— ¡Mi rayito de sol! — mamu fue el primero en salir al exterior de la casa poniendo el grito en el cielo y dejando a los demás pasmados en su lugar.
— Por fin alguien se digna a preocuparse por mí. — dramatizó Paulo desde su lugar en el suelo mientras limpiaba sus inexistentes lágrimas.
— ¿¡Quién preguntó por vos!? ¡Correte que me estás aplastando las plantas! — habló el más bajo y pronto empujó a su hermano lejos del cantero. — Con lo caros que son los rayitos de sol, la puta que te parió.
La carcajada de los demás no tardó en hacerse presente ante tal escena.
— Dale gordo, para la bola que le das a las plantas, acá no salen ni las culo de perro. — comentó Nicolás pero inmediatamente se arrepintió al ver la mirada que su marido le dedicó.
— ¿Y yo estoy pintado o qué? — todos los presentes desviaron su vista a un lado donde un hombre permanecía parado con las manos sobre sus caderas en pose de taza.
Paulo se miró inquieto y exaltado al notar que de pronto todos le ponían atención al recién llegado.
— Ya es un poco tarde, vamos a comer que no llegamos a las doce. — el castaño rió intentando evadir el tema pero todos le miraron dubitativos.
— Banquen que ya preparo el cafecito y charlamos. — Angelito salió en dirección a la cocina tarareando alguna canción de Karina y haciendo movimientos exagerados con los brazos.
Un profundo silencio inundó el ambiente y todos se miraban entre sí buscando una explicación a lo que ocurría.
— Bueno... ¿Y cómo atravesaste el paredón del patio?
— Lean no seas estúpido, mirá la cara de fisura que tiene, seguro ya la tiene re atada de las veces que roba por día. — dijo Rodrigo con obviedad y pronto recibió un golpe en la nuca por parte de su padre.
— Callate, mierda. — murmuró el mayor entre dientes y giró en dirección al hombre con una fingida sonrisa. — Disculpe la pregunta pero, ¿Cómo llegó usted a mi patio? ¿Le puedo ayudar en algo?—
Al ver que el desconocido demoraba en contestar y se tambaleaba ligeramente de un lado a otro, Nicolás se acercó, listo para sacarlo de su casa hasta que el primero murmuró por lo bajo.
— Mi hijo... Me llevo a mi hijo, ¿Dónde está Alexis? —
Paulo palideció sin poder creer lo que escuchaba y al sentir la curiosa mirada de todos sobre él, negó inmediatamente soltando una risita nerviosa.
— No sé quién es, ni siquiera lo conozco... Además está re en pedo, miente.— Dybala se defendió, esforzándose por no tartamudear mientras hablaba.
El lugar se sumió en un profundo e incómodo silencio mientras todos miraban con confusión el extraño comportamiento en el castaño que parecía tenso con toda la situación.
— Paulo, Alexis es mi hijo también, yo tengo el derecho d—
El recién llegado no pudo terminar de hablar porque fue interrumpido por un enojado Dybala que lo observaba con su rostro completamente rojo de bronca mientras le apoyaba su dedo índice en el pecho.
— ¡Ningún derecho tenés, Nicolás! Nunca te hiciste cargo, ¡No pagaste ni una sola vez la cuota alimentaria! —
— ¿Para qué pusiste un abogado en el medio? Podrías habermelo pedido en persona.—
Y antes de que la noche terminara en tragedia, Emiliano sostuvo a su hermano, alejándolo del otro para evitar un posible homicidio.
— Bueno se calman che, en mi casa no quiero quilombos, esta es una familia decente y de bien.— Otamendi los calló, dándoles una mirada severa.
Julián, que llevaba un rato en la puerta del patio tomando la mano de su hermano Lautaro para reunir fuerzas, habló bajito.
— Pa, me hice pis.— El infante murmuró y Otamendi puteó mentalmente intentando no alterarse.
Finalmente suspiró con pesadez y tomó las manos de sus dos hijos menores, guiandolos dentro de la casa para un cambio de ropa. — ¿Algo más que pase hoy, señor?—
Lautaro dudó unos segundos antes de confesar. — Sin querer se nos cayó la botella de Fernet, ¡Pero fue sin querer, pa!—
Desde el patio se escuchó a Otamendi putear a lo lejos y mientras, los demás adultos se dedicaban miradas cargadas de incomodidad.
— Bueno, me importa un carajo lo que pase entre ustedes, se me arreglan ahora que ya tuvimos suficiente quilombo por hoy. — Mamu les advirtió señalandolos con su dedo índice antes de entrar a la casa para terminar la cena.
— Yo digo que chapen para cortar la tensión.— Marcos dijo en un tono burlón e inmediatamente todos lo aniquilaron con la mirada.— Bueno che, yo decía nomás.—
— Paulito, yo sé que me la re mandé, pero dame otra oportunidad y te prometo que voy a ser un buen padre para Alexis.— Tagliafico habló con más calma mientras se acercaba a Paulo y le daba una mirada honesta.
El castaño lo dudó por unos momentos pero finalmente suspiró suavemente y cedió, dejando de lado su rencor para pensar en el bienestar de su hijo.
— Está bien... Pero es la última oportunidad que te doy.— Dijo Paulo cruzándose de brazos, pretendiendo lucir amenazador.
Todos suspiraron con alivio y poco a poco comenzaron a entrar a la casa para ayudar con los últimos preparativos para la gran cena familiar.
— Paulo, ¿Tu novio se queda a comer? ¡Le pongo un platito! — Di María habló con entusiasmo desde la cocina mientras ordenaba los platos y cubiertos que pondrían en la mesa.
Paulo rodó los ojos con fastidio y asintió derrotado mientras caminaba directamente al comedor. Nicolás a sus espaldas sonrió ampliamente siguiéndolo.
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¡Nuevo personaje desbloqueado!
Nicolás Tagliafico
•Tiene 36 años.
•Ex pareja de Paulo y padre de Alexis.
•Es programador y labura para el exterior.
•Tiene problemas con el alcohol.