Solo

1 0 0
                                    

Alejandra no estaba, llamé al idiota que le escribió pero cuando escuchó mi voz colgó y no volvió a responder, llamé a Julián pero me dijo de todo menos lo que le pregunté, llamé a su familia pero nadie sabía dónde encontrarla, al menos eso me dijeron todos, se la había tragado la tierra aparentemente...
Salí, ilusamente pensando que la encontraría a los alrededores de casa, en algún parque, en algún negocio, algo, luego pensé en recorrer los lugares que nos gustaba frecuentar pero nada, todos esos sitios parecían muertos o sacados de una película blanco y negro, nada tenía vida sin ella, ni siquiera yo.
Pasaron las horas, pasaron los días, y nadie sabía de Alejandra o al menos nadie quería decírmelo, sólo quería saber que estaba bien, que nada le había pasado, tuvieron que pasar meses hasta que al fin ella regresó...

Fue una mañana que decidí que no quería quedarme en mi trabajo por lo que aparenté sentirme enfermo y me dieron el día libre, ciertamente estaba devastado pero a nadie le importa lo que un corazón roto puede hacerte, sólo quería dormir, llorar probablemente, y luego dormir por horas hasta que dejara de doler tanto, pero cuando regresé a casa ahí estaba ella, tan hermosa como la recordaba, sus ojos enormes y bellos, como una caricatura, se había quedado a la mitad de algo, seguramente sorprendida de verme, traía lo que parecía un repasador en su mano y un recipiente en la otra.
Me quedé inmóvil y pasaron largos minutos hasta que pude hablar.

- ¿Sos real?
- ¿Qué?
- ¿Realmente sos vos?
- Ahm... yo creo que sí, al menos la última vez que me fijé lo era.- Sarcástica como siempre.
Quería decirle más pero cuando mi cuerpo recuperó su movilidad me di cuenta que estuve conteniendo gran parte de mi respiración, solté el aire y me acerqué lentamente a ella pero me dolió ver el temor en sus ojos.
- ¿Te doy miedo?
Titubeó pero luego negó con la cabeza.
- ¿Dónde estuviste?
- Aquí.
- No es cierto.
- Matt, ¿realmente nunca me viste?
- ¿Cómo? Si no estabas aquí.
- Mira a tu alrededor, probablemente no estaba cuando vos estabas despierto pero siempre me ocupé de la casa, siempre procuraba que no te faltara nada.

De pronto tuvo sentido que mi heladera nunca se vaciaba, que mi ropa siempre estuviera limpia, o que todo se encontraba en su lugar cada día.

- Creí que la tristeza me volvió sonámbulo y hacía cosas sin darme cuenta.
Soltó una carcajada, amaba y extrañaba tanto ese sonido.
- ¿Qué haces aquí? ¿No trabajas?
- Me sentía mal.
- Matt, lo siento, sé que te hice daño todo este tiempo pero necesitaba tiempo para aclarar mis ideas.
- ¿Dónde estabas cuando yo estaba aquí?
Su mirada se dirigió a una esquina de la habitación.
- ¿Estabas con él?
- ¿Con quién?
- Con el idiota que te escribía esos mensajes.
Resopló.
- Por supuesto que no, estuve con Julián.
No sabía qué era peor, saber que Julián la acogía cuando sabía que me moría de desesperación por no saber su paradero, o pensar que estaba con un extraño ocultándose de mí.
- ¿Julián?
- Matt, me asustaste mucho esas últimas semanas. Temí que perdieras el control y me hicieras daño físicamente.
- Sabes que sería incapaz de hacer algo así.
- No, no lo sé, creí saberlo pero debías ver tu expresión cuando pensabas que había alguien más.
- Tampoco estaba tan equivocado.
- Creí que sería lo mejor, que si te decepcionabas de mí, sería más fácil dejarme...
- Uno creería que sí, pero no sé decirte con palabras lo que siento por vos, te amo tanto que siento que me estoy volviendo loco...
- A eso me refiero.
- ¿Volviste con Julián?
- Matt, no hagamos esto.
- Es una pregunta sencilla, ¿vos y Julián están juntos nuevamente?
Dudó un momento pero luego asintió lentamente, buscando algo detrás de mí, como si pensara en tener una salida cerca cuando yo perdiera los estribos.
- Genial, volvemos donde empezamos, ¿querés que te ayude a llevar tus cosas y me quedo unos días nuevamente para que volvamos a empezar?
- No seas así. Esto no es fácil para mí tampoco.
- Ándate de mi casa, por favor.
- Matt...
- Alejandra, lo estoy pidiendo bien, con calma, por favor, mira, en el armario están tus maletas, este tiempo sin vos me tomé el tiempo de juntar todo lo que trajiste y logré que quepa nuevamente en tus dos maletas. Ni siquiera tenés que guardar nada, te ahorré trabajo y todo.
- ¿Por qué todo debe ser tan complicado siempre con vos?
- Porque así es esto, me enamoré de una mujer que sólo le gusta jugar con los sentimientos de los demás, se la robé a mi mejor amigo, y ahora él me devuelve el favor, no hay más que eso.

Me miró un momento más como rogándome que le dijera que era mentira, pero luego caminó a la habitación, abrió el armario y pude escuchar que sacaba sus maletas, volvió a mirarme por un momento más y luego se marchó...

Pasaron los minutos y la rabia me invadió, sólo quería destrozarlo todo, comencé a tirar todo lo que encontraba, un par de sillas perdieron sus patas, la mesa se partió en una esquina cuando la tiré, y el cuadro que tenía nuestra foto se destrozó en tantos pedazos como sentía mi corazón, la tristeza me atrapó y comencé a llorar desconsoladamente, ya no había más que hacer, todo había terminado...

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 29, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Ella...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora