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Julián mentiria si dijera que no quedó asombrado cuando vió al numero 26 de la selección mexicana entrar a la cancha. Su asombro no sólo se debía al hecho de que compartian apellido, ya que, el lateral contaba con un buen juego y sobre todo, un gran atractivo.

Durante todo el partido no pudo apartar su vista de el, aun sabiendo que su pareja estaba sentado a su lado, por su parte Enzo se encontraba demasiado concentrado en el partido como para prestarle algo de atencion a Julian.

Durante todo el partido no pudo apartar su vista de el, aun sabiendo que su pareja estaba sentado a su lado, por su parte Enzo se encontraba demasiado concentrado en el partido como para prestarle algo de atencion a Julian

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El partido había llegado a su fin, saliendo victoriosos los albicelestes. Como era de esperar, ambas selecciones se felicitaron y uno a uno los jugadores fueron entrando a sus respectivos vestidores.
Julian, por alguna extraña razón, estaba ansioso por felicitar al mexicano, no sabía porque, pero su alfa estaba desesperado por verlo más de cerca. Al percatarse de aquella rara necesidad, se detuvo en su búsqueda y entró a los vestidores pertenecientes a su selección ¿qué demonios le pasaba por la cabeza?

Como era común en el equipo albiceleste, una vez todos estuvieron aseados, decidieron organizar una pequeña salida para celebrar la victoria. Julián ,al igual que un par de compañeros más, se había negado a la invitación, alegando que estaba cansado y no tenía ganas de ir a tomar y mucho menos salir en ese momento. El  

Ante el aburrimiento y la soledad, Julian decidido limpiar el poco desorden en su habitación para agotarse un poco más y así dormirse más rápido y tranquilo, pero esto no le funcionó y en lugar de tener más cansancio y sueño, comenzó a tener hambre.
El argentino revisó la hora en su celular y decidió bajar al bufet, según recordaba aún estaba abierto y podría escoger lo que quisiera en lugar de dejar todo en manos de los chicos del servicio a la habitación.

Salió al pasillo y esperó con paciencia el elevador, al abrirse por completo las puertas, se sorprendió de encontrarse ante el al mexicano que se había robado toda su atención esa misma tarde.
Por su parte el moreno ni siquiera lo notó cuando entró y se paró a su lado, estaba demasiado ensimismado en su celular como para prestarle atención.

—Buenas noches. —saludó para llamar su atención.

—Buenas noches. —respondió Kevin apartando la vista de su celular, mirándolo y sonriendole amablemente.

El corazón de Julián comenzó a latir como loco ante aquella sonrisa, el mexicano había encantado al joven castaño sin darse cuenta.

—¿Sos de la selección mexicano? —preguntó el menor queriendo saber más de aquel chico.

—Así es y tu de la argentina, ¿no? —Julián asintió y Kevin volvió a sonreír.

—Así es, soy Julian Álvarez, un gusto. —se presentó el menor y extendió la mano esperando que su saludo fuera correspondido.

—Kevin Álvarez, el gusto es mio. —rió levemente el mexicano y tomó la mano del contrario con delicadeza, sintiendo una ligera corriente al tocar esta.

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