La virgen de Lo Abarca

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Iba yo en cuatro ruedas mirando lo verde pasar. Lo Abarca se llamaba el pueblo y era pequeño en verdad. Tres iglesias tenía y vírgenes a su alrededor, una iglesia invisible y otra de cristales de color. La última detrás de una plaza era hermosa, un redentor. Dentro yacía una virgen hecha de madera y me miró. La monja era alegre y contaba muchas historias, su perro ladraba fuerte y la virgen reía sola. Cuatrocientos años creo que tenía pero aun lucía joven, toda una maravilla. Dejé Lo Abarca en armonía, con la monja, su perro y la virgen antiquísima.


(Enero 2013)

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