solo hizo que se preocupara más. Iba a hablar, pero el sonido de unas pisadas lo detuvo.

Vio como unos hombres con escopetas salían detrás de los árboles y se acercaron a la mujer.

- Mary Pussett – habló uno de los hombres.

La mujer se giró, con el rostro lleno de lágrimas, la parte delantera del vestido estaba llena de sangre junto con sus manos que estaban temblorosas. En la mano derecha de la mujer se encontraba una daga plateada, con un líquido de color carmín.

- Es culpada por la muerte de Oliver Loughty – comentó el mismo hombre.

- ¡Suelta la daga! – gritó otro hombre.

La mujer sollozó, abrió la mano y dejó caer la daga al piso. El hombre la apuntó con el arma y habló.

- Disfruta del agua, perra.

Antes de que Carlisle hiciera algo, el hombre disparó. La mujer ahogó un grito y cayó del acantilado, segundos después se escuchó su cuerpo tocando el agua.

Carlisle se acercó al trío de hombre y los empujó contra los árboles. Se acercó a la punta del acantilado y vio como las olas se movían fuertemente. Se quitó el saco y lo dejó en la tierra para después saltar.

Se hundió en el agua y después salió, vio a su alrededor, pero no había rastro de la mujer. Se hundió y empezó a nadar hacia lo profundo, pudo mirar a la mujer y a su alrededor, sangre.

Nadó a ella y rodeó la cintura de la mujer con una mano y con la otra empezó a nadar hacia la superficie. Sacó su cabeza del agua y vio la orilla, la playa estaba con personas, no podía ir hacia allí.

Pudo divisar una especie de cueva y nado hasta allí. Al tocar la arena, dejó el cuerpo de la mujer con cuidado en ella, la observó y se dio cuenta que en la parte derecha de su frente tenía una herida y su estomagó tenía la herida de bala.

El corazón de la mujer estaba débil, cada vez era más lento. Pensó seriamente, observó con detenimiento a la mujer, su aroma lo llamaba, algo decía que debía convertirla y protegerla.

Para toda la eternidad. [Carlisle Cullen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora