Back to Black

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Atsushi Nakajima era un joven bastante influenciable, incluso el mismo lo admitía, y no era por nada en particular, pero lo supo desde el minuto en el que ser simplemente del montón que se drogaba, se puso ante sus ojos, no era imbécil, sabía lo que esa mierda hacía, y aun así puso el filtro entre sus labios e inhalo.

Es bastante difícil a decir verdad porque lo hizo, quizás le resultó sencillo únicamente porque todos lo hacían.

Fue muy idiota de su parte, nunca le encontró la verdadera pasión, solo olía a mierda, y sabía mucho peor, pero prefería cortarse la lengua que admitirlo. Era lo que hacían, el estereotipo de chicos malos que fuman y se divierten. Pero en su mirada lo podías notar, no se estaba entreteniendo en lo absoluto, no claro que no, el bruto de Ryunosuke había tenido el descaro de besarle y no recordarlo al otro día. Llamo a la misteriosa "chica" de sus sueños Shadai, como si en verdad hubiese ocurrido algo así. A veces podía ser un completo estúpido, pero el hecho de no ser recordado realmente lo afecto.

Todos estaban en el borde del precipicio, nunca supo las razones de los demás, pero sabía bien que él solo lo hacía para encajar. El humo en sus pulmones traía la locura necesaria para entender ese mundo poco ortodoxo en el que ahora estaba. Lo llamaron inocente más de una vez, pero vio muchas cosas. A lo largo de su vida descubrió la tristeza de crecer en un orfanato, el no tener a nadie, por eso lo reconoció en el instante que lo vio en Dazai. Él, como explicarlo, sabía que algo estaba pasando, desde la fiesta en la que ella llegó de la nada. Con el rostro serio, sin las bromas, fue el único que se fijó en las medias rotas y las rodillas raspadas, los moretones, la euforia, el silencio.

El bucle que se repetía como una rutina, aunque no lo era porque Dazai no era una persona especialmente rutinaria. Hacía todo por impulso, pero a la vez estaba todo tan pensado que parecía planificado, la chica, Osamu era la verdadera elegancia del contradecir, jodidamente hermosa pero obscura. Con tintes alegres, pero vacíos, con una llama que se encendía y apagaba, intermitente.

La castaña era el sueño y la pesadilla a la vez de su propia persona.

Y podían verlo en el álbum, en No Longer Human, Atsushi ni podía evitar llorar cada vez que la escuchaba, es posible que ella dejara fragmentos de su alma en esa canción, Dazai sabía como romper sentimientos y acercarlos al borde para que emergieran. Eso hizo, con cada canción. Pero las acciones contrariadas mantenían confundidos a todos.

La fiesta los adormeció, ninguno estuvo realmente listo para lo que fue el primer impacto. La primera catástrofe, el primer incidente de varios de ellos.

Ocurrió a finales de ese año, el álbum seguía en su punto más alto musical, la gente lo amaba y vendía lo suficiente para mantenerlos fuera de planear otro en un largo rato. Entrevistas, fiesta, alcohol, drogas y sexo, eso era su estilo de vida. La libertad en el máximo esplendor del libertinaje. La nieve se acercaba junto a las vísperas deprimentes de fin de año, o al menos siempre le parecieron así porque cuando realmente no tienes familia para pasarla con ellos, es difícil concebir verdaderamente una felicidad malditamente inexistente. Era el único amargado, Ranpo tenía familia, los Akutagawa también. Lógicamente, se marcharon, bastante calmados y deseándoles suerte a Dazai y a él. Que se quedaban en casa hasta el regreso del resto por las fiestas de víspera navideña.

Gin literalmente le dejo una lista de compras y Ryu le rogó a Dazai que no desordenara, no le diera tanta trabajo.

Pareció irrealmente tranquilo, pero eso duró poco. La casa se quedó en silencio, completamente una tranquilidad anormal, Atsushi estaba bastante pensante, de día, de noche, en la tarde. Solo había visto a la chica con la que se había quedado, bajar de forma inconstante por comida. Para desaparecer después en su habitación. Trato de perderse en las películas familiares de vísperas que pasaban en la televisión de los programas basura, pero no había absolutamente nada.

La intranquilidad persistente se mantuvo en su lugar, callando por dentro el ahogado deseo de auto desprecio por la incertidumbre. Dazai se mantuvo así los primeros tres días, el cuarto en particular bajo a comer con él, sonrió, tuvieron una plática normal, definitivamente convenció al albino de que todo andaba bien, fue una completa farsa cuando esa misma noche entre giros sobre su cama nerviosos. Escucho el golpe sordo de algo cayendo al suelo.

No siquiera lo pensó, se levantó deprisa con las pantuflas sin poner y corrió al cuarto de la chica, pensaba llamar a la puerta, pero la interminable quietud aumento el sentimiento de mal augurio, llevándolo a abrir la puerta sin cuestionar hasta moverse al baño. La regadera estaba abierta y Dazai sostenía el pedazo de espejo roto entre sus manos mientras se comía sus propios sollozos mordiéndose la lengua hasta sangrar. El espejo destrozado fragmento su rostro cuando lo miro y pudo ver la sangre emanando de las heridas verticales en manos y piernas, era una escena de película de terror, los muslos lechosos de la castaña estaban cubiertos de cortes, mutilados, como si hubiera hecho una guerra contra sí misma. Temblaba como si cruzara una nevada infernal. Y no lo miraba, ni siquiera cuando soltó él; "Santo dios", o cuando le llamo por su nombre. Ni siquiera cuando se tropezó para llegar a la habitación y tomar el teléfono para llamar a emergencias. El lloro de desesperación también, sin saber qué hacer. Había tenido el pensamiento de cómo sería morir así de joven, pero jamás lo había visto en acción, la sangre brotar, emanar de cortes profundos. El rostro lleno de dolor e incomprensión, tembloroso, desaliñado, perdido.

La mirada vacía, quizás con apenas un poco de arrepentimiento, pero aun sin nada en particular, solo el incomprensible proceso de agonía interior. Regreso corriendo con una playera y la uso para presionar las heridas de los brazos, temblaba también. Los dos tiritaban, de miedo, de frío, de ansiedad. Esa que provocaba un nudo en la garganta. Que hacía arder la boca del estómago de los dos.

Por fin hubo una reacción, un quejido, un sonoro quejido que vino acompañado de la inhalación y el sollozo más desgarrador que hubiese escuchado jamás.

Es de ese llanto que te abruma de lo doloroso que es, que te hace sentir en la misma miseria, que tratas de entender, pero quizás te toma por sorpresa más profundamente de lo que admites. Dazai lo estaba sintiendo, lo estaba soltando, frente a una de las personas más sensibles de la banda. Atsushi gimió con agonía en respuesta, impotente, asustado.

Y urgencias a penas y llego. Trasladando a emergencias a Dazai. Atsushi tuvo que moverse en taxi hasta el hospital, aun temblando con la ropa cubierta de sangre y solo tapado por una chaqueta que tomó al azar. Solo para esperar en sala de espera por interminables minutos hasta que alguien llego trayéndolo de regreso a la realidad. "Atsushi".

Su mirada se elevó y lo vio, los vio, Ryunosuke, Gin, los dos estaban ahí. Un sollozo se escapó de sus labios.

"Aku"

Llamo, y el pelinegro de inmediato lo abrazo presionándolo contra su pecho, acariciando los mechones albinos, limpiando el llanto con su mano libre mientras consolaba con la otra al chico, dando un masaje por la espalda pequeño. Gin solo miró en silencio, contenido, enfocada en sus propias lágrimas mientras esperaba sentada en las sillas frente a ellos, admirándolos consolarse mutuamente.

Después de lo que fue realmente una hora, recibieron información. "Ataque psicótico" había dicho el hombre. "Le dimos tranquilizantes para calmarlo y cosimos las heridas más profundas, el resto fue desinfectado y vendado, mañana lo podrán ver y les recomendaré algunos folletos de salud mental para que busquen un hospital para ella", lo dijo con la suficiente seriedad para que ellos lo consideraran.

Fue como llamaron a Kunikida para informarle al respecto, el rubio del otro lado no reacciono como esperaban, no grito, no exploto, solo respondió con u simple; "iré allá pronto", antes de colgar. Ryunosuke se movió a la casa por un cambio de ropa y un abrigo para él, mientras que Gin se quedó a consolarlo, aún conmocionado por lo sucedido. Regreso casi a las tres de la mañana y a Atsushi le prestaron las duchas y el vestidor para que se cambiase.

Esa noche la pasaron en el hospital, acurrucados entre los tres con una sola manta, a veces Aku no podía dormir, a veces era Atsushi, a veces Gin se levantaba a hacerse un café antes de volver a dormirse.

A la mañana siguiente, Ranpo y Kunikida llegaron, casi a la par, el rostro sombrío de los dos parecía bastante conciso, un secreto de que ellos sabían más de lo que aparentaban.

CHUUYA & TAINTED SORROW ||| [soukoku Fem]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora