Dazai Osamu sabía que tenía problemas, Dina, Sana, Calisha, podía haber cientos de nombres en su lista, pero jamás había sentido nada parecido a lo que sentía con Chuuya, es un poco imbécil decir eso tomando en cuenta como le trato al inicio, pero, no es culpa suya que la pelirroja fuera tan jodidamente molesta al inicio, demasiado correcta para su bien.
O eso solía pensar él, hasta que la conoció mejor.
A Dazai le gustaba, la quería, realmente. Anhelaba ese cariño desmedido que le daba a las personas, y no la malinterpreten, ella sabía que eso de ser buenas personas era complicado, y que no era para todos, pero Chuuya lo hacía sin esfuerzo, tan tranquila, tan real.
Dazai anhelaba esa realidad. Nunca había tenido algo que no fuera banal, todas buscaban lo mismo, los hombres solo la miraban como una satisfacción, Chuuya la entendió, la comprendió cuando nadie más lo hacía, compartió, se abrió a ella y nunca la juzgo, por eso... estaba tan profundamente agradecida, la pelirroja pensaba que no lo recordaba, pero desde su llegada sabía que era ella quien la cuidaba cuando había más alcohol que sangre en sus venas.
Había visto a Chuuya con Fyodor y lo odio, odio cada segundo, pero entendió que Chuuya la quería a ella, porque él se parecía a ella, solo que menos imbécil, aunque eran similares. Como explicarlo, es como pedir que alguien esté contigo, pero no poder tenerlo, así era Chuuya. Dazai tuvo miedo de la sinceridad en sus ojos desde la primera vez que los vio.
La sinceridad en su voz cuando canto por primera vez, fue como si sus propios sentimientos lo abordarán por una vez y no fueran solo un pedazo de papel inexpresivo, Chuuya podía sentirla a través de la música, y ella podía hacerlo también.
Dazai espero, canto, y brillo junto a ella hasta que la perra rusa se marchó, estaban haciendo el nuevo álbum, amar se sentía como morir, pero amar a Chuuya se sentía como morir y estar en paz con eso. La canción con Chuuya, "For The Tainted Sorrow" tenía mucho más significado del que querían admitir, cuando eres joven y persigues el entendimiento, la libertad, es incluso difícil darte cuenta de ello. Que hay personas similares a ti, pero tan diferentes que es simplemente inusual.
Ellas no eran únicas, había cientos de chicas con las mismas aspiraciones y el mismo sentido, pero sin dudarlo, o poner en lugar a dudas, no había dos Dazai, o dos Chuuya, eran solo ellas, ambas contra el mundo en ese preciso instante y por mucho tiempo eso fue lo que las movió. Hasta estamparse con la otra.
Cielos, Dazai no pensaba ir muy lejos, pero ella se veía esa noche tan bonita en ese vestido negro recubierta de la falda larga de tela transparente, sus tacones altos bordeados de dorado y el abrigo blanco esponjoso encima, la elegancia estaba pintada de rojo y ella no podía mirar a otro lado, embelesada.
Es como una droga que le hacía olvidar su tristeza. Era como una razón, una verdad, un corazón inimaginablemente etéreo. Cuando la veía, encontraba la paz que cantaba la tormenta de su mente, cuando la veía solo eran las dos contra el jodido y abrumador mundo.
Quizás esa noche tomo más del Champán espumoso, quizás esa noche se emborrachó con Whisky, quizás esa noche le dijo a la ligeramente adormecida por el vino, Chuuya que la quería. Quizás esa noche desaparecieron entre las habitaciones del salón de ese gran hotel donde estaban de fiesta por el nuevo álbum y terminaron en una recámara, quizás esa noche la beso apasionadamente como siempre deseo hacerlo. Quizás esa noche coló sus manos bajo el vestido como había deseado varias veces, quizás se sumió en la lasciva sensación de que Chuuya la pertenecía.
Pero no era así, Chuuya era libre, no era la primera en recorrer besos por las curvas de su cuerpo, no era la primera en arrinconar su mirada o escuchar sus dulces jadeos entre cortados.
No era la primera, no había forma.
Y eso dolía, bastante. Pero no incitó la ira, se fundió en la calma del momento, se fundió en ella, y beso cada sentimiento de piel, cada lágrima, cada sonrisa y cada suspiro.
La llevó a la cima y se llevó a sí misma a la cima solo para despertar en edredones calientes y llenos de recuerdos. Era de madrugada aún, pero ya no lo soportaba, el arrepentimiento y el miedo se habían apoderado de ella.
Esa sensación cuando sabes que no puedes darle a alguien lo que merece, por qué no puedes ni siquiera admitir que tú mereces algo. El compromiso se apoderó de ella con desesperación, con terror. Aceptar a Chuuya era encontrar el control, aceptar a Chuuya era rehabilitación, aceptar a Chuuya era quedarse por siempre en un solo lugar, eso le dio miedo. No aguanto, se había vestido rápido y tomado sus cosas. La fiesta seguía, podía escuchar la música, pero huyo calle abajo y corrió hasta que las piernas le dolieron.
Compro un boleto por impulso a otra ciudad y escapo en el jodido tren, siguió corriendo y luego descanso, la euforia golpeaba su pecho, la calma, quería la maldita calma y acabó por meterse a una fiesta ilegal cercana, olía a mala muerte y probable peligro. Pero eso era lo que hacía ella. Cuando sentía que el mundo la rebasaba, tomaba el peligro entre sus manos y lo tragaba. Era como un consuelo para nada beneficioso, solo extraño y adverso.
Ni siquiera podría describir bien que ocurrió, solo recordaba comprar algo de cristal, pulverizado como polvo de ángel, después simplemente se perdió, bailo, salto, grito, beso, personas extrañas y cuando estaba por la cúspide de la emoción, alguien la tomó fuerte de la mano, ella forcejeó, ella empujó, después de eso solo venía a su mente el ser golpeada con brutalidad, las sirenas de la policía, gente gritando, bullicio, la vista nublada y el rojo sangre a los costados, su cabeza pegada al piso frío. Y los escalofríos. El dolor, ella odiaba el dolor más que nada en el mundo.
Paramédicos, voces, miedo.
Doctores, luces blancas, terror.
Sala de emergencias.
Desangre en una vena arterial.
Muerte.
Vida.
Final.
Inició.
ESTÁS LEYENDO
CHUUYA & TAINTED SORROW ||| [soukoku Fem]
RandomAu Band Soukoku Fem Ella era la cálida brisa de mar oceánica, con la mirada azul terciopelo, y una presencia que te hacía enloquecer. Ella era la fría noche de invierno, el cabello castaño obscuro alborotado te hacía suspirar, con sus ojos marrones...