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—¡Dream, mira aquí!

Clay estaba escalando en la mitad de un árbol caído, el otro chico llevaba un extremo de una planta de hierba al azar entre sus dientes cuando se volvió para mirar.

—George, ¿qué estás haciendo?

—¡Ven rápido, o el viento se lo llevará! ¡Mira!- El niño más joven todavía exclamó con alegría, sonando demasiado emocionado mientras se agachaba en medio del campo, con las manos ahuecadas protectoramente alrededor de algo.

Dream dejó escapar una pequeña risa mientras saltaba y se acercaba. En medio de un campo de hierba alta, el castaño misteriosamente parecía aún más pequeño. —¿Qué es?- Preguntó mientras se agachaba a su lado.

Con una sonrisa brillante, el chico en cuestión descubrió sus manos, revelando el artículo que había estado protegiendo cuidadosamente de la brisa primaveral de la tarde. Eran dos dientes de león perfectos: blancos como la nieve, redondos como los círculos de un libro de texto, sin una sola escama fuera de lugar.

George notó que el rubio también miraba asombrado y se rió mientras arrancaba las flores con cuidado y le entregaba una primero. —¿Sabías que cuando ves dientes de león, puedes pedir un deseo antes de soplarlos y se harán realidad?

La ceja de el más alto se arqueó. El castaño no parecía el tipo de persona interesada en cosas como esa. —¿En verdad? ¿Estás inventando esto?- Clay reflexionó, mirando al más joven con una mirada inquisitiva que era medio burlona.

—¡No! Alguien me dijo una vez. Rápido, rápido, cierra los ojos y pide uno. Hagámoslo juntos.- El más bajo agitó su mano libre, su emoción apenas contenida. Con una sonrisa todavía plasmada en su rostro, cerró los ojos con fuerza, con tanta fuerza que las arrugas comenzaron a formarse. Si Dream lo encontró entrañable, no se lo hizo saber. Solo dedicó un segundo a mirar a George, sonriendo con cariño para sí mismo antes de cerrar también los ojos.

Lo que deseaba, prefería llevárselo a la tumba que admitirlo en voz alta.

"Deseo pasar todas las mañanas junto a ti, hasta el final de la eternidad."

Cuando los abrió de nuevo, los de George ya no estaban cerrados. Esos ojos de gacela ahora lo miraban con anticipación; como si estuviera esperando que terminara de pedir su deseo para poder volarlos juntos.

El joven de mayor estatura dejó escapar una pequeña risita, un asentimiento que significaba la luz verde que el castaño estaba esperando. La sonrisa de este último se volvió increíblemente más brillante antes de que ambos soplaran sus dientes de león al mismo tiempo.

—¿Qué deseo pediste?- El de ojos esmeralda le dio un codazo en el hombro, los restos de los dientes de león esparcidos a su alrededor como copos de nieve en miniatura.

—¡Dream, no puedo decírtelo! ¡O no se hará realidad!- El más joven miró hacia otro lado, un pequeño puchero se formó en su rostro.

—Aw, pero cuéntale todo a Dream.- Presionó Clay, derribando al mas bajo hacia el campo. George solo gimió pero no mostró signos de moderación.

El sol estaba alto sobre ellos. La brisa era cálida pero suave. En la distancia, el rubio podía escuchar el canto de los pájaros. Las gotas de rocío humedecían sus ropas mientras rodaban por el campo, pero a ninguno de los dos parecía importarle. Las risitas llenaron la tranquilidad del parque; era como si solo ellos dos estuvieran presentes en este vasto, vasto mundo.

Ellos apenas tenían 10

Paper Hearts | DnfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora