■~● Capítulo 2 ●~■

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Ocho años después y la vida de ambos no había sido nada buena, por lo menos para Yibo, a pesar de la distancia aún no podía olvidarlo, pero el orgullo podía ser más fuerte que cualquier evidencia que le mostraba su amiga Ziyi. 

Zhan había tenido sus razones para ocultar la verdad y dejar que pensara lo que deseaba. Todo había sido para probar dos cosas, una de ellas era la lealtad hacia su amiga y no la defraudó como sus padres hicieron con ella. 

Al final su recompensa fue la pequeña Meiling que hacía de sus días los más bellos posibles. No había motivos para no amarla  apesar de no llevar su sangre, la sentía propia y eso era lo más importante. 

Desde que murió su madre en el parto por un accidente inesperado, Zhan fue madre y padre para la pequeña niña. Su pequeña familia era todo lo que tenía además de su casa en el campo como siempre lo imagino. 

No necesitaba nada más en su vida. O por lo menos fue lo que quiso hacerle creer a su tonto corazón. Aún lo extrañaba, pero no podría aceptar nada de él, puesto que muchas cosas habían cambiado y una de ellas era la seguridad de Xiao Meiling, la cual sería lo único que importaba. 

-¡¿Quién te dejo entrar?! ¿Cómo diablos es que… 

-caminando hacia donde estaba Zhan. Sabes que cualquier puerta se me puede escribir si lo deseo.

-Esta no es tu ciudad y tampoco tu casa. Así que será mejor que te largues de mi propiedad. -señalando la puerta-. ¡Ahora! ¡Sal! 

-Necesitanoa hablar Zhan. Y no pienso irme de tu casa sin hacerlo. 

-camino hacia la biblioteca-. Bien. Que sea rápido. Sígueme.

Pero esto solo eran las consecuencias de su buen actuar. No podía con los celos enfermizos y dudas de Yibo, jamás pudo contra eso, pero a pesar de todo siguió con su relación que creyó inmune a las malas intenciones de su querida cuñada Zhao Li Ying. 

¿Qué podía esperar de alguien que se consideraba mejor que todos? 

Ni siquiera Cheng Xiao se salvo de sus artimañas y no corrió con mejor suerte que él, al igual que el primer novio de Yibo, Wen Han. Nadie pudo contra aquella mujer obsesionado con su medio hermano. Parecía muy enfermizo su amor desmedido.

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Lo que si quedo perfectamente claro era que las palabras dichas en el calor del momento, al final hecharon raíz en sus vidas, no había vuelta atrás, aunque tratara de disculparse por las veces en que dudo de su amor, ahora no había razón para creer o apostar por algo a futuro. 

-Se breve. Tengo asuntos importantes que atender. -se cruzo de brazos-. Mi hija me esta esperando para almorzar.  

-Solo quiero… disculparme por lo que que te dije hace años. 

-¡¿Qué?!

-Quiero pedirte perdón por la forma en cómo te trate. -cerrando sus ojos-. Me enteré de la verdad. Meiling no es tu hija y… 

-¿Por qué viniste hasta ahora? -miraba con total seriedad hacia la persona que le hiz tanto daño-. Tenías la evidencia de todo hace tiempo y recién vienes. 

-¡¿Cómo lo sabes?!

-mirando el reloj-. No importa como lo supe. Pero debiste ser más discreto si querías averiguar. 

-Lo siento. Pero todo en ese momento te acusaba. Hasta que Ziyi me hizo ver mi error y fue que me di cuenta. Te había juzgado injustamente. 

-suspirando-. Bien. Si quieres pedir disculpas, prefiero que no las digas. No las necesito. No después de tantos años. Nada cambiará lo que pasó. Ahora puedes irte. 

-Se que mis celos me cegaron y no medí las consecuencias de mis actos. -mirando la fotografía de la pequeña-. Meiling es muy linda… se parece mucho a Yang Yang.

-quitándole la foto-. Vete porfavor o llamaré la policía. -levantando el teléfono-. 

-Espera. -tomando su mano-. Debo decirte algo más. 

-mirándolo-. No tengo porque escucharte o esperar algo de ti. Creo que todos estos años recibí mucho de tu parte ¿No lo crees?

-Yo te amo. Nunca deje de hacerlo. Jamas deje de amarte. 

-sonriendo-. Tu forma de amar duele, lastima. Es tóxico y será mejor que deje esta payasada. 

-No sabia lo que hacia. Actúe bajo mis impulsos.

-golpeando la mesa-. Ya me destruiste hace años, hiciste lo que quisiste con nosotros y piensas que yo te creeré tus mentiras fácilmente. -negando-. No pienso caer en lo mismo otra vez. Búscate un ídiota que te ayude. Yo no estoy dispuesto a jugar tu macabro juego. 

-tomando sus hombros-. ¡Dime en mi cara que ya no me amas! ¡Dime que ya no te estremezco con mi toque! ¡Dime si tu corazón no late al verme como yo lo hago!

Zhan miraba sus ojos y solo podía ver desesperación en los de Yibo, un sentimiento nuevo para él, al saber que nada podría ponerlo en esa situación. Quizá había sobrepasado sus límites, eso debía ser. Pero ya no caería en su juego. 

EquivocaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora