EP 1: Collei

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—Si pones una cara tan triste me harás llorar...—. Dijo la joven chica de ojos violeta desde su cama e intentó darle un pequeño apretón a la persona a su lado para consolarla, pero tan solo pudo rozar con la yema de sus dedos el dorso ajeno de lo débil que estaba.

Tighnari forzó una pequeña sonrisa y tomó la mano de la muchacha entre las suyas, dándole el apretón que ella quería. La pequeña Collei había tenido otra recaída hacía unos días, como era algo recurrente, pero esta vez era distinto. El joven guardabosques se sentía impotente al ver la vida de su pequeña escurrirse entre sus dedos y lo peor de todo es que no podía hacer nada. Ninguna de las medicinas que preparó le estaba haciendo mejorar ni un poco. Sabía desde hace mucho que ese día llegaría pero no quería afrontarlo.

Collei tosió de nuevo, llenando su pañuelo de sangre. Tighnari cerró los ojos por un momento tratando de calmarse, lo último que necesitaba su niña era verle alterado. Tomó la jarra de agua de la mesita auxiliar al lado de la cama y vertió un poco en un pequeño vaso. Se sentó en la cama, recogió a la pequeña entre sus brazos y la apoyó en su hombro, dándole de beber poco a poco para que la sangre se fuera de su boca. Apartó los mechones de su frente con cariño y pasó un húmedo pañuelo por su piel, a pequeños toquecitos para que no le doliera.

—Será mejor que descanses hasta por la mañana—. Dijo en un suave tono, volviendo a arropar a su niña con aquellas grandes cobijas que ambos habían tejido años atrás.

—Tú también—. Le regañó la muchacha con un pequeño puchero, sabía de sobras que el joven llevaba días sin descansar apropiadamente.

—Si, no te preocupes, iré directo a la cama—. Respondió con una falsa sonrisa—. Llámame si necesitas cualquier cosa ¿Si?—. La pequeña asintió y le devolvió la sonrisa como pudo. Dejó un suave beso en su mejilla y se fue en silencio de la cabaña con la cabeza gacha.

Bajo las escaleras lentamente, las piernas le pesaban demasiado, todo en general le pesaba demasiado. La cabeza le daba vueltas por la falta de sueño, su estómago dolía desde hacía muchas horas pero no era capaz de identificar si era hambre o ansiedad. Se arrastró como pudo a la orilla del río y se quedó mirando el agua perdido en sus pensamientos, sentado con la cabeza encima de sus rodillas. Ni siquiera noto cuando sus lágrimas empezaron a bajar por sus mejillas.

Todos los síntomas de la pequeña Collei indican que ya no le queda demasiado tiempo y no podía hacer nada. Era tan frustrante. ¿Erudito de que? Si no podía salvar a su familia ¿Para qué había perdido el tiempo leyendo aquellos aburridos libros toda su vida? ¿Por qué el destino tenía que ser tan cruel? Llevarse la vida de una niña que apenas ha empezado a vivir su vida después de todo lo que le había pasado... Casi era mejor que la muerte se lo llevará a él por incompetente antes que a su pequeña. Daría cualquier cosa con tal de salvarla, si su vida era el único remedio para ello que así fuera, no quería estar en un mundo dónde no podría volver a escuchar reír a su hija.

Unas frías manos le taparon los ojos.

—Nari...—. Dijo con pesadez la persona en su espalda con un suspiro—. Ya estás pensando cosas inútiles otra vez—. Lo regaño con cariño.

El híbrido se tenso momentáneamente ante el susto, estuvo tan absorto en sus pensamientos que no escuchó cuando llegó su amigo. Atrapó la mano que estaba en sus ojos y la bajo, aunque no la soltó. Se volteó poco a poco hasta poder ver aquellos rojizos ojos que siempre le tranquilizaba tanto. Cyno sacó un pañuelo y secó sus lágrimas, sin dejar de verle a los ojos. Suspiró aliviado por tenerle al lado, se alegraba de que su carta hubiera llegado a tiempo para avisarle de lo que se venía y agradeció que hubiera dejado su trabajo para ir a verles. El albino le dedicó una cálida sonrisa, provocando que ya no pudiera aguantar más y estalló en un amargo llanto.

Última Esperanza [Cynonari]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora