Buen viaje.

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Helen se paró frente a ella, con una sonrisa maliciosa.
-Entonces eres una perra con él.
-No sonrías así.
-Mira, en serio vas a hacer esa mierda? Es sólo que... es cruel.
Alana negó con la cabeza y se movió a un lado.
-Y tú, qué harías?
-Besarlo. Has notado que guapo es?
Alana se giró enojada y dijo: -No entiendes. Yo confié en él. Le di todo de mi. Absolutamente todo.
-Sí, lo sé pero él es hombre. Es complicado. Es idiota. No razona. Es un cavernícola. Y aún esperas que diga algo coherente...
Alana se giró y la vio enojada.
-No lo entiendes.
-Créeme, Alana, lo sé. Lo entiendo perfectamente. Huyes. Él es el padre de tu hijo, vas a tener que convivir con él toda la vida de tu hijo si quieres que sea sano, pero estas huyendo, no porque él te olvidó, sino porque tienes miedo. Estás huyendo porque tienes miedo de volver a caer. Enamorarte. Pero que egoísta de tu parte dejarlo sin el derecho de ver a su hijo crecer.
Alana sintió las lagrimas picar detrás de sus ojos y volvió a girarse, tomando su maleta y caminando al auto.
-Siempre estaré de parte de Theo.
Alana asintió y entró al auto.
-Él está derrotado. Y puedo entenderlo. Su madre murió. Hizo lo que creyó correcto. Alejarse. Y lo entiendo porque yo habría hecho lo mismo. No me habría gustado consumir a alguien con mi tristeza.
Alana cerró sus ojos con fuerza y luego la señaló: -No entiendes.
-No. No te entiendo. Lo entiendo a él. Es como un hermano para mi.
-No me importa una mierda! - le gritó Alana y arrancó el auto.
-Que tengas un buen viaje!
-Jódete!
Llegó al aeropuerto con los ojos hinchados de tanto llorar. Subieron su maleta y ella sacó su boleto, junto con su nuevo iPhone. Estaba usado pero en buen estado, y lo había conseguido a buen precio. Empezaba a ahorrar para la casa, los arreglos... y pensaba conseguir trabajo. No sabía ni de qué...
Se sentó en un pequeño restaurante de comida rápida y comió una hamburguesa con papas fritas. Estaba tan agotada que sus ojos se cerraban. Pronto llegó la hora para subir al avión y ahí se durmió cuando estuvo ya en el aire. Los mareos se habían ido y ahora llegaba una terrible hambre que amenazaba con comerse a su propio estomago.
Estuvo dormida hasta que no pudo aguantar más el hambre... casi muere cuando le llevaron un pan. Sólo un pan? Jodido infierno!
Pidió cacahuates y jugo de limón.
Volvió a dormirse y despertó cuando una aeromoza le sacudió con suavidad el hombro.
-Llegamos...
Alana asintió y se paró, varia gente bajaba sus maletas pero ella sólo llevaba una y la recogería después. Fue una gran... cosa, salir del aeropuerto, el calor era horrible y ya esperaba salir de ahí. Cuando lo logró, gritó de felicidad.
Recorrió las calles con entusiasmo pero cuando comenzó a sentir malestar, fue a lo que sería su nuevo hogar.
La casa estaba sucia pero no había paredes cayéndose. La había mandado a pintar hace dos semanas, cuando pensaba abandonar Holanda. Las cosas ya estaban en su lugar, por lo que exploró todo. La refrigeradora estaba vacía. Era obvio. Qué esperaba?
Comenzó arreglando su cuarto, poniendo sabanas y arreglando su ropa. Era una acogedora casita. Para dos personas. Ella y su hijo. No más.
No Theo.
Ni nada.
No.
Limpió la cocina y luego la sala. Estaba exhausta cuando llegó al cuarto de su bebé. Tenía una enorme ventana y un enorme armario de madera. Había una cuna de caoba y nada más.
-Pensaste en todo, Alana - se dijo con sarcasmo.
Bueno.
Ya se le había acabado el dinero. No podía comprar más muebles ni nada. Excepto comida, claro está. Salió de la casa y caminó con pereza. Entró al supermercado y ahí, lleno de todo la carrera. Quien sabe? Quizá le daba hambre.
-Hey. Se te cayó esto.
Se giró, asustada. Podía jurar que esa era la voz de Theo.
Pero no. No era él. Este hombre era todo lo contrario a Theo. Le lanzó una dulce sonrisa que ella respondió con un "gracias".
Agarro su cartera y revisó que todo su dinero estuviera ahí.
-No soy ningún ladrón.
Alana asintió y siguió viendo las manzanas.
-Hey.
Alana se giró enojada y él le volvió a sonreír.
-Qué quieres?
-Nada. Yo simplemente...
Silencio.
Alana volvió a girarse, agarrando cinco manzanas amarillas y yéndose de ahí, pero cuando se giró para ver, se dio cuenta de que el rubio la seguía.
~Gente rara...~ pensó.
Pagó la comida y salió con su cabello corto ondeando en el aire. Se giró al sentir la mirada de alguien y volvió a ver al rubio.
Bien.
-Cuál es tu problema? Eh? Eres un maldito acosador? Puedo llamar a la policía.
El rubio elevó ambas cejas y soltó una carcajada.
-Vaya, vaya. No! Claro que no. Es sólo que... me gustas.
Alana le frunció el ceño. -No estoy interesada.
Se largó de ahí rápidamente pero el hombre la seguía.
Pero qué con la gente? Joder!!! Qué loco.
-Está bien. Soy Dante.
-Que me alegro.
-Hey. Vamos. Tengo 26 años. Y tú? Cuál es tu nombre? Qué edad tienes?
-Soy Culo y tengo 50.
Él comenzó a reír y volvió a su lado.
-Qué guapa te ves para tener cincuenta, entonces.
Alana decidió que no quería que ese hombre la siguiera a casa. No, gracias.
-Aléjate.
-Vamos...
-Estoy embarazada.
Vio su rostro ponerse pálido y ver su abdomen.
Vaya. Ya no te gusto tanto, verdad?
-Mm...
-Ya, puedes irte. Vete.
Él asintió con lentitud pero Alana no estaba viéndolo, ya que siguió caminando.
-Bien. No me importa. Que estés embarazada, digo...
-Sí, claro.
-Es en serio.
-Pero ni te conozco. Vete de aquí, joder.
Él le frunció el ceño pero luego le soltó una sonrisa sincera.
-De acuerdo. Hasta mañana. O cuando quieras.
-Nunca.
Él se encogió de hombros y se fue.
Alana agradeció ese momento, pero ella no sabia que, una semana más tarde, Dante probablemente sería la única persona fiable que tendría a su lado, de una manera extraña, eso había pasado.

::::
Mi inspiración con esta cosa está en los suelos.
Perdón.
😞😞😭😭😭
Pero no voy a borrar la historia. No se preocupen. Tienen que esperarme. Porque...
Waaaa.
Vale. Ya mucho drama.
P.K Martínez.

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